Cada día que pasa –y sólo han pasado cinco-- se comprueba qué oportuna fue la decisión anunciada el domingo por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo, que lo puso al margen del Partido de la Restauración Dinosáurica (PRD), pues los dirigentes de ese aquelarre aprovecharon la oportunidad de inmediato para echarse a los pies del Partido de la Rapiña Infinita (PRI) y en los brazos del Partido Aniquilación Nacional (PAN).
En otras palabras, desde el domingo, los tres grandes partidos de la derecha mexicana (PRI-PAN-PRD) consolidaron un bloque inmenso, que cuenta con dos apéndices: el Partido del Verbo Exterminador Mortuorio (PVEM) y el Predador Analfabeta (Panal), así como con dos eventuales aliados, el Partido de los Trebejos (PT) y el Monumento al CiudaDanteDelgado (MC).
Manuel Camacho Solís, su pupilo favorito, Marcelo Ebrard, y otros salinistas de closet impusieron la moda de llamar al PRD-PT-MC “las izquierdas”, aunque éstas hicieron lo posible y también lo imposible por boicotear el proyecto de centro-izquierda de López Obrador, para que se mantuviera en el poder el aparato de devastación de la extrema derecha que sufrimos desde 1982.
Mientras los levantacejas al servicio del régimen de facto criticaban a Andrés Manuel por “dividir a las izquierdas”, y Jesús Zambrano preparaba el acercamiento del PRD al PAN para establecer candidaturas conjuntas en todas las elecciones del año próximo, Ebrard llamó a crear un “frente de izquierda” para impedir el efectivo alejamiento de López Obrador y seguir medrando a costa de él, esto es, cachando los millones de votos y los millones de pesos que genera, en cada contienda donde hay urnas, el superestrella de la política mexicana.
Leer mas AQUI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario