Eduardo Ibarra Aguirre
Dentro de 24 días concluye el gobierno autodenominado del cambio, acaso en reversa, porque en varias materias básicas este país retrocedió a niveles que no lo había conducido ni el septuagenario Partido Revolucionario Institucional hecho gobierno.
En el rubro de institucionalidad democrática y Estado de derecho, por ejemplo, ni el más nepótico y autoritario de los presidentes del siglo XX ni del actual, se atrevió a violentar la arquitectura jurídica e imponer a la República la conducción gubernamental a cuatro manos o si usted gusta a dos cabezas, las de Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez .
Como ignaros y frívolos sin precedente, por lo menos en Los Pinos, la autodenominada pareja presidencial ostenta su condición y reta a los mexicanos con el “aunque les duela”.
Los detractores de los tórtolos que causarían hilaridad sino despacharan en la casa presidencial, porque entonces se vuelve tragedia, señalan con alguna frecuencia que la presidenta es ella y él sólo es el primer marido del país . Lo ignoro. Pero de corroborarse tan brutal aseveración dibujaría a plenitud el primitivismo de nuestra democracia política y de la institucionalidad republicana.
Semejante reflexión es válida también para la nacionalidad estadounidense y española que presuntamente sostenían José Luis Fox Pont y Mercedes Quesada Etxaide , respectivamente, padres del más incompetente presidente que haya padecido la República , con todo y los relativamente altos niveles de aprobación ciudadana con que cuenta --a base de un costosísimo aparato de imagología y propaganda--, pues como afirmó Ciro Gómez Leyva en Tercer Grado : “¡Y de qué le sirve!”. Lo primero haría legalmente imposible que el alto ejecutivo de Coca Cola hubiese siquiera sido registrado como candidato a la Presidencia de la República.
Con las dos presunciones que cada día se documentan más, y la reincidente declaración (de parte, relevo de pruebas) de Fox sobre la existencia de la pareja presidencial que nadie eligió y que es la negación de la institucionalidad democrática y republicana, sería suficiente para establecer sin hipérbole que en materia de democracia política el por fortuna agónico sexenio es de retroceso político.
Si al listado le añadimos el grave deterioro de la calidad democrática de las elecciones en Oaxaca, las generales del 2 de julio, Chiapas y Tabasco, entonces el cuadro se torna más que sombrío.
La abierta intromisión del titular del Ejecutivo federal en tareas propias del Legislativo y del Judicial como la enfermiza promoción del desafuero de Andrés Manuel López Obrador y del caso del Paraje San Juan, muestran cómo la ignorancia combinada con obsesiones de perdurar en el poder como grupo, es igual de peligrosa que los proyectos autoritarios de gobierno.
Y cuando la ignorancia, la turbiedad e incompetencia gubernamentales se combinan, los resultados son trágicos como lo muestran Pasta de Conchos, Sicartsa, San Salvador Atenco y ahora Oaxaca.
No omito, por supuesto, los avances innegables en transparencia gubernamental, pero éstos palidecen frente a la multitud de fideicomisos para manejar cuantiosos recursos público al antojo de Fox Quesada y de Francisco Gil Díaz . Además de que la moda es matar y desaparecer periodistas sin que el gobierno haga prácticamente nada.
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