La idea de que el uno
por ciento explota, domina, depreda, expolia, abusa y/o somete, al
restante 99 por ciento parece en principio descabellada. Suena
igualmente como algo demasiado radical. Y, sin embargo, es una tesis
empíricamente demostrable por medio de datos, estadísticas, encuestas,
censos. El pensamiento crítico revela con datos duros la realidad
lacerante del mundo y del país. Quien logra informarse, se sorprende, se
irrita y se enciende. Ellos son los indignados, cuyo número crece cada
día en todo el planeta, incluido México.
Desde hace unos 5 mil años, la historia de la especie humana es una
cruenta batalla entre tres poderes, el político, el económico y el
social, y entre éstos y la naturaleza. Como resultado del juego
democrático, el mundo moderno debería, en teoría, marcar un justo
equilibrio entre esos tres poderes. Y en teoría también la democracia,
un invento soberbio, debería ser la institución que privilegie el
control ciudadano sobre los otros dos poderes. La realidad lo
contradice. A los antiguos despotismos, tiranías y dictaduras, les ha
sucedido y sustituido una nueva forma de opresión. En abierta u oculta
complicidad, los monopolios económicos y los políticos han convertido al
planeta en un mundo injusto e inseguro, donde una minoría de minorías
mantiene la sujeción social y atenta contra el equilibrio de la
naturaleza. Este nuevo escenario envía a la bodega de desechos buena
parte de las tesis clásicas o convencionales de la izquierda. El
conflicto ya no es entre proletarios y patrones, pobres y ricos,
marginados e incluidos, etcétera, sino entre el 99 por ciento y el
puñado que los somete.La comedia de enredos en la que se ha convertido la elección presidencial de México no es más que la expresión desesperada de ese uno por ciento que ha visto amenazado su control sobre el gobierno y el fin de las políticas neoliberales. El contubernio es claro. Se han asociado en una sola mafia los barones de las principales corporaciones, los monopolios de la radio y tv, la mayoría de los periódicos, cinco partidos políticos (PRI, PAN, PVEM, PANAL), ciertos sectores de la
izquierdapartidista, los capos sindicales, las mayores asociaciones empresariales y los árbitros electorales. Juntos, incluidos sus operadores, no llegan a uno por ciento de la población mexicana.
En el otro bando estamos todos los afectados, no solamente los millones de miserables y pobres y los desempleados, sino las clases medias, las decenas de miles de micro, pequeños y medianos empresarios, los jóvenes sin expectativas, los profesionistas sin trabajo, las comunidades de artistas, la inteligencia del país, y todo aquel ciudadano que se considere demócrata y honesto. Hoy la democracia mexicana ha quedado hecha añicos por esa mafia corrupta.
Aunque esta minoría estableció candados ocultos o visibles para evitar cualquier tentación por pasar de la democracia representativa a la democracia participativa, lo cierto es que hoy ni siquiera se puede sostener la existencia de la primera. Las cifras resultantes de la elección de 2012 lo reflejan. Si se suma el número de abstencionistas con el de los votos nulos se alcanza 38.3 por ciento, indicando que una abrumadora mayoría de mexicanos no participa por alguna razón en la arena electoral. Frente a ello, las tres principales fuerzas políticas obtienen 24, 20 y 16 por ciento del total de votos. Ello sin considerar el fraude descomunal y el uso de dinero ilícito realizado por el PRI. Si los 40 millones de ciudadanos en redes sociales decidieran actuar de manera conjunta, volverían ilegítimas las elecciones. Por ello, desde la perspectiva del #99 por ciento, hoy procede:
b. La elección de un presidente interino ciudadano, no partidista, que se comprometa a promover reformas electorales, como la disminución drástica del presupuesto a partidos, la segunda vuelta, un periodo presidencial de cuatro años con una sola relección, la supresión de legisladores plurinominales y mecanismos de control ciudadano como referendos, consultas, etcétera.
c. La renovación inmediata de los funcionarios del IFE y juicio a quienes resulten responsables en el megafraude electoral; su sustitución por funcionarios ciudadanos sin relación actual o pasada con partidos políticos.
d. La promoción de reformas que reconozcan en la soberanía local de territorios, desde comunidades, municipios, barrios, colonias, regiones, etcétera, la piedra axial de la democracia mexicana.
e. La inmediata restauración ecológica, incluyendo recursos naturales y ambientales. Ello supone la inmediata eliminación de la minería depredadora, los megaproyectos turísticos y habitacionales, los agrotóxicos y cultivos transgénicos y la producción de sustancias nocivas, así como la reconversión hacia energías renovables.
f. La inmediata regeneración social, lo cual implica atención urgente a la población en pobreza, jóvenes sin trabajo o escuela, madres solteras, personas de la tercera edad, grupos marginados o discriminados, etcétera. La expansión y multiplicación de la educación y la cultura: creación de foros, escenarios, talleres para la expresión artística de escala barrial o comunitaria y programas educativos autogestivos.
g. La ciudadanización de las instituciones, hoy en las manos corruptas de la clase política o privada, tales como cooperativas (y no corporaciones), pequeñas empresas familiares, bancos populares y cajas de ahorro, comedores colectivos, mercados orgánicos, verdes y justos, producción agro-ecológica familiar o comunitaria, manejo colectivo de bosques, selvas, biodiversidad y agua; radios y televisoras locales, comunitarias o gremiales, hogares sustentables y ecológicos, y redes de consumidores responsables. Autogestión civil, en todas las dimensiones, órdenes y escalas, del agua, energía eléctrica, alimentos, materias primas, crédito, información, cultura y esparcimiento. La opción #99 se basa en algo elemental: “… si el juego no ha sido limpio, si otros jugadores y los árbitros nos hacen trampas, es muy sencillo: cambiemos de juego”.
Twitter: @victormtoledo
Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan… entonces ganas.
Mahatma Gandhi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario