La mayoría proviene de Guerrero, Oaxaca y Chiapas; viven hacinados y expuestos a varios peligros
"Los padres los traen a fuerza": empleadores
ERNESTO MARTINEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL
Nueva Italia, Mich., 20 de enero. José, de nueve años, aún no sabe leer ni escribir, y su hermana Bileidi Magaña Bucio, de 11, apenas va en cuarto año de primaria, pero todas las mañanas cosechan limón o jitomate. En ocasiones ella no va a la escuela para prolongar su jornada y ganar más dinero, pues su papá falleció hace tres años y tiene que ayudar a su mamá con los gastos.
A veces gana 50 pesos y cuando se apura casi alcanza 100, pues por cada caja de jitomate que llena le dan 10 pesos. Una vez la picó un alacrán, pero no le pasó nada. Dice que le gusta ir a la escuela, pero tiene que trabajar, casi siempre de siete a 13 horas, cuando la temperatura alcanza hasta 40 grados a la sombra.
Ellos son ejemplo de los aproximadamente 40 mil niños de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán que laboran de jornaleros agrícolas en esta última entidad, y lo hacen en pésimas condiciones, pues algunos padecen intoxicaciones, picaduras de animales ponzoñosos y mordeduras, además no asisten a la escuela o lo hacen sólo en ocasiones.
Grandes ejidos y pequeñas propiedades de Apatzingán, Tepalcatepec, Aguililla y Nueva Italia, entre otras regiones, se han quedado sin trabajadores debido a que han emigrado a Estados Unidos, por lo que los propietarios contratan familias completas procedentes de otras entidades, incluidas esposas e hijos.
En el estado laboran 100 mil 876 jornaleros. Son familias completas al margen de las prestaciones sociales, sin estabilidad laboran, habitan viviendas sin servicios y son objeto de atropellos a sus derechos humanos, indicó Clara Ochoa Valdés, titular del Consejo Estatal de Población.
Treinta y siete por ciento de los jornaleros no sabe leer ni escribir; 59 por ciento estudió algún grado de primaria, y el resto, alguno de secundaria. Sólo 11 por ciento cuenta con servicio médico y por los cambios de clima en los lugares donde laboran, 46 por ciento de este sector padece alguna enfermedad respiratoria o gastrointestinal.
En el ejido El Ceñidor, donde laboran José y Bileidi Magaña, Antonio Hidalgo Santillana tiene sembrado aguacate y limón; admite que se ve en la necesidad de contratar a toda la familia aunque no se hace responsable.
"Si el papá decide traerse a la mujer y toda la mata, primero les digo al subirse a la camioneta: 'yo te invité a ti, y no a toda la familia, tú corres el riesgo, porque si una avispa, un alacrán o lo que sea le pica al niño, es rollo tuyo'", recalca.
Para cortar jitomates en 10 hectáreas se contratan hasta 40 personas de 10 a 50 años. "No se puede pagar mejor porque uno apenas si gana un poco, y a veces ni siquiera se recupera lo que se invierte, si acaso cada cinco años le pega uno a algo, por eso no nos echamos compromisos de nada, si nos quieren meter al bote que nos lleven, porque sabiendo de la advertencia yo no voy a vender una vaca para la curación de un niño.
"Lo que sí no es bueno es el contacto de los niños chiquitos con los fertilizantes e insecticidas, porque su cerebro es pequeño y el aroma del químico se les va a la cabeza, ya se han dado muchos casos y en lo que le busca el doctor se les muere el niño. Nosotros les decimos que no queremos gente chiquita, pero ellos se los traen a güevo".
Hidalgo Santillana señala que los mayores quieren trabajo y necesitan que los niños los ayuden, además que para la cosecha de jitomate ellos son muy rápidos porque no se necesitan agachar mucho.
Viven hacinados en galerones, como en el porfiriato, y todavía compran en tiendas de raya, comentó Fabio Galeana Márquez, responsable del programa Jornaleros Agrícolas de la Secretaría de Desarrollo Social.
Escasa asistencia social
Los gobiernos federal y estatal sólo brindan asistencia social a 15 por ciento de esos trabajadores, quienes ganan entre 60 y 120 pesos diarios. El presupuesto destinado al Programa Jornaleros Agrícolas ha sido en los dos años recientes de más de 4 millones 390 mil de pesos, de los cuales 3.5 millones los aporta la Sedeso y 878 mil el gobierno del estado.
Los jornaleros laboran principalmente en la producción de melón, en los municipios de Huetamo y San Lucas; legumbre, limón y toronja, en Apatzingán y Parácuaro; aguacate, en Uruapan, Ario de Rosales y Peribán, además de otros siete municipios; caña, en Los Reyes, Taretán, Tacámbaro y Turicato.
Asimismo, en la siembra y cosecha de limón, mango, pepino, plátano y papaya en nueve municipios, entre ellos Apatzingán, Parácuaro, Gabriel Zamora, Tepalcatepec y Coahuayana, y jitomate, chile, cebolla y tomate en Yurécuaro, Tanhuato y Vista Hermosa.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario