De María José:
Si tú no eres gente campesina, pero has viajado a algún lugar de nuestro país por carreteras que atraviesan bosques y campos, habrás percibido en ocasiones un olor lejano que, se dice, es olor a zorrillo.
A algunas personas les gusta ese olor (el lejano, claro) quizá porque les trae amables recuerdos de su infancia cuando los papás los llevaban de día de campo, o de la adolescencia cuando iban de excursión con sus compañeros y compañeras de secundaria y no tenían mayores preocupaciones ni responsabilidades.
Sin embargo, es bien sabido que cuando un zorrillo expele su fétido líquido y llega a mojar la ropa o cualquier otra cosa, el olor es insoportable, horrible y tremendamente difícil de quitar por más que se lave el objeto sobre el cual cayó.
Que me perdonen los zorrillos por la comparación que voy a hacer, pues aparte de esta hedionda evicción que los caracteriza, son animalitos de apariencia simpática y amable; les tomo prestada pues, esa peculiaridad.
Pero antes voy a relatar algo que me sucedió hoy y que viene al cuento con lo que quiero decir al referirme al olor a zorrillo.
Una vez a la semana viene una señora, como de 55 años, a ayudarme con el trabajo doméstico. Ella es una magnífica persona a quien conozco de hace mucho y con quien tengo una relación amable y respetuosa; a veces le presto algunos DVD para que los domingos los vea en su casa con su familia o se lleva también libros que le interesan de mi no muy surtida biblioteca que sobre todo tiene obras de historia.
Pues bien, esta mujer, doña Rosa, que tiene entre sus cualidades un oído magnífico, escuchó hoy lo que yo escuchaba al estar viendo un video de TEVES y se apresuró a preguntarme “si había ganado…” Yo le dije que sí, que claro y ella como que exhaló un suspiro de alivio. Sin embargo, me entró la duda: “¿a quién se refiere usted, doña Rosa?” y ella me contestó “Pues a la televisora que quería quitar Chávez en Venezuela”
¡Pero cómo, señora Rosa! ¿Por qué dice usted eso? ¡Ganó el gobierno!, ¡ganó el pueblo venezolano!, le dije, y ella me contestó: “Ay, pues como han estado diciendo en la televisión que ese Chávez quiere acabar con la libertad de expresión… pues yo creí que…”
Como conozco y estimo a doña Rosa, sin ánimo de ofenderla traté de explicarle que las cosas no eran así y que televisa y tv azteca sólo dicen mentiras, sólo calumnian, sólo están al servicio del gobierno del enano y de los anunciantes que lo apoyaron. Si, me dijo “mi hijo ya me ha dicho que para qué veo la televisión y que, en todo caso, vea el canal 11 y el 22 que no son tan malos”.
¿Ves, ahora, lo que quiero decir con olor a zorrillo?
Eso es lo que expelen los televisos y los aztecos; la infame programación que no contribuye a la educación de la gente, sino que, al contrario, la idiotiza, como sus infames telenovelas, sus reality shows, sus dizque informativos noticieros que no son sino vertederos de mierda en los que vomitan todo lo que sea nota roja, para el morbo; loas al gobierno panista y al del loco del norte; amenazas (¡ahí viene el coco!) de supuestos terroristas y lo mismo, las calumnias hacia los que protestan y luchan por sus derechos y los insultos y falacias contra los gobiernos latinoamericanos progresistas que sí ven por sus pueblos.
Ese es el olor a zorrillo marca televisa-azteca que ha caído sobre todos y todas las doña Rosa, gentes de buena fe que han sido engañadas por años y años.
Hedionez que no se quita fácilmente, que todo lo infecta, que atenta contra la bondad, la honradez, la solidaridad, la belleza.
Evacuación apestosa de aquellos a quienes no les importa otra cosa que hacer espectadores que consuman sus putrefactos productos para anestesiar sus conciencias y se vuelvan, así, ahora y para siempre consumistas irredentos que contribuyan a la engorda de las bolsas de los ricos.
Los zorrillos, también llamados mofetas, mapurites o chingues, echan su líquido por el ano cuando se ven amenazados. ¿Será por eso que la TV mexicana lanza su olor a zorrillo? ¿Porque quienes la patrocinan se están viendo amenazados?
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