Miguel Angel Velázquez
La suerte del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, como lo conocemos ahora, parece muy incierta. Por un lado, la banda de Felipe Calderón pretende desaparecerlo -cuando menos de su función total actual- para dar paso al proyecto en el que Fox vivió uno de los múltiples fracasos del sexenio del engaño: la terminal aérea de Texcoco; mientras el Ejecutivo local, Marcelo Ebrard, pretende no sólo su permanencia, sino que forme parte de los bienes administrados por el GDF.
En el ámbito federal existen contradicciones. Para unos el destino del Benito Juárez no es otro que el de servir de estación de carga y descarga, lo cual aliviaría, de manera importante, dicen, el tránsito problemático que ahora se tiene.
Para otros, simplemente ya no es funcional y se debería pensar seriamente en su desaparición, aunque están de acuerdo en que sería necesario crear una nueva estación, fuera de Texcoco, para fines diferentes al transporte de personas, y para ello tienen los intereses puestos en los terrenos de Tizayuca, en el estado de Hidalgo.
Como usted recordará, el tema no es nuevo, la discusión tampoco, así que el ingrediente novedoso es la petición que esta semana se hará formal, ante las autoridades correspondientes, de que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México -desde 2006 llamado Benito Juárez-, pase a formar parte del patrimonio de los habitantes, precisamente, de esta ciudad.
No se trata, ni con mucho, de una ocurrencia del gobierno capitalino. Todas las condiciones han sido estudiadas, una y otra vez, por expertos de las instituciones educativas más importantes del país, entre ellas, desde luego, la UNAM, para establecer un diagnóstico desde el cual se apoye la petición razonada del gobierno de Marcelo Ebrard.
Lo malo es que la decisión, por el momento, está en manos de una dependencia federal: la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la cual, en apoyo a los odios de Felipe Calderón, negarán, seguramente, la posibilidad a las autoridades defeñas, por más que los estudios, y las pruebas, demuestren que la administración de esa terminal debe estar en manos del equipo que gobierna en el DF.
El tema levantará una gran polémica en breve, y una nueva etapa del enfrentamiento entre las dos instancias de gobierno nos habrá de permitir conocer cosas que hasta ahora han quedado ocultas por el gobierno federal, y desde luego han servido a la corrupción que se da en aquella central.
Un botón de muestra que exhibe hasta dónde se han manipulado las cosas en el AICM, son los trabajos de construcción de la Terminal Dos. Según se nos informa, desde las oficinas del candidato Felipe Calderón se pidió a la dirección de la terminal que por ningún motivo se concluyeran las tareas de construcción durante el régimen de Fox, porque Calderón pretendía ser quien las inaugurara, y así fue, así será.
Con eso queda claro que no es posible confiar en las veleidades panistas que pasan por sobre los intereses del que paga impuestos para cumplir con sus caprichos. Por eso fueron minoría quienes votaron por ellos.
De pasadita
Ayer se reunieron todos los jerarcas del Partido de la Revolución Democrática. Andrés Manuel López Obrador llegó al encuentro acompañado de Marcelo Ebrard Casaubon, quien al hacer uso de la palabra se voló la barda. Más o menos expresó que casi todos los que acudieron a la reunión sabían por qué estaban allí, pero advirtió que había otros que ya se les había olvidado, o peor, que hacen como que ya se les olvidó la razón de ese encuentro, que no tuvo otro fin que señalar las tareas para el gran mitin del 1O. de julio. Algunos de los asistentes dicen que Víctor Hugo Círigo tragó camote.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario