viernes, septiembre 14, 2012

Pinta la OCDE negro panorama educativo en México

Experiencia-Hernández
 Voy derecho, no me quito-Fisgón
*Cada vez mayor, el desempleo en egresados universitarios
*Escasas esperanzas de graduación en bachillerato y enseñanza superior
*Tercer lugar en cuanto a número de ninis; suman ya 7 millones 248 mil
*El organismo apremia a buscar soluciones para que no crezca el rezago
*Los sumergibles son hechos en selvas sudamericanas: NYT
*Pueden hacer viajes desde Ecuador a Los Ángeles sin salir a la superficie
*Desplazan a lanchas rápidas, más detectables y con menos capacidad

La fase terminal y lo que sigue

Pedro Miguel

En el campo de la audacia hubo algunos desilusionados –quizá muchos– que lo menos que esperaban de López Obrador un llamado a derrocar al régimen. En el campo opuesto, el de la prudencia, más de alguno habrá sentido repelús ante el llamado del tabasqueño a la resistencia y a la desobediencia civil, aunque sea pacífica y sin afectar a terceros. Hubo algunos que, aferrados a un espíritu de unidad a toda costa, lamentaron el deslinde definitivo –también pacífico y con buenos modales– con respecto al PRD.
Pero entre las tareas básicas de un dirigente está la de escudriñar la disposición mayoritaria o, cuando menos, el estado de ánimo promedio, cotejarlos con los datos de la realidad y diseñarles cauces, y da la impresión de que López Obrador lo hizo muy bien. Salvo prueba en contrario, el país no está para encajar resignadamente el nuevo agravio –la imposición de Peña Nieto en la presidencia, descrita con cruda precisión por Javier Jiménez Espriu como una una sentencia sin derecho a fianza a seis años de regresión, opresión, corrupción y trabajos forzados– pero tampoco está como para tomar por asalto el Palacio de Invierno. Claro que con décadas de ofensas acumuladas en el trayecto Salinas-Peña puede ocurrir un estallido social generalizado pero no se puede saber si ocurrirá o no, ni cuándo, ni si tomará la forma de una revuelta ciudadana contra el poder al estilo egipcio.
Ante la incertidumbre, lo correcto es dar una vía de acción concreta, sustentable y de largo alcance a la rabia y a la voluntad de cambio multitudinarias, aunque se tenga la convicción de que el actual régimen está en su fase terminal, una consideración fundamental que, se esté de acuerdo con ella, o no, ha sido poco retomada del discurso de AMLO.
Lo que sigue: la lucha contra la imposición, consumada o no, tiene sus propios ritmos y reclama sus propias modalidades de coordinación y dirigencia que no pueden ni deben ser asumidas en condición protagónica por López Obrador ni por Morena: los actores sociales de esa gesta tienen, en conjunto, una presencia mucho mayor que la del lopezobradorismo, pero los une un propósito a fin de cuentas coyuntural. En cambio, para la organización política que se ha venido configurando alrededor del tabasqueño el objetivo es una transformación nacional que no se agota en la disputa por la presidencia ni, tampoco, por consiguiente, en la lucha contra una presidencia.
El gran desafío de Morena no es impedir que Peña tome posesión, sino dar coherencia a sus acciones en las dos vías de acción que se ha planteado: la institucionalidad política y la resistencia social. Por eso es tan importante el debate ya en curso, de cara al congreso de noviembre, sobre la modalidad que debe adoptar el movimiento: mantenerse como está o buscar el registro como partido político. En esta perspectiva, cae por su propio peso que el objetivo inmediato, además de la definición organizativa propia, es detener las reformas impulsadas por el priísmo en los terrenos laboral, hacendario y energético. El freno a tales reformas sería equivalente a introducir un desarmador en los rayos de la rueda de una bicicleta en movimiento y colocaría al próximo gobierno oligárquico bajo una presión acaso insostenible.
Ciertamente, este horizonte puede parecer anticlimático y exasperante ante el tamaño del hartazgo por los agravios, los atropellos y la insolencia de los poderes de facto. Es bueno reflexionar, por eso, sobre el diagnóstico de la fase terminal del régimen. Si es certero, de la sociedad depende que esa fase dure semanas, meses, años u otra década.
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Presenta Morena a sus integrantes documentos de análisis y reflexión  
Preservarla como movimiento nacional o solicitar registro como partido, las opciones

