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Cada cinco días desaparecen forzadamente ocho personas en México; además, a diario son levantados más de cinco individuos de quienes no se vuelve a saber. El drama actual contrasta con los desaparecidos políticos de la Guerra Sucia: siete por cada 50 días. Los actuales crímenes de lesa humanidad son 962.9 por ciento más que los cometidos en el periodo de 1962 a 1987. En el sexenio de Calderón, 110 servidores públicos han sido procesados por el delito de desaparición forzada. Vigentes, al menos 46 averiguaciones previas por este ilícito en la PGR y otras 26 en tribunales militares, revela información oficial.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Peor que en la Guerra Sucia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dos, de los 13 mil
 
 
 
Cada cinco días desaparecen forzadamente ocho personas en México; además, a diario son levantados más de cinco individuos de quienes no se vuelve a saber. El drama actual contrasta con los desaparecidos políticos de la Guerra Sucia: siete por cada 50 días. Los actuales crímenes de lesa humanidad son 962.9 por ciento más que los cometidos en el periodo de 1962 a 1987. En el sexenio de Calderón, 110 servidores públicos han sido procesados por el delito de desaparición forzada. Vigentes, al menos 46 averiguaciones previas por este ilícito en la PGR y otras 26 en tribunales militares, revela información oficial.

“Espero que regrese”, es el deseo de María Guadalupe Dondiego 
Rojas, esposa de Ricardo, desaparecido en el municipio de Nuevo Laredo, 
Tamaulipas, el 19 de junio de 2009. Es la última frase de la entrevista,
 un deseo que se dice a ella misma. Tres palabras que a diario le dan 
fuerza para continuar la búsqueda. Nadie sabe con certeza el dolor, la 
angustia y la desesperación en que ha vivido durante los últimos 1 mil 
61 días, en los que ha esperado lo mismo: que Ricardo regrese.
El drama de María Guadalupe y de sus dos pequeñas hijas se extiende
 a miles de familias en todo el país. En cinco años de “guerra” contra 
el narcotráfico, el cálculo de los levantados –término inventado 
por los criminales, las autoridades y los medios de comunicación para 
describir los secuestros por los que no se reclama rescate y de los 
cuales las víctimas parecen no regresar– es de 10 mil personas, indica 
el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. El de los 
desaparecidos por fuerza (en los que estarían involucradas autoridades 
de alguno de los tres niveles de gobierno), en ese mismo lapso, es de al
 menos 3 mil, según el Informe de misión a México. Grupo de Trabajo de la ONU sobre las desapariciones forzadas o involuntarias.
Esto es que a diario cinco personas son levantadas. También, que cada cinco días elementos del Estado mexicano están implicados en la desaparición de otras ocho.
La tragedia que padece México no es de números o estadísticas, es 
de personas: de niños, niñas, adolescentes, mujeres, hombres, ancianas y
 ancianos: historias que han sido truncadas de una forma desconocida, 
violenta. No hay reencuentros ni cuerpos ni tumbas donde llorarles. 
Ellos simplemente se desvanecen.
Y sí, desaparecen como Ricardo, su hermano y otros siete de sus 
compañeros. No hay rastro que seguir. “Él era técnico en telefonía de 
Nextel, y esa empresa los llevó a trabajar a Tamaulipas. Tenían como una
 semana trabajando en las antenas telefónicas. Un día antes de que lo levantaran
 llegó una patrulla, no sé si de la policía estatal o federal, al 
departamento donde se hospedaban y los agentes les preguntaron sus datos
 e información general sobre sus actividades”.
Ricardo vivía con María Guadalupe y sus dos hijas en Celaya, 
Guanajuato. Y desde que llegó a Tamaulipas se comunicaba con su esposa 
todos los días: “En el momento en que lo levantaron él estaba 
hablando conmigo. Eran aproximadamente las 10 y media de la noche. Él 
iba llegando del trabajo. Estábamos platicando sobre nuestras hijas. 
Entonces cambió su tono de voz, me dijo que tenía que colgar [el 
teléfono] y lo hizo sin darme ningún motivo, cosa que nunca hacía. Nunca
 me colgaba.
