Luis Hernández Navarro
José Hernández, el cartonista de La Jornada, dibuja a José Luis Soberanes como un can, en cuatro patas, vestido con mandil, mientras Felipe Calderón cabalga en sus lomos y le indica el rumbo que debe seguir. Al fondo, una sombra le comenta a otra: "Pobre Soberanes... Debería quejarse ante la CNDH por cómo pisotean su dignidad". El cartón se llama: "José Luis Sumisiones".
Un día antes, El Fisgón presenta al ombudsman dando gritos de júbilo, ataviado con una playera con la consigna "Sí a la vida", frente al sepulcro de Ernestina Ascensión. Su trabajo lleva por nombre: "Defensor de la derecha".
Ese mismo sábado 26 de mayo, Antonio Helguera lo muestra sosteniendo en mano una carpeta que dice: "Recurso de incostitucionalidad contra el aborto" mientras desde su tumba Ernestina Ascensión pregunta: "¿Alguien duda ahora que fui violada por soldados?" La caricatura se titula: "El de los trabajos sucios".
Este lunes, en El Universal, Naranjo dibuja a un obispo que porta un cartel en el que se lee: "Contra la despenalización del aborto". Debajo de sus faldas pueden verse los pies de la CNDH y la PGR. El título de la viñeta es: "Tres en uno".
Uno tras otro, distintos cartones aparecidos en la prensa nacional presentan al titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) lo mismo como tapete del poder que en actitud canina hacia el Presidente de la República. Los dibujos dan cuenta del descrédito y desprestigio que han alcanzado el ombudsdman, la comisión que preside y sus últimas iniciativas. Reflejan el estado de ánimo que existe entre un sector de la opinión pública al que le preocupa la justicia.
Efectivamente, está muy extendida la percepción de que en lugar de defender a los ciudadanos de los abusos del poder, José Luis Soberanes ha emprendido una desaforada carrera por agradar a Felipe Calderón y servir de tapadera de los agravios cometidos.
Apenas la semana pasada, Amnistía Internacional -una de las instituciones más reconocidas y respetadas en el terreno de los derechos humanos- advirtió en un detallado y serio informe la gravedad de la situación mexicana. Sin embargo, ni tardo ni perezoso, el ombudsman quiso descalificarlo. "Creo que es una opinión muy exagerada. En nuestro país sí tenemos problemas en materia de derechos humanos, pero no como para que se le califique de país indolente."
Decenas de muertos, desaparecidos, mujeres violadas, detenidos injustamente no son, para el doctor Soberanes, un hecho grave. Los más de 500 presos políticos no son, para él, muestra de indolencia. ¿Cuántas atrocidades más necesitan ser perpetradas por las fuerzas del orden para que se califique de indolente al país?
Infausta paradoja: en el momento en el que México atraviesa por la más grave crisis en materia de derechos humanos en años, la comisión que debe hacerle frente no sólo es inoperante, sino claramente facciosa. Cuando más necesario es que exista un órgano con autoridad moral para frenar -o al menos documentar- la impunidad de los de arriba, ese órgano está más desprestigiado que nunca.
La lista de los "errores", omisiones y complicidades de la CNDH con la violación de derechos humanos crece día con día. Atenco, Oaxaca, la violación y muerte de Ernestina Ascensión y, para rematar la faena, la demanda de controversia constitucional contra el acuerdo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal de despenalizar el aborto.
Este último hecho es la gota que derrama el vaso. El 25 de mayo, José Luis Soberanes utilizó a la CNDH como un partido confesional. A pesar de que asegura que "el debate no puede centrarse en razones religiosas- Estado laico", en los hechos le hizo el trabajo sucio a quienes han convertido esas razones en el centro de su rechazo a una medida de salud pública. Las reformas recientemente aprobadas no obligan ni invitan a nadie a abortar.
Hace menos de un mes, una parte importante de la opinión pública vio entre sorprendida e indignada cómo Soberanes asumía funciones que no le corresponden para absolver a los militares que violaron y provocaron la muerte de Ernestina Ascensión en la Sierra de Zongolica.
Javier Pérez Pascual, alcalde del municipio de Soledad Atzompa, de donde es originaria la hoy occisa, señala que la CNDH es una "tapadera del poder". El edil asegura: "Nosotros vimos que es una burla que hace la CNDH (...) La comisión nacional no está para defender los derechos humanos, sino al Presidente de la República, por cuestiones de intereses (...) el pueblo ha sufrido una gran violación a sus derechos".
La misma indignación provocaron entre las víctimas el tardío e insuficiente informe final y la recomendación que emitió la CNDH sobre el conflicto político-social en Oaxaca. De entrada porque no señala los nombres de los responsables y exculpa a Felipe Calderón de hechos en los que el gobierno federal tuvo abierta responsabilidad. Carmen López, vocera de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), afirma que éste es "insuficiente, contradictorio, incompleto y presuntamente peca de ingenuo (...) es una caricatura y simulación".
Ricardo Lueve, integrante del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad (CCTI), aseguró que en el caso de Atenco la CNDH incumplió la tarea para la que fue creada y con su recomendación sobre los hechos de violencia que sucedieron allí sólo está tratando de legitimarse.
Convertido en José Luis Sumisiones, la permanencia de José Luis Soberanes al frente de la CNDH está en entredicho. Si de verdad conserva todavía algún pudor, si mantiene algún compromiso con la causa de los derechos humanos, lo mejor que podría hacer es presentar su renuncia.
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