Tras el anuncio de Andrés Manuel López Obrador de abrir la consulta para determinar si el Movimiento Regeneración Nacional se convierte en partido político, la organización puso a disposición de sus integrantes documentos que argumentan en favor de que Morena se preserve como movimiento nacional y otros por que obtenga el registro como partido.
Los autores de los textos que abonan a mantener al movimiento como tal son Armando Bartra, Luciano Concheiro y Alejandro Encinas. En cambio, quienes pugnan por que Morena se transforme en partido político son Eduardo Cervantes Díaz Lombardo, Jaime Jópez Vela y Félix Santana Ángeles. Por lo anterior se hizo el llamado porque estos documentos apoyen a la reflexión de los simpatizantes.
Morena también dio a conocer la convocatoria a su congreso nacional del 19 y 20 de noviembre próximo, que incluye una lista de 108 comisionados nacionales, donde aparecen los nombres de perredistas, petistas e integrantes del Movimiento Ciudadano que no han definido aún su futuro en sus respectivos partidos.
Entre otros, se encuentran Martí Batres Guadarrama, Adán Augusto López, David Monreal Ávila, Layda Sansores Sanromán, Raúl Morón Orozco, Salomón Jara, David Cervantes Peredo, Jesús Martín del Campo, Alejandro González Yáñez, Lázaro Mazón Alonso, Francisco Garduño Yáñez, Fabiola Alanís Sámano y Leticia Quezada.
También aparecen Bertha Elena Luján, Octavio Romero Oropeza, Raquel Sosa, César Yáñez y José Agustín Ortíz Pinchetti, quienes fueron miembros del gabinete legítimo de López Obrador, así como Ricardo Monreal Ávila, que fue su coordinador de campaña. Forman parte de la lista los hermanos de López Obrador, Pío y José Ramiro, así como su hijo Andrés López Beltrán.
Todos ellos asumirán como tareas informar sobre el proceso de fortalecimiento de Morena y de los propósitos de sus congresos nacional, distritales y estatales, y entregarán a todos los delegados efectivos los proyectos de documentos básicos para su lectura, análisis y reflexión.
Los documentos, que fueron elaborados por Armando Bartra, Luciano Concheiro y Alejandro Encinas, fueron presentados por la organización como a favor de que Morena continúe como movimiento.
Bartra sostiene que lo principal es que Morena siga siendo un movimiento amplio, plural, incluyente y combativo, que lucha por el cambio de régimen vía electoral, pero también resistiendo reformas neoliberales y políticas antipopulares, apoyando demandas populares e impulsando el cambio verdadero, mientras Concheiro resalta que Morena surge como movimiento social cuando los conflictos políticos no pueden ser procesados básicamente por las instituciones y aparatos del Estado, entre las que destaca el sistema de partidos políticos.
Encinas, en tanto, señala que la formación de un nuevo partido no garantizaría necesariamente la unidad del movimiento progresista. Más aún, pondrá en riesgo la viabilidad de nuestros aliados. Por tanto se manifiesta por la creación de un partido frente para evitar la fragmentación electoral de la corriente política más importante de oposición en el país.
Por otra parte, en los documentos que argumentan en favor de que Morena se transforme en partido, Eduardo Cervantes señala la desconfianza social en los partidos, e incluye a PRD, PT y Movimiento Ciudadano, porque no representan las expectativas ni las necesidades de la gente, y también señala la corrupción de muchos de sus dirigentes y el abandono de los principios y del proyecto que dicen defender. En el caso del PRD, acentúa que su descrédito es tan grande como su extravío. Asegura que un partido como Morena garantizaría concepciones, estilos y prácticas diferentes a las tradicionales, con una democracia interna a prueba de arribistas y trepadores.
Jaime López Vela considera, a su vez, que al constituirse en partido político, el Movimiento Regeneración Nacional nos permitirá ejercer influencia en el ámbito de los órganos de gobierno y en la modernización del Estado por medio de la representación popular para alcanzar la Presidencia de la República en la búsqueda de dignificar el quehacer político y promover el desarrollo de la democracia.
Finalmente, Félix Santana Ángeles plantea que refundar la izquierda, convirtiendo a Morena en partido político en este momento histórico, es abrir un camino para el necesario relevo generacional; es limpiar a la izquierda de cacicazgos incapaces, ineficientes y faltos de convicción.
El proyecto de estatutos de Morena plantea que podrán afiliarse (a la organización) los mexicanos mayores de 15 años dispuestos a luchar por un cambio verdadero y que estén de acuerdo con los principios, valores y formas de organización que nuestro movimiento determine.
A los afiliados se les denominará protagonistas del cambio verdadero y tendrán entre otras responsabilidades aportar regularmente, de acuerdo a sus posibilidades, para el sostenimiento del movimiento, así como defender con los medios a su alcance a los miembros y dirigentes de la organización de ataques de nuestros adversarios.
Conforme a la convocatoria, 124 mil 500 congresistas o delegados distritales decidirán con su voto (en el mes de noviembre) si Morena se mantiene como asociación civil o se convierte en partido político.
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El futuro de Morena
  • Entreguismo y complicidades de los chuchos
  • Consejera de la UACM
Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez

La historia de aquel partido político que prometía una lucha frontal contra la injusticia, en todos los órdenes, con base en la honestidad de sus líderes, ha terminado.
La intención de los que fundaron el PRD el 5 de mayo de 1989 tal vez se vea un tanto satisfecha por los momentos históricos en los que la derecha tuvo que echar mano no sólo de los servicios de las instituciones electorales que fabricaron su democracia, y de los amanuenses que alimentaron durante los periodos del neoliberalismo, sino también de las fortunas de los que esperan ver su inversión retribuida, para impedir que la izquierda, apoyada en la voluntad popular, llegara al poder.
Sí, tal vez, pero esto no cancela el seguro sentimiento de frustración que causó el asalto de los serviles y los traidores a los órganos de gobierno perredista. A partir de ese momento se inició la larga agonía de ese partido, y fue el domingo pasado cuando, al fin, ya muerto el organismo, se declaró su deceso oficial.
No se trata de intenciones unipersonales ni de caprichos; el país requiere de un partido de izquierda real –ni vieja ni moderna, eso no existe– sino de una agrupación que encabece a todos los que buscan aliviar la injusticia que se acentuó en México con la imposición de una forma de gobierno en la que se puso precio al ser humano, se redujo el quehacer del Estado y se permitió el galopar salvaje del capitalismo, donde la única forma de gobierno es la que dicta el mercado. Eso fue lo que aceptó la izquierda moderna.
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