Editorial
El panista Manuel Espino abrió su mandato al frente de la Organización Demócrata Cristiana de América (OCDA) con un discurso agresivo, de conquista. "Vamos por los gobiernos de América Latina", dijo ayer sábado, tras la inauguración de la nueva sede de dicha organización.
El político mexicano aseguró que, para buscar tales resultados, la OCDA establecerá alianzas con quienes comparten sus "propósitos y metas programáticas", y apoyará la oposición en aquellos países gobernados por la izquierda.
La ODCA fue creada en abril de 1947 en Uruguay. De acuerdo con datos extraídos de su página de Internet, tiene como principios fundamentales el humanismo cristiano y un perfil político que gira en torno al "nuevo centro humanista y reformista". Su actuación, señala, obedece a siete ejes temáticos: "humanización, equidad, más y mejor democracia, familia, educación, medio ambiente e integración".
En la actualidad, integra a 33 partidos y movimientos políticos de 25 países del continente de perfil conservador. De acuerdo con este organismo, sus afiliados reúnen a más de un tercio del electorado latinoamericano y es, por tanto, la principal fuerza política del continente. En estos 50 años, la ODCA ha allanado el camino al capitalismo salvaje y sus representantes en América.
Ahora, en pleno siglo XXI, esta organización pretende ofrecer una nueva cara. Espino anunció que, mediante una plataforma que será impulsada desde México, se combatirá a los gobiernos populistas y se llevará a cabo la promoción e instauración de los gobiernos de tipo centro-humanista. "Queremos instaurar la democracia en donde sólo existe simulación electoral. Queremos fortalecer la democracia donde es una realidad aún incipiente y consolidarla en instituciones que desempeñen el papel decisivo de canalizar y volver fecundos los esfuerzos de libertad y justicia en el orden social", dijo.
El dirigente cubano Marcelino Millares fue más directo al afirmar: "Básicamente hay una necesidad de presentar propuestas políticas reales capaces de contraponerse a las propuestas de (Hugo) Chávez y (Fidel) Castro. Esta ODCA que preside ahora Manuel Espino será más política. Ofreceremos propuestas regionales por un lado y, por el otro, ayudaremos a los partidos miembros nuestros a llegar al poder".
De acuerdo con los planes de los miembros de esta organización regional, República Dominicana deberá ser su próximo triunfo. "Estamos haciendo lo posible para que gane el Partido Reformista Social Cristiano", reconoció Millares.
Pese a los esfuerzos de Espino y sus correligionarios, su discurso no aporta nada a la larga tradición del organismo ni a la situación política de las empobrecidas naciones de América Latina. Hablan de propuestas novedosas, pero de innovación no hay nada, por el contrario, se percibe un gran estancamiento en ideas. De hecho, los proyectos religiosos y neoliberales impulsados por los gobiernos de este signo, desde hace varias décadas, siguen su curso en mayor o menor medida en todo el continente.
Si los miembros de la ODCA pretenden renovar su discurso y ayudar a las naciones del continente a salir adelante, deberían dejar fuera prácticas perjudiciales para la sociedad, como su oposición sistemática a la educación laica.
Es aún menos creíble que los líderes de esta organización hablen de democracia y equidad, por mencionar dos puntos elementales de su discurso, cuando el sistema económico impuesto en buena parte de América, impulsado en gran medida por la democracia cristiana, ha desalentado la democracia y la igualdad de derechos y oportunidades y actualmente existe una criminal desigualdad que ha condenado a más de la mitad de los latinoamericanos a la pobreza. No hay que olvidar, además, que el actual gobierno mexicano asumió el poder luego de llegar al poder en una elección repleta de irregularidades.
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