Víctor Flores Olea
Por supuesto que se ha discutido acaloradamente la pertinencia o no de las últimas decisiones de Andrés Manuel López Obrador, sobre todo la de su toma de posesión como "presidente legítimo", junto con su gabinete "actuante". Las superficiales burlas han sido duras, pero como siempre en estos casos resulta indispensable ver los fenómenos en su evolución y en el largo plazo.
Escenografía y representación vacía. Lo que resulta extraordinario es que no se califique aún con adjetivos más duros a la contraparte oficial. Sobrarían ejemplos: ¿El fin de fiesta de Fox con su verbo suelto y su abandono de responsabilidad en la función? ¿Felipe Calderón, que ya nos anuncia inequívocamente mucho más de lo mismo y pone las bases para un alzamiento general o una guerra civil, en cuyas vísperas estamos, como nos dice Marcos?
No hay duda, vivimos una profunda crisis política y moral, y las instituciones están absolutamente desprestigiadas. Su utilización facciosa y para fines de corrupción las han despojado de toda credibilidad. ¿De qué lado entonces está la burla sangrienta, la traición al pueblo y la violencia destructora de cualquier legalidad?
La mentira y la estafa están del lado de lo establecido, mientras que del otro, el de la acción de AMLO y del Frente Amplio Progresista, es claro que se esfuerzan en encontrar la verdad, en restituir la autenticidad de la dirección del país, procurando sustancia para una recién nacida democracia que se opone a la rapacidad de la oligarquía. Sin someterse a los rituales establecidos que sólo están sirviendo para enmascarar a la "rosca" de los intereses inconfesables, aderezada con el dinero empresarial y los privilegios de la política facciosa.
Se trata de que la política de la verdad derrote a la política de la mentira, por primera vez en mucho tiempo. ¿Cómo deberá crecer y fructificar? Ya nos lo muestra prácticamente al día siguiente, como primer signo alentador: el envío al Senado de la República de la iniciativa de ley para combatir monopolios y precios que desangran al "consumidor", es decir, al pueblo, que se ve obligado a pagar muchas veces más de lo que se paga en otras sociedades por los mismos bienes y servicios.
De eso se trata: de que el "gabinete actuante" utilice todos los medios a su alcance para denunciar, para señalar, para modificar la situación imperante. Para presentar iniciativas de ley como en este caso y para invitar al pueblo a movilizarse y a exigir vigorosamente que sus razones y demandas sean atendidas. Por ese camino se advierte la posibilidad de una luz, de una transformación en bien de todos. Un camino que nos aproxime a la liberación y elimine de nuestro inmediato destino la asfixiante mentira y la antidemocracia esclavizantes.
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