Patricio Montesinos
Rebelión
En la medida en que se acercan las elecciones generales en Bolivia, previstas para 2014, Estados Unidos acelera la puesta en marcha de viejos y frustrados métodos de subversión, muy bien conocidos en varios países de Latinoamérica, y que han sido experimentados contra Cuba desde los primeros años de su Revolución, en la década del 60 del pasado siglo.
Realmente, Washington ha demostrado que carece de iniciativas en su actuar beligerante contra los procesos revolucionarios, lo cual se descubre fácilmente si se indaga solo un poco en la historia de sus andanzas perversas e ilegales para conseguir derrocar gobiernos en América Latina, a los que considera “adversarios”.
Entre las principales medidas incluidas en los planes de subversión de los regímenes norteamericanos y sus servicios secretos, como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), sobresalen denigrar continuamente acerca de los máximos líderes de los procesos revolucionarios, crear falsas contradicciones entre sus principales dirigentes, alentar y exacerbar conflictos locales y con naciones vecinas, y fabricar “opositores”, financiados sin escrúpulo alguno por el Pentágono.
Bolivia es hoy blanco de ese caduco y chapucero accionar de Estados Unidos motivado porque el presidente Evo Morales es un “enemigo” a destronar en esta región, debido al proceso de cambio que protagoniza en su país a favor de los más desposeídos, además de por su diáfanas posturas antiimperialista e integracionista.
Una campaña mediática contra Evo vinculada a su supuesto patrimonio personal se ha intensificado en las últimas semanas con la complicidad de “portavoces” conservadores sin prestigio alguno, y medios de prensa en poder de la débil y desacreditada derecha tradicional boliviana.
Paralelamente, se pretende desde el exterior e internamente hacer ver, sin fundamento alguno, que existen “profundas divergencias” entre el Presidente de Bolivia, y su Vicepresidente Álvaro García Linera, utilizando para ello elementos racistas y de carácter étnico, dado el hecho concreto de que el mandatario es indígena, y su segundo de raza blanca.
Se ha llegado incluso a publicar, por un medio desconocido de un país sudamericano, que Linera estuvo implicado en un supuesto atentado contra Evo, lo que constituye un verdadero embuste, ideado evidentemente para lograr el añejado precepto imperial de “divide y vencerás”.
Vale recordar que Washington aplicó, y aun las pone en práctica, idénticas campañas contra Cuba para hacer creer que entre el líder de la Revolución, Fidel Castro, y el actual presidente Raúl Castro existen contradicciones de fondo.
Similar hace contra la isla caribeña, y lo materializa actualmente en Bolivia y otras naciones latinoamericanas como Venezuela, Ecuador y Nicaragua, la fabricación de “opositores pacíficos”, personajillos que no paran de repetir como papagayos falacias, y criticar sin argumentos cualquier determinación de los ejecutivos progresistas de la región, por bien pagadas instrucciones de Washington.
Las autoridades y el pueblo bolivianos deben estar preparados para esas embestidas de Washington, muy bien coordinadas con los sectores derechistas nacionales, las cuales se intensificarán sin duda alguna en lo adelante de cara a los comicios de 2014.
Incluso es de esperar que las campañas contra Evo incluyan rumores sobre su estado de salud, como lo han hecho en repetidas ocasiones con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y otras tantas incontables, con Fidel Castro.
Los métodos y el objetivo final de la Casa Blanca y sus servicios especiales son bien sabidos, pero no por ello pueden ser menospreciados, aunque es cierto también que en los últimos años han fracasado por los vientos revolucionarios y de unidad que soplan con fuerza en Latinoamérica.
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