León García Soler
Un gesto basta para romper con el pasado inmediato, con el sexenio del cesarismo o del circo ambulante que empezó con cazadores de cabezas y acabó por hacer que las perdieran el Macabeo abajeño, sus amigos, la clerigalla, los 300 y algunos más. Trapacerías del rancho a la globalidad y el relevo de pretorianos por legionarios. Fox se convirtió en estatua. El humor negro de la sacristía puso su rostro a la magra figura de nuestro señor Don Quijote.
Pudo convertirse en sal, como la mujer de Lot, como Ernesto Zedillo, vivo en el legado de los jóvenes turcos de la nueva ortodoxia al servicio de Felipe Calderón. El que obliga a evocar el dedo índice de Adolfo Ruiz Cortines señalando a Miguel Alemán el día de la sucesión presidencial. Calderón no tuvo tiempo ni de hacer gestos ese día. Llegó, se puso la banda tricolor, protestó y se fue entre cajas, entre banderas. Pero habría índice de fuego en el gesto con el que recuperó el escudo nacional y cortó por lo sano con el águila mocha que quiso ser logo del gobierno de empresarios y quedó en sello de garantía de ineficiencia y fuga hacia delante.
Lástima que persiste la obsesión mediática de gobernar por medio de espots. Aunque el michoacano no para de actuar, como para demostrarnos que pasó el pasmo parentético del fenómeno Fox y hemos vuelto al ejercicio cotidiano de gobernar, de hacer política, acatar el mandato y reconocer que el funcionario público sólo puede ejercer las funciones que la ley le señala expresamente. Eso y saber que existe el Estado y reconocer su carácter laico, cuando menos mientras la derecha no logre reformar la norma constitucional. No está la Magdalena para tafetanes, decían las abuelas. No hay que pedirle peras a la higuera que reverdeció al asumir la primera magistratura Felipillo santo.
En San Lázaro se apareció el fantasma de navidades pasadas y los diputados aprobaron la Ley de Ingresos que les enmendó el Senado. Y procedieron a aprobar el presupuesto para 2007. Decidimos aprobarla por responsabilidad política, declaró solemnemente Carlos Navarrete cuando volvió de San Lázaro la cartita al niño Dios que les escrituró los diabólicos veneros del petróleo y la irresponsabilidad fiscal. No habrá aumento a lo que pagan los refresqueros, pero suplimos la merma de aguas negras del capitalismo con el flujo de excedentes del oro negro del petróleo expropiado, nacionalizado y refinado para combustible de la disciplina fiscal, el orden en el gasto público y el intocable cero déficit. Héctor Larios, Javier González Garza y Emilio Gamboa vestidos de Reyes Magos, Y un sonoro ¡jo, jo jo! de Agustín Carstens.
En estas fechas no hay que regatear mérito a hombres de buena voluntad. Hubo acuerdos parlamentarios; los enviados de Hacienda debatieron y acordaron con legisladores; el cabildeo de los dueños del dinero encontró oídos atentos; hubo espacios para reponer errores garrafales y escucharon atentamente a Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. Hacía falta un siquiatra. El pobre diablo panista que reprobó la inversión del erario en la educación pública superior volvió al estado catatónico. Motivos para festejar el quehacer político y parlamentario que permitió superar el primer escollo, el del poder de la bolsa. Pero no hay que olvidar que en la levedad del sexenio anterior se aprobaron por unanimidad ley de ingresos y presupuesto en el primero, segundo y tercer año de desgobierno.
En ese tenor, Manlio Fabio Beltrones supo ser y hacer oposición responsable. Lo que resiste apoya, gustaba decir Jesús Reyes Heroles. El de Tuxpan, huasteco al fin. Hundido en la fosa que excavaron los gobernadores y sectores para enterrar la candidatura de Roberto Madrazo, los del priísmo buscan a quién apoyar para resistir la marcha de sonámbulos con rumbo al olvido. Mariano Palacios Alcocer prepara el relevo; Rosario Green, senadora, destaca en reuniones como la convocada por Madeleine Albright, en la que 15 antiguos secretarios del exterior vieron el drama de Darfur y concluyeron que la comunidad internacional tendría que imponer sanciones y actuar de inmediato para contener la violencia genocida. El PRI tendrá que elegir entre Beatriz Paredes y Enrique Jackson. No hay más cera que la que arde.
Quien resulte elegido para conducir al PRI "no debe ser candidato a la Presidencia de la República", declaró Beatriz Paredes. Lo mismo dijo ya Enrique Jackson. Ambos aprendieron la amarga lección de la derrota de 2006. Desde la burda labor de zapa de Eduardo Bours, hasta el discreto desmantelamiento del aparato de campaña entre la mayoría de los gobernadores del PRI que hicieron cuanto pudieron para asegurar la derrota de Roberto Madrazo. Hubo también desplomes por la grieta amarga del descontrol interno, como en Tabasco; operadores de eficacia probada maniatados por el dejar hacer, dejar pasar y, de paso, alentar las movilizaciones y el desbordamiento de activistas en Oaxaca. Digamos que los del PRI no supieron ser oposición, no resistieron y, en consecuencia, no apoyaron ni a los suyos.
Origen es destino, decían los clásicos. Hoy, Ulises Ruiz es gobernador de Oaxaca. Enrique Rueda, líder de la sección 22, se deslinda de la APPO y Rafael Ochoa, dirigente del SNTE, anuncia la creación de la sección 59 en Oaxaca, integrada por disidentes de la 22. Polvos de aquellos lodos, de la defenestración de Elba Esther Gordillo en San Lázaro. De la puesta a prueba de la maestra milagrosa y de cómo capitalizar la capacidad política en la multiplicación de facciones de la pluralidad facciosa. Miguel Angel Yunes pone su pica en Flandes y despacha como director del ISSSTE; Francisco Yáñez es designado director de la Lotería Nacional.
Y Fernando González es subsecretario de Educación Básica y Normal. Puede ser por filiación política, o constancia burocrática. Cuando a don Cleofas Borunda le preguntaban en Chihuahua quiénes eran el del Cadillac, el del Mercedes Benz, el del Lincoln Continental que paseaban ya entrada la mañana, contestaba lacónicamente: "Esos trabajan de yernos, m'ijo".
Un gesto basta, a veces. Felipe Calderón tuvo que decidir la integración de una policía nacional y actuar de inmediato; preparar iniciativas de ley que reformen, entre otras, la institución del Ministerio Público; y enviar personal del Ejército, de la Marina y de las policías federales a Michoacán. Emprendió la guerra que había anticipado sería costosa en tiempo, dinero y vidas para imponer el imperio de la ley y contener la violencia criminal. Van a necesitar templanza los funcionarios de la ley y el orden para no caer en la represión, no ejercer la violencia legal con medios y métodos ilegales; no ceder a la tentación del dinero, al torvo dilema de "¿plomo o plata?" Y, aunque parezca increíble, a las luces de la era del espectáculo, las buenas intenciones de defensores de los derechos humanos y las criminales acciones de los violadores de esos derechos.
Por lo pronto. Hay presupuesto y se acabó 2006. Lo mejor hubiera sido que todos pudiéramos haber seguido la pauta que fijó el gobernador Fidel Herrera Beltrán en Veracruz, y cumplido con la tradición china de pagar todas las deudas antes de comenzar el año nuevo.
Pero así es esto del arte de lo real y lo posible. No hay que pedirle peras a la higuera.
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