Así lo detalla un análisis elaborado por personal de las áreas de inteligencia de la Procuraduría General de la República (PGR) en los últimos meses de la administración de Felipe Calderón, que retrata la grave crisis de inseguridad y violencia que azota a la entidad gobernada por el priista Eruviel Ávila.
De acuerdo con el documento, las organizaciones en pugna son el llamado Cártel del Centro y la Nueva Administración –derivadas de la célula de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie; La Mano con Ojos, reminiscencia del Cártel de los Beltrán Leyva con la que, según la investigación, aún tienen conexión; La Familia Michoacana; Los Caballeros Templarios, y Los Zetas.
Asimismo, sostiene que las disputas son parte de los reacomodos de las bandas luego de los seis años de la llamada “guerra contra el narcotráfico” iniciada por Calderón. Los enfrentamientos se concentran en los municipios mexiquenses colindantes con Michoacán y con el Distrito Federal, tanto en el oriente como en el norte.
Hoy, se insiste en el escrito al que este semanario tuvo acceso, el Estado de México es un auténtico polvorín. Las organizaciones criminales tienen presencia en al menos 52 de los 125 municipios de la entidad que gobierna Eruviel Ávila.
Y advierte: Las masacres de las primeras semanas del año son hechos “eventuales” e indican el inicio de una abierta disputa por los territorios mexiquenses y su población, pues la violencia llegó ya a localidades que antes no estaban contaminadas.
En la colonia Ahuizotla, en Naucalpan de Juárez –colindante con la delegación Azcapotzalco–, por ejemplo, presuntos sicarios de Los Zetas llevan meses amedrentando por teléfono a los propietarios de negocios. Les piden una cuota mensual para que sigan operando; quienes se niegan son amenazados, explica el dueño de una mueblería, quien se niega a pagarles porque, dice, no tiene el dinero ni quiere volverse esclavo de los extorsionadores.
En Echegaray, una colonia de clase media, los vecinos comentan que recientemente se registró una balacera entre presuntos policías federales por la disputa de un botín que estaba en una casa de seguridad. En Los Remedios, colindante con la Basílica de Los Remedios, las extorsiones también están a la orden del día, según los vecinos.
Los antiguos amos
En los últimos años, sobre todo durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2005-2011), el Cártel de los Beltrán Leyva afianzó su hegemonía en territorio mexiquense. Al principio eran socios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; a partir de enero de 2008, tras el rompimiento de esa alianza, se acercaron a La Federación.
La organización tenía el control en Huixquilucan, Tlalnepantla, Atizapán, Naucalpan y Cuautitlán Izcalli, según el documento de la PGR. Huixquilucan era el centro de sus operaciones; ahí tenían casas de seguridad en las que solían reunirse Arturo Beltrán Leyva, Édgar Valdez Villarreal, Gerardo Vázquez, El Indio, y Sergio Barragán Villarreal, El Grande, entre otros. Su alianza con Los Zetas permitió a los Beltrán Leyva afianzar su presencia en la entidad.
El análisis oficial explica también que tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva, en diciembre de 2009, el Cártel de los Beltrán Leyva se fracturó. Por un lado quedaron Héctor Beltrán Leyva y Los Zetas; por otro, Édgar Valdez Villarreal con El Indio, mientras que El Grande comenzó a operar por su parte.
De esas fracturas surgieron nuevas organizaciones, como el Cártel del Centro, la llamada Nueva Administración, cuyos integrantes tienen presencia en Huixquilucan, Cuautitlán, Ecatepec, Naucalpan, Tlalnepantla, Coacalco y Nezahualcóyotl; también se formó La Mano con Ojos, con presencia en Atizapán, Naucalpan, Huixquilucan, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli, según consigna el documento consultado por la reportera.
Y añade: “Los Beltrán Leyva limitaron también su expansión territorial. De tener presencia en 12 estados –Baja California, Coahuila, Quintana Roo, Nuevo León, Chiapas, Aguascalientes, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Morelos, Guerrero, Estado de México– y el Distrito Federal (hoy) sólo conservan los últimos ocho territorios, algunos de los cuales se encuentran en disputa”.
Las nuevas organizaciones
El documento oficial explica que La Familia nació a mediados de los noventa como “un proyecto de concentración de negocios delictivos (robo de autotransportes, secuestro, trasiego de drogas y armas, etcétera) a escala local y regional en el estado de Michoacán”.
Durante 15 años la organización ha pasado por seis etapas, lo que evidencia sus rupturas y una falta de continuidad en sus mandos, lo cual la hace más violenta.
Según la PGR, en la primera etapa Carlos Rosales Mendoza, El Tísico, cohesionó a pequeños grupos delictivos locales para alcanzar operaciones regionales en Michoacán. En esa época la organización era conocida como La Empresa; en la segunda, la organización se alió con los Valencia, liderada entonces por Armando Cornelio Valencia, quien controlaba el mercado de las metanfetaminas.
La tercera etapa, de acuerdo con el documento consultado, se inició con la ruptura del Tísico con Los Valencia a raíz de la captura de José Cornelio Valencia en 2002; en la cuarta, Rosales Mendoza aceptó la propuesta de Osiel Cárdenas Guillén de aliarse con la organización Golfo/Los Zetas. El acercamiento duró poco: en 2003 fue detenido Osiel y al año siguiente cayó El Tísico.