“A los 15 minutos comencé a marcarle… Seguí haciéndolo toda la 
madrugada sin obtener respuesta. Al siguiente día me comuniqué con la 
esposa del ingeniero responsable del grupo y me dijo: ‘No ha de haber 
señal’. Pero él siempre me avisaba cuando iba a lugares sin cobertura 
para que las niñas no le marcaran”.
María Guadalupe cuenta que fue hasta el tercer día cuando otros 
ingenieros fueron al departamento donde se alojaban Ricardo y las otras 
ocho personas: “Estaba hecho un desastre. Todas las cosas estaban 
desordenadas. Las puertas rotas y las cerraduras forzadas”.
La mujer se esfuerza en reconstruir en su imaginación lo sucedido: 
“Cuando mi esposo estaba platicando conmigo, sus compañeros de trabajo 
vieron gente extraña o no sé; me colgó, tal vez corrieron hacia el 
departamento y por eso [sus captores] rompieron las puertas”.
Ricardo, quien tendría 32 años de edad, había trabajado desde los 
22 años y hasta el momento de su desaparición para Nextel, “pero la 
compañía se deslindó. Sólo fueron a recoger las pertenencias de la 
empresa”. Para su esposa, él era una buena persona, a quien no le 
gustaba meterse en pleitos; muy responsable y amoroso con sus niñas, 
ahora de cinco y siete años de edad.
También muy sociable y amiguero. Y aunque le gustaba la música de 
las bandas El Recodo y La Arrolladora, Ricardo no era bailador. La mayor
 parte del tiempo María Guadalupe emplea los verbos en pasado, casi 
nunca en presente: ése es uno de los costos de la ausencia. Ricardo es 
alto, como de 1.80 metros, y pesa un poco menos de 80 kilogramos, de tez
 blanca. “A ver si no me reclama por no ser tan precisa en los datos”. 
Detrás de la broma se asoma la esperanza.
“No somos una familia con dinero: no tenemos ni coche ni casa 
propia”,  reflexiona cuando se le preguntan los posibles motivos de la 
desaparición. “Yo creo que sí es por su trabajo”. En estos 1 mil 61 días
 nadie le ha llamado para pedir rescate. “Cuando regrese no voy a saber 
qué decirle. Me voy a desmayar de la emoción”.
A sus hijas les asegura que Ricardo está trabajando. “Es muy 
difícil porque extrañan mucho a su papá; sería muy duro decirles la 
verdad: al final, son niños y en su cabecita pueden imaginar muchas 
cosas, se traumarían. Si su papá no llega, prefiero que con el tiempo 
vayan asimilando las cosas”.
El calvario lo padece ella, que vino al Distrito Federal en la 
Marcha de la Dignidad Nacional. Madres Buscando a sus Hijos y Buscando 
Justicia. María Guadalupe ha participado en esta protesta (del 10 al 12 
de mayo) para visibilizar un fenómeno que afecta a más de 13 mil 
familias y exigir esa justicia que no ha encontrado en la Procuraduría 
General de la República (PGR) ni en el Ministerio Público de Nuevo 
Laredo, donde levantó el acta de la desaparición y donde no tienen, 
siquiera, una línea de investigación sobre el caso de Ricardo.
Peor que en la Guerra Sucia
Los más de 3 mil desaparecidos forzadamente y los 10 mil levantados superan en 962.9 por ciento los crímenes de esta naturaleza cometidos durante la Guerra Sucia.  De acuerdo con el Informe de misión a México. Grupo de Trabajo de la ONU sobre las desapariciones forzadas o involuntarias
 (editado por la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las 
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ONU-DH), entre 1962 y1987 “se
 habrían cometido alrededor de 1 mil 350 desapariciones forzadas, 
incluyendo 650 en Guerrero, de las cuales 450 habrían ocurrido en la 
región del municipio de Atoyac de Álvarez. De aquellas personas 
desaparecidas durante la Guerra Sucia, solamente dos habrían sido 
localizadas”.
