Carlos Fernández-Vega
Problema minimizado por los pasados tres presidentes, pero sigue siendo una carga para el erario.
Allá por febrero de 1990, tras la renegociación "definitiva" del débito externo, cierto personaje que despachaba en Los Pinos presumía que los mexicanos "pueden decirle a sus hijos que el problema de la deuda ya no existe". En el sexenio siguiente, otro de los inquilinos de esa residencia descaradamente mintió sobre las cifras reales del endeudamiento público, a la par que se congratulaba por "lo bien" que había manejado este asunto. Más recientemente, quien enarboló la bandera del "cambio" para no cambiar nada decretó que el de la deuda pública "es un problema superado".
Pues bien, 16 años después de haberse decretado su "inexistencia" y de que aquellos hijos no han padecido más crisis tras crisis, las respectivas afirmaciones de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox contrastan con una lacerante realidad que al país le ha costado más de 2 billones de pesos sólo por el pago de intereses de ese "problema superado", sin contar "rescates", "saneamientos", Pidiregas y conexos en los últimos tres sexenios, para que al final de cuentas el saldo de la deuda pública lejos, muy lejos de su inexistencia reporte un crecimiento sostenido. Y le seguirá costando.
Así, dada la trayectoria, el inicio de la "continuidad" no tendría por qué ser distinto. Si bien los diputados están felices no sólo por su sospechosa "unanimidad", sino porque se agenciaron 20 mil millones de pesos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros para 2007, el panorama dista de ser el mejor en eso de la utilización de los recursos públicos, porque dicho monto, motivo de la alegría del legislativo, resulta 13.35 veces inferior al que se destinará al pago de l servicio de la deuda pública (interna y externa) en el mismo año.
En 2007 se destinarán 267 mil millones de pesos (90 por ciento de ellos directamente al pago de intereses) para cubrir los compromisos en materia de deuda pública (el pago de la llamada "deuda contingente" es aparte), un monto 10 veces superior al que se destinará (en caso de que la propuesta calderonista para este renglón no se modifique) al desarrollo social a lo largo del próximo año (27 mil 626 millones).
En el primer año de la "continuidad", del erario saldrán 731.5 millones de pesos cada 24 horas (sábados, domingos y días festivos incluidos) para cubrir el pago de intereses, más un pellizco para amortizar capital, de la deuda pública (interna y externa), contra 75.6 millones, en igual lapso, para desarrollo social. Y los 20 mil millones adicionales que los legisladores lograron arrancarle a la Secretaría de Hacienda se traducen 54.8 millones diarios.
Para el caso de la educación pública para la que el nuevo inquilino de Los Pinos aplicó un recorte de 4 mil 500 millones de pesos, que afectaría especialmente a la UNAM se propone un presupuesto de 142 mil 406 millones de pesos, es decir, un monto 46.5 por ciento inferior que el que se destinará al pago del servicio del débito pública (sin considerar, como mencionamos, "deuda contingente"). En este contexto, por cada peso que se erogue en educación pública se gastará 1.7 centavos en servicio de deuda pública. Por muchas reasignaciones que autoricen los fraternos cuan felices diputados, esta aberrante relación no cambiará sustancialmente.
No hay en la propuesta calderonista ni en la intención del Legislativo, mayor asignación presupuestal para 2007 que la destinada al servicio de la deuda pública. Lo mejor del caso es que según las versiones anteriormente citadas su "inexistencia" le costará al país 267 mil millones de pesos sólo en 2007, una cantidad 6 por ciento superior a la de 2006, y 33 por ciento mayor a la que se gastó, por igual concepto, en el primer año del gobierno foxista, cuyo titular decretó que el del débito público "es un problema superado".
Así, tan sólo en los pasados nueve años por este concepto del erario salieron alrededor de un billón 540 mil millones de pesos, 90 por ciento de ellos destinados al pago de intereses, de los que un billón 200 (más o menos) se cubrieron en el sexenio del "cambio". Por cierto, en ese mismo lapso, para el Fobaproa/IPAB (sin considerar "saneamiento" financiero de las instituciones bancarias que terminaron por extranjerizarse) se erogaron 310 mil millones de pesos, y va para largo.
Uno de los "logros" que más presumió el gobierno foxista fue el de la "reducción" de la deuda externa. El problema es que si por una parte se redujo el saldo del débito externo en aproximadamente 13 mil millones de dólares, y por la otra incrementó el débito interno en cerca de 60 mil millones de dólares (dejando a un lado otro tipo de endeudamientos), entonces el balance sexenal arroja un crecimiento de 47 mil millones de dólares en el saldo de dicha deuda.
Con Fox sentado en Los Pinos se erogó un billón 200 mil millones de pesos para el servicio de la deuda pública. En contrapartida, en el sexenio se destinaron 816 mil millones de pesos al sector educativo público, equivalentes a 68 por ciento de lo destinado al pago de intereses; por cada peso que se pagó por intereses, 68 centavos se gastaron en educación (en nómina, principalmente). Y si tal comparación no es suficiente, van otras igualmente abominables: por cada peso que se pagó por intereses en el sector salud se gastaron 15 centavos, 13 en defensa y seguridad nacional y cuatro en seguridad pública. Por si fuera poco, por cada peso para intereses se destinaron 19 centavos al sector energético, del que hoy salen los 20 mil millones de pesos que han hecho felices a los diputados.
Esos son los "logros", muy parecidos a la felicidad que en los legisladores provoca contar con 20 mil millones de pesos adicionales para 2007, es decir, el 7.5 por ciento de lo que se pagará por el servicio de la deuda pública. Así, quién es infeliz.
Las rebanadas del pastel
Felices fiestas y un apretado abrazo para todos.
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