Sique
Para entender cómo se forma o cómo se estructura la conciencia tenemos que remontarnos a sus orígenes. Desde el psicoanálisis, la conciencia (lo consciente) se forma en el yo a partir de nuestro contacto con la realidad, con el mundo que nos rodea. Empezamos a tener conciencia de las cosas en la medida en que nos damos cuenta de su existencia a través de los sentidos y somos capaces de distinguirlas del sí mismo. El bebé cuando nace se encuentra en un estado casi de inconsciencia en su totalidad y no es capaz de separar el sí mismo del mundo que lo rodea. Su sensación de ser no percibe los límites que éste tiene. A partir de que sensorialmente va percibiendo la realidad externa e interna empezará a reconocerla como algo que tiene cualidades y a diferenciar lo que es distinto a él, irá percatándose de lo que es él, de lo que son las cosas y de lo que piensa y siente respecto a éstas.
Esta realidad esencialmente la misma para quienes comparten un espacio guarda algunas diferencias porque nuestras capacidades sensoriales varían y las afecciones a éstas también pueden ser distintas.
Por ejemplo, hay personas que son más sensibles a lo visual, otras a lo auditivo, otras a lo olfativo, y así el mundo va configurándose de manera distinta en cada uno de nosotros. Una misma realidad puede ser descrita atribuyéndole diferentes cualidades según la persona privilegie unas sobre las otras. Tres personas pueden opinar diferente respecto a una habitación y las tres pueden estar en lo correcto: así, una dirá que es cuadrada y sus paredes son amarillas, otra, que huele a plantas y otra más que es silenciosa y cálida, sin embargo las tres coinciden en que es una habitación. Las opiniones de las tres sólo coadyuvan a una descripción más completa de esa habitación. Ahora, si una de ellas dice que la habitación es cuadrada y otra que es redonda, una de las dos no está percibiendo de manera correcta la realidad. Por que esencialmente un cuadrado es distinto a un círculo.
Por otra parte, casi desde el inicio nuestras percepciones están asociadas a un sentimiento, a una emoción. Es decir, nuestras percepciones varían en función de las experiencias previas que tengamos respecto de una cosa. Tomemos por ejemplo la experiencia de un bebé que cada vez que se abre la puerta de su habitación entra un intenso frío; él va a asociar el abrirse de una puerta con una sensación desagradable; de tal forma cada vez que la puerta se abra llorará. Sin embargo, otro bebé que tiene la experiencia de que cada vez que se abre la puerta entra su madre con el biberón va a interpretar el abrirse de una puerta con la satisfacción de su hambre. En uno la apertura de la puerta se interpreta como un mal presagio sin embargo en el otro como uno bueno.
De ahí que la conciencia en un inicio se forma a partir de nuestras percepciones del mundo y las asociaciones que se hacen con estas percepciones en función de nuestras experiencias que son las que propician el conocimiento. Posteriormente entra la capacidad del pensamiento y la lógica racional que se da a partir del lenguaje. El pensamiento es capaz de relacionar varios elementos para explicarse la realidad y para interpretarla de acuerdo con las cualidades que en ésta percibe, las relaciones que éstas tengan en su conjunto y el juicio que se tenga sobre éstas.
Si uno ha tenido experiencias en que cada vez que se abre la puerta algo malo pasa pero cuando ésta se abre entra una niña sonriente con un ramo de flores, en ese momento el pensamiento lógico, a pesar de las malas experiencias anteriores, nos lleva a otra interpretación, es decir, si uno percibe niña, sonrisa y flores, la relación entre estos elementos conocidos nos da una idea diferente a la que tendríamos si entra un hombre por una puerta trasera con antifaz y pistola en mano, entonces, la conciencia permite percatarnos de lo que sucede refiriéndose al hecho en sí mismo. Por supuesto que en esta conciencia también interviene el factor experiencia y por tanto el conocimiento porque a través de éstos sabemos que una niña es inofensiva, que la sonrisa es un signo amoroso y que las flores son un símbolo de belleza que por lo general satisface nuestros sentidos. No nos lleva a la conciencia errónea de la que hablábamos en la introducción mediante la cual por ignorancia se toma lo verdadero por lo falso y lo falso por lo verdadero, lo malo por lo bueno y lo bueno por lo malo. El pensamiento racional evita que tengamos una idea falsa de las cosas por prejuicios. En el ejemplo, evita que supongamos que la niña viene a asaltarnos y a matarnos; o bien, que cuando entra un hombre por la puerta trasera con antifaz y pistola en mano interpretemos que se avecina una grata compañía.
En el diccionario, prejuicio significa:
1. m. Acción y efecto de prejuzgar.
2. m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.
Entonces observamos que la conciencia se forma a partir de las experiencias y de la utilización del pensamiento lógico que se expresa mediante el lenguaje. Sin embargo, existe otro elemento fundamental para que nuestra conciencia de la realidad sea certera y que podamos emitir un juicio al respecto y es aquí donde entran los valores.
Los valores universales son: la verdad, la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad y el respeto a los demás. Son valores porque a través de la filosofía y la experiencia histórica en la convivencia humana se ha llegado a la conclusión de que la vida de los humanos es mejor cuando éstos existen. Todos los pueblos han luchado por la verdad, la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad y el respeto por los demás y han progresado en la medida en que estos valores se establecen dentro de sus sociedades. Además de que cuando se ejercen dentro de las sociedades, las personas son más felices; están considerados como las obligaciones del ser humano para su armoniosa convivencia. Por otra parte estos valores constituyen esencialmente el amor entre los semejantes, son preceptos insertos en la ética y la moral.
En el diccionario, moral:
1. Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia.
2. adj. Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia. Prueba, certidumbre moral.
3. adj. Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano. Aunque el pago no era exigible, tenía obligación moral de hacerlo.
4. f. Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.
5. f. Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico.
La conciencia se forma entonces de acuerdo a la percepción de la realidad, la experiencia o conocimiento que hemos tenido de esa realidad, la interpretación que se hace de ésta en función del pensamiento y la asociación de esta realidad con los valores universales de la ética y la moral.
En resumen, la conciencia se logra a base del conocimiento y los principios morales que se tengan. Si queremos llevar a cabo una revolución de la conciencia tenemos que aprender a percibir la realidad tal como es, aumentar nuestros conocimientos y reflexionar respecto a los valores que rigen nuestra vida.
Mañana, capítulo 3. La verdad.
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