En entrevista, Javier Hernández Valencia, representante de la 
ONU-DH en México, explica que en los casos actuales hay tres 
modalidades: “Las desapariciones en las que intervienen funcionarios y 
fuerzas policiales directamente; aquéllas en las que intervienen grupos 
delincuenciales en complicidad con funcionarios; y aquéllas en las que 
no hay conexión con las autoridades”.
Agrega que el problema es que se le da el mismo tratamiento a las 
desapariciones forzadas y a las desapariciones que cometen los 
delincuentes sin intervención de servidores públicos. Ambas, señala, 
reciben la misma respuesta: “No hay resultados. Esas familias 
[agraviadas] no tienen para dónde volverse”.
Al responder la solicitud ciudadana de información 0001700027611, 
la PGR reconoce que 110 servidores públicos han sido indiciados por el 
crimen de lesa humanidad de la desaparición forzada (tipificado en el 
artículo 215-A del Código Penal Federal), de 2006 a abril de 2011.
La información oficial detalla que de 2007 a 2010 se integraron 57 
expedientes de averiguación previa por ese ilícito, de los cuales se 
determinaron 55 en el mismo periodo: uno por acumulación; dos por 
consignación sin detenido; 37 por incompetencia; dos por no ejercicio de
 la acción penal y 11 por reserva.
Además, el 21 de marzo pasado la PGR informó que “en 2011 se 
iniciaron 21 averiguaciones previas a nivel nacional por el delito de 
desaparición forzada” (respuesta a la solicitud ciudadana 0001700016812,
 hecha pública en el portal del Infomex). También, que “actualmente se 
encuentran en integración por ese delito 46 averiguaciones previas”. Al 
respecto, la PGR aclara que “al iniciar la radicación de las 
averiguaciones previas fueron registradas con un delito probable, pero 
con motivo de su integración se pueden advertir diversos delitos, mismos
 que serán resueltos hasta la determinación correspondiente de las 
indagatorias”.
En tribunales militares también se han investigado este tipo de 
crímenes. La respuesta de la Secretaría de la Defensa Nacional a la 
solicitud ciudadana 0000700 178411 revela que del 1 de enero de 2009 al 
21 de octubre de 2011 se abrieron 26 averiguaciones previas por 
desaparición forzada. Para los años de 2007 y 2008 no hay ningún  
registro, según la autoridad militar.
El representante de la ONU, Javier Hernández Valencia, refiere que 
de las desapariciones forzadas e involuntarias “no tenemos un registro 
preciso a nivel nacional”. Indica que hay un esfuerzo importante de la 
Comisión Nacional de los Derechos Humanos para tratar de recopilar 
información, pero el problema es que este tipo de crimen se trata de 
distinta manera dependiendo del lugar donde sucedió.
“En 24 entidades las desapariciones se abordan como abuso de 
autoridad, abandono de familia y otras denominaciones, y sólo en ocho 
estados se tiene tipificado el delito de desaparición forzada dentro del
 sistema jurídico. No tenemos las herramientas jurídicas en todos los 
niveles [jurídicos] que lo necesitamos.”
Y es que mientras las organizaciones civiles hablan de unos 13 mil casos entre desapariciones forzadas y levantones,
 la PGR sólo da cuenta de 608 casos: 38 en 2007; 143 en 2008; 140 en 
2009; 250 en 2010, y 37 entre enero y mayo de 2011 (respuesta a la 
solicitud ciudadana 000170010 4711).
Dos, de los 13 mil
 Romana Ortiz Reyes abraza con fuerza un par de fotografías ya  
desvaídas. Su historia, sintetizada en esos retratos, le causa un doble 
dolor: hace cuatro años, su hijo Pedro y su nieto Armando fueron 
desaparecidos en la comunidad Matamoros, en Coahuila.
El lunes 12 de mayo de 2008, ambos salieron a las nueve de la 
mañana con la promesa de volver a la hora de la comida. El último 
contacto que su familia tuvo con ellos fue por la tarde. Pedro llamó 
desde el Palacio de Gobierno para avisar que estaba haciendo trámites 
para poder trabajar las máquinas tragamonedas y de videojuegos que 
colocaba en tiendas de abarrotes.
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