Carlos Fernández-Vega : México importa comida:
México importa comida
Estómago dependiente
En 2012, 25 mil millones
Tal cual comenzó, el sexenio calderonista cierra con una escalada en los precios de los alimentos. De igual forma concluyó la administración foxista, pero en el caso del actual inquilino de Los Pinos apenas un mes después de instalarse en la residencia oficial debió enfrentar, de forma lamentable y tardía, lo mismo que hoy se registra en dicho renglón, es decir, el aumento en muchísimos productos que los mexicanos llevan a su estómago, con los de la canasta básica en primer lugar. Y hoy como ayer, la respuesta gubernamental es idéntica: no y mil veces no existe un incremento generalizado de precios, pues la inflación se encuentra en niveles aceptables. Más fácil y productivo sería reconocer el problema y actuar en consecuencia, pero con discursos no se llega muy lejos, y los habitantes de este país son testigos presenciales de ello.
Difícilmente los consumidores avalarán la versión oficial (aquí no pasa nada, porque la crisis es externa), la cual, por insistente que sea, no pasa la prueba de una lógica mínima: si cada día que pasa crece la de por sí elevada dependencia alimentaria del país y, al mismo tiempo aumentan los precios de los alimentos en el mercado internacional (donde México los adquiere), obvio resulta que la inflación interna se incrementará por tal concepto, con lo que el poder adquisitivo de la población se reduce, más allá del raquitismo salarial imperante en nuestro país. Lo anterior sin considerar que, de entrada, uno de cada cuatro mexicanos registra lo que pomposa y oficialmente se ha denominado incapacidad de alimentarse adecuadamente (léase que 28 millones de mexicanos padecen hambre, de acuerdo con las cifras gubernamentales).
México importa comida
Estómago dependiente
En 2012, 25 mil millones
Tal cual comenzó, el sexenio calderonista cierra con una escalada en los precios de los alimentos. De igual forma concluyó la administración foxista, pero en el caso del actual inquilino de Los Pinos apenas un mes después de instalarse en la residencia oficial debió enfrentar, de forma lamentable y tardía, lo mismo que hoy se registra en dicho renglón, es decir, el aumento en muchísimos productos que los mexicanos llevan a su estómago, con los de la canasta básica en primer lugar. Y hoy como ayer, la respuesta gubernamental es idéntica: no y mil veces no existe un incremento generalizado de precios, pues la inflación se encuentra en niveles aceptables. Más fácil y productivo sería reconocer el problema y actuar en consecuencia, pero con discursos no se llega muy lejos, y los habitantes de este país son testigos presenciales de ello.
Difícilmente los consumidores avalarán la versión oficial (aquí no pasa nada, porque la crisis es externa), la cual, por insistente que sea, no pasa la prueba de una lógica mínima: si cada día que pasa crece la de por sí elevada dependencia alimentaria del país y, al mismo tiempo aumentan los precios de los alimentos en el mercado internacional (donde México los adquiere), obvio resulta que la inflación interna se incrementará por tal concepto, con lo que el poder adquisitivo de la población se reduce, más allá del raquitismo salarial imperante en nuestro país. Lo anterior sin considerar que, de entrada, uno de cada cuatro mexicanos registra lo que pomposa y oficialmente se ha denominado incapacidad de alimentarse adecuadamente (léase que 28 millones de mexicanos padecen hambre, de acuerdo con las cifras gubernamentales).
LEER MAS AQUI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario