Por: Edna Lorena Fuerte
Cd. Juárez, Chihuahua, México
Hemos identificado por lo general el desarrollo con el cambio en nuestras condiciones naturales, en el campo esta idea ha tenido una repercusión de innegables efectos, pues su desarrollo ha ido de la mano de la explotación desmedida, con el consecuente desequilibrio ecológico.
En Chihuahua, por las condiciones orográficas en que vivimos, no ha sido fácil el trabajo agrícola, de acuerdo con el INEGI, más de la mitad de nuestro territorio no es apto para la agricultura (52.6 %), pues la composición de nuestro suelo es una tercera parte matorral (32.41%), otra bosque (29.42 %) y la restante Pastizal (23.89).
Lo cierto es que en nuestro estado sólo se explota el 7.38 % para la agricultura, en gran parte debido a estas condiciones naturales; pero no sólo por ella, pues como bien saben los agricultores chihuahuenses, existe una potencialidad en nuestro estado que no ha sido explotada. De acuerdo con el citado instituto, el 31.99 % de nuestro territorio sería susceptible de un uso agrícola mecanizado continuo.
Esta cifra nos habla de una posibilidad enorme para el desarrollo del campo en nuestro estado, que sumada a la explotación de los recursos naturales que proporcionan los distintos tipos de suelo, podría impulsar de manera acelerada y exponencial, a nuestro sector agrícola.
Pero pensar en este desarrollo, retomando la idea inicial de este artículo, nos lleva a hacer propuestas responsables que no limiten el desarrollo de nuestra gente del campo, pero que tampoco pongan en riesgo nuestros, ya de por sí menguados, recursos naturales.
La idea de un desarrollo sustentable nace de la opción real de no contraponer desarrollo con equilibrio ecológico, pues no se trata de frenar el uso de nuestros recursos, sino de crear los proyectos y programas que aseguren la sustentabilidad de su explotación.
El campo en Chihuahua urge de una mirada creativa, de propuestas concretas y proyectos que acerquen opciones de tecnología para un aprovechamiento adecuado. No sólo se trata de incentivos, o subsidios, sino que éstos vayan acompañados de una visión de conjunto, un proyecto estatal de empuje que no sólo levante a los actuales productores, sino que impulse la creación de mayores áreas de explotación agrícola.
Hay ejemplos de países en condiciones orográficas similares, o aun menos afortunadas, que han logrado hacer de este sector primario la base de su economía, pensemos en el caso israelita. Los métodos que utilizaron pueden ser aplicables al campo chihuahuense, de tal manera que podamos ir construyendo un futuro de solidez que equipare nuestro desarrollo industrial y de mayores oportunidades de empleo, de calidad, y saque del abandono al campo, pues aunque retórico, nos hará poder pensar en que la soberanía alimenticia para nuestro país es viable.
La dependencia de los mercados internacionales en materia alimenticia, de básicos como el maíz, es uno de los temas que requieren una urgente atención de parte de nuestros gobiernos, y la solución no está en un decreto o un movimiento del mercado o los índices de la macroeconomía; la solución está con nuestra gente del campo, con sus necesidades y rezagos, pero sobre todo, con la potencialidad de nuestros recursos, tanto humanos como naturales. Es necesario salvar al campo, pues estaremos construyendo la salvación para nuestro futuro próximo.
Soy Edna Lorena Fuerte y mi correo es edna_fuerte@yahoo.com para sus comentarios. Muchas Gracias.
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