Los nuevos líderes de La Familia Michoacana: José de Jesús Méndez Vargas, El Chango; Dionisio Plancarte; Nazario Moreno González, El Chayo o El Más Loco, y Servando Gómez Martínez, La Tuta, comenzaron a molestarse por la injerencia de Los Zetas en Michoacán y las altas cuotas de “derecho de piso” que los integrantes del Cártel del Golfo cobraban a la organización para pasar por la ruta de Nuevo Laredo.
El documento señala que antes de la supuesta muerte del Chayo, el 9 de diciembre de 2010, La Familia Michoacana se fracturó a causa de los desencuentros entre Moreno González y El Chango. La ausencia del Más Loco acentuó la división, creándose una nueva organización, Los Caballeros Templarios, cuyos líderes son La Tuta y Enrique Plancarte Solís, El Kike.
En 2011, tras la captura del Chango, quedaron al frente de La Familia sus hermanos Godofredo y Luis Antonio Méndez Vargas. No obstante, el análisis de la PGR indica que no han consolidado su liderazgo, lo que provoca traiciones y pugnas intestinas en la organización.
“El desarrollo de actividades delictivas por parte de La Familia –dice el documento– ha disminuido considerablemente… así como las extorsiones, particularmente a comerciantes de diversos ramos. (Hoy) los homicidios se concentran en el Estado de México.”
La PGR tiene claramente identificada la presencia de La Familia en los municipios de Donato de Guerra, Zinacantepec, Toluca, Ixtapan de la Sal, Tenango del Valle, Tlalnepantla, Chalco, Ixtapaluca, La Paz, Ecatepec, Tecamac, Tultepec y Nezahualcóyotl, donde se registró el mayor número de ejecuciones en enero pasado.
“La falta de cohesión (en La Familia) propiciará mayores índices de violencia, derivado de las purgas y las deserciones que se registren en la estructura delictiva”, señala el documento.
Y advierte que, en un primer momento, Los Caballeros Templarios intentarán someter a La Familia mediante la violencia y apoderarse de los municipios mexiquenses colindantes con el estado de Michoacán y con el Distrito Federal:
“Mientras la confrontación entre La Familia y Los Caballeros Templarios se mantenga, los índices de violencia y de extorsión aumentarán, debido a que ambas estructuras, harán lo propio para hacerse de recursos con el objetivo de financiarse.”
Según el documento, en los últimos meses del gobierno de Felipe Calderón, el líder de Los Caballeros Templarios en el Estado de México es un sujeto apodado El Gallito.
“La Familia ha pactado una alianza de conveniencia con las organizaciones de El Pacífico, El Golfo y El Milenio en contra de Los Zetas, creando con las dos últimas un grupo denominado La Resistencia, con presencia en seis estados: Michoacán, Jalisco, Estado de México, Morelos, Guanajuato y Colima, teniendo como objetivo prioritario y común la expansión de dicha organización y la eventual erradicación (de Los Zetas).”
A río revuelto… ganancia
de Los Zetas
“Los Zetas aprovechan la disputa entre La Familia y Los Caballeros Templarios y aumentarán su actividad en los accesos a Michoacán, vía Estado de México”, señala el documento de la PGR consultado por la reportera; algunas veces lo hacen en alianza con el cártel de los Beltrán Leyva.
Se identifica presencia de zetas en los municipios de Lerma, Tianguistenco, Jilotzingo, Nicolás Romero, Naucalpan, Tlalnepantla, Ecatepec, Chimalhuacan, Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco y Nezahualcóyotl.
La organización –que ya no se limita sólo al tráfico y venta de droga– ha experimentado “un incremento en los cuadros de sicarios”; también se detecta “la ampliación del espectro delictivo, como la privación ilegal de la libertad, extorsión, cobro de cuotas” a organizaciones funcionales locales o regionales dedicadas al tráfico de drogas, de armas y trata de personas… Las actividades de extorsión se extendieron hacia comerciantes y empresarios ante la alta rentabilidad que obtuvieron”, indica el documento de la PGR.
También alude al método de Los Zetas para reclutar a nuevos miembros, en estos momentos en que la violencia se recrudece en Ecatepec o Nezahualcóyotl:
“Se ha logrado establecer que reclutan a jóvenes en edad de cursar la educación media y superior, entre 15 y 30 años, para encubrir y proteger el desarrollo de actividades delictivas, especialmente en lo que se refiere al transporte de cargamentos de droga, así como para informar sobre acciones que realizan las Fuerzas Armadas en su contra.
“Los nuevos elementos en reclutamiento obtienen de manera inmediata un arma de fuego de uso exclusivo del Ejército; además, se les provee de un aparato de comunicación tipo Nextel y el pago en efectivo de más de 100 dólares durante su instrucción; posteriormente se les dan indicaciones para trasladarse a otros puntos, donde concluirían su entrenamiento en el manejo de armas de fuego de alto poder.”
Según el documento, estos datos deben analizarse en función de las características físicas de las víctimas de los enfrentamientos entre grupos delictivos antagónicos, cuyas edades oscilan entre 16 y 25 años. La mayoría de los jóvenes cooptados son desempleados y pueden ser reclutados en cualquier colonia marginada. Su perfil coincide con el rango de edad de los 103 ejecutados por las organizaciones criminales en el Estado de México el mes pasado.
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