Enrique Calderón Alzati
En el libro escrito por Julio Scherer y publicado hace un par de años, el gran periodista fundador de la revista Proceso
muestra una imagen muy completa de las conductas personales asumidas
por Felipe Calderón antes de ser presidente y durante su mandato, a
partir de las narraciones de algunas personas que en su momento tuvieron
cercanía con él; al leer el libro, mi primera impresión fue muy
negativa, pensando que don Julio había escrito sobre cuestiones
intrascendentes, como eran los berrinches y las pequeñas intrigas
palaciegas a las que el personaje parecía dedicar buena parte de su
tiempo; el libro me pareció que no tenía esencia, pero me equivoqué
rotundamente por una cosa, porque se trataba del Presidente de la
República, y el mensaje del escritor era precisamente eso, un llamado a
la sociedad mexicana para hacernos ver que se trataba de un hombre sin
esencia y, peor aún, que se trataba también de un hombre sin valores ni
lealtades, un hombre corto de miras, pequeño y peligroso, a más no
poder.
Las declaraciones públicas del
director de Multivisión esta semana corroboran en buena medida las
dimensiones del actual Presidente, ya descritas por Scherer, su grado
de irresponsabilidad ante los intereses de la nación y la ausencia de
principios éticos para normar su comportamiento y con ello, el
comportamiento del gobierno que él preside, o por lo menos de su
círculo cercano de colaboradores, a quienes las leyes y las
responsabilidades que tienen asignadas, les tienen sin cuidado.
Fue a la luz del libro De cuerpo entero
que pude darme una idea clara de lo que sucedía en la campaña
electoral de doña Josefina Vázquez Mota, con sus pifias de organización
y sus planteamientos a veces amorfos, y en otros con acusaciones sin
fundamento y de muy mala fe hacia sus adversarios. La señora no era
sino un instrumento dócil al servicio del mandatario, a quien nada le
importaba el ridículo que la señora hiciese. Muchos de sus actos de
campaña me recordaron a la película musical llamada Chicago estelarizada por Renée Zellweger.
La
debacle en el PAN no se hizo esperar, el resultado es un partido sin
rumbo, que ha perdido todo lo que valía y que luego de dos sexenios en
el gobierno deja al país en medio de la más grave crisis social de su
historia moderna, mientras el señor Presidente parece más contento y
seguro que nunca en las fotos recientes, como alguien que se siente
autorrealizado en el logro de sus metas.
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