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Por: Edna Lorena Fuerte
Cd. Juárez, Chihuahua, México
El primer ejercicio presupuestario de un gobierno es fundamental en el análisis de las líneas de operación económica, e incluso política, que ejercerá durante su periodo. En estos días, todos los mexicanos hemos seguido la información entorno al presupuesto para el ejercicio fiscal 2007.
El análisis sobre las disposiciones que regirán el sistema económico gubernamental durante todo el año entrante debe pasar por diversas partes: desde la propuesta del Ejecutivo, hasta el paso por ambas cámaras y los ajustes que esto le implica.
Partamos entonces con, al menos, las más llamativas consideraciones: la disminución al presupuesto de educación, marcado por el escándalo que causó el recorte a la partida de la educación superior, con la consecuente unión de los sectores y personajes que lograron revertir el agravio y dar señas de una participación activa contra imposiciones de gobierno.
Sumado a lo anterior, hay que destacar el aumento en las partidas relacionadas con el asunto de la seguridad, desde las secretarías implicadas, hasta el sueldo de todos los activos del Ejército Mexicano; lo que parecería natural ante las diversas problemáticas a las que se enfrenta el nuevo gobierno, el narcotráfico encabezando la lista.
Pero en un análisis un poco más abierto, lo que hemos descrito aquí puede decirnos mucho sobre las prioridades de este gobierno, sobre sus apuestas operativas y los intereses en los que se fincará su ejercicio. Entonces pensemos, apostar a la seguridad como prioridad principal suena un tanto inconsistente, en un país con urgentes rezagos educativos, de empleo y de salud, es decir, el bienestar mínimo de la población.
Junto con lo anterior, es fundamental atender a la actuación del Legislativo en este proceso de definición del presupuesto. La unanimidad expres con que actuó la Cámara de Diputados sobre la Ley de Ingresos y la Miscelánea Fiscal da señales positivas en lo tocante a las posibilidades de acuerdo y operatividad del órgano, pero debe ser analizada también sobre la base de la crítica constructiva necesaria y el enriquecimiento de las propuestas a través del debate.
Luego, en el Senado, la divergencia sobre la Ley de Ingresos, en especial sobre el impuesto a los refrescos no suena alarmante, en el contexto de equilibrio de fuerzas y diversidad de proyectos; pero no debemos dejar de lado los usos facciosos y los intereses de partido que muchas veces frenan iniciativas en las cámaras.
Más que un análisis que entre al juego de pros y contras que podamos hallar en el presupuesto, la invitación, querido lector, es a que ampliemos nuestra visión de lo que implica la definición de un presupuesto, más aún cuando es el primero del sexenio. El presupuesto es, sin lugar a dudas, el principal ejercicio proyectivo, veamos en él hacia dónde quiere ir este gobierno.
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