Carlos Fernández-Vega
Todos se muestran preocupados pero los precios de básicos siguen aumentando y nadie hace nada
En plena campaña en pos de la Presidencia de la República y ante ofertas similares de sus principales contendientes, el candidato panista prometió a los electores reducir las tarifas eléctricas, pero no "al chilazo", porque al ciudadano "se lo cobran en tortillas..."
Pues bien, ya sentado en Los Pinos, Felipe Calderón no ha reducido las tarifas eléctricas, pero sí ha dado luz verde para que a los ciudadanos se les aplique la receta de "cobrar en tortillas", ergo, que paguen a precio de oro el alimento nacional, porque su gobierno no meterá las manos para frenar la escalada de precios, ni la especulación, ni la concentración, ni nada de nada.
Por el contrario. Ya lo dijo el otrora escudero de Fox y ahora presunto secretario de Economía, Eduardo Sojo (quien mucho tuvo que ver en la implementación de la fracasada política económica del "cambio"): no existe "posibilidad de que el gobierno controle el precio de la tortilla... a medida que sube el precio y hay más incentivos, van a sembrarse más hectáreas, habrá más producción como respuesta al incentivo del mercado". Mientras, dijo, "la Procuraduría Federal del Consumidor vigilará que no haya abusos en las ventas" (en un mercado libre, sin control, como el pregonado por la "continuidad", ¿quién definirá el abuso?).
Mal arranca un gobierno que para que los mexicanos "vivan mejor" permanece pasivo ante la escalada de precios que se registra desde finales de noviembre: leche popular, tortilla, maíz, pan, gas, electricidad, gasolina, transporte, educación, tarifas en general, cigarros, refrescos, y lo que se acumule esta semana, al tiempo que solapa incrementos salariales menores al crecimiento inflacionario. Si esa es la idea para que los mexicanos "vivan mejor", sálvese quien pueda. Lo mejor del caso es que los contrincantes de la "continuidad" tenían (Calderón dixit) "propuestas locas que afectarán el nivel de vida de los ciudadanos".
Días antes de la supuesta renovación de gobierno, en este espacio se comentó: ''preparaos mortales para afrontar una mayor pérdida de poder adquisitivo por el impacto inflacionario de la escalada de precios, que a guisa de despedida nos deja el carismático Vicente Fox y su fatídico gobierno del cambio, no sin la cómplice satisfacción y palomeo de la mini administración que llega (habemus continuidad).
''Aumentos en los precios de gasolina, diesel, leche popular, tortilla, gas, tarifas eléctricas y demás bienes de consumo masivo que se registran en este cierre del ominoso gobierno foxista, cuyo gran timonel acordó con su heredero pagar el costo político de dicha escalada para que el Felipillo se lave su 'manos limpias' en esto que los tecnócratas llaman 'decisiones difíciles, pero necesarias'.''
Todavía no se procesaba el 23 por ciento de aumento en el precio de la tortilla (de 6.5 a 8 pesos el kilogramo a finales de noviembre), cuando Liconsa y su misterioso consejo de administración decretaron un incremento de 28.57 por ciento al precio de la leche popular (de 3.5 a 4.5 pesos). Sin dar oportunidad para digerir esta última "adecuación", la Secretaría de Hacienda tuvo la gentileza de autorizar alzas de 3.66 y 2.86 por ciento, más IVA, a los precios de la gasolina Premium (cobran el nuevo precio por el "viejo" combustible) y el diesel, respectivamente, que se suman a los que mes tras mes se hacen a las autorizadas en tarifas eléctricas (17 por ciento en los últimos 12 meses) y gas, precios que afectan a toda la cadena productiva.
Eso fue entonces y es ahora, porque cuarenta y tantos días después la escalada de precios se mantiene, y lo más estimulante del caso es que al Banco de México lo único que le preocupa es "el constante incremento en el precio del jitomate", de acuerdo con su angustiado gobernador, Guillermo Ortiz.
La simulación, pues, como método de gobierno. Todos están preocupados (finge, que algo queda), y no sólo las supuestas autoridades. Tal es el caso de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), que ofrece "no incrementar el precio de la tortilla". Sin embargo, como todo en la vida, esta patriótica decisión tiene su bemoles: a) "las tiendas asociadas sostendrán su compromiso, siempre y cuando no incremente el costo del maíz" (lo que sucede de tiempo atrás), y b) "las tiendas afiliadas podrían tener capacidad para atender la demanda de máximo (sólo) 5 por ciento en el consumo de tortillas" (uno de cada cinco consumidores; los otros cuatro que "vivan mejor").
Pero no sólo los comerciantes. Expertos en el arte de la simulación, los legisladores, por medio de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, "exhortaron" a Felipe Calderón que ponga en marcha "un programa urgente" que frene la escalada de precios en productos básicos como la tortilla, leche, pollo, carne de cerdo y res. En acuerdo "de urgente y obvia resolución" y "por unanimidad pedimos que instruya a los secretarios de Economía, Eduardo Sojo, y de Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, así como al procurador federal del Consumidor, Antonio Morales de la Peña, que en tanto se establezca los precios de los granos, se implementen los mecanismo provisionales para evitar que los incrementos en los precios de la tortilla, huevo, leche, pollo, carne de res y de cerdo, afecten la economía de los más necesitados y que las medidas que se tomen no afecten a los productores nacionales de maíz".
Las rebanadas del pastel:
Ante tal panorama, ahora más que nunca la memoria debe estar conectada. Por ejemplo, allá por los no muy lejanos tiempos de la campaña electoral, el Felipillo se decía "muy preocupado" porque "el poder adquisitivo de los mexicanos se erosiona progresivamente". ¡Sorpresa! Ya sentado en Los Pinos mete el acelerador para que los mexicanos "vivan mejor". O peor, qué más da, total llegó donde quería llegar.
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