Número 176 – junio 12 de 2007 - El Turbión
Por: Juan Diego García
Por: Juan Diego García
Categorías como 'ciudadano', 'libertad' o 'democracia' forman parte de ese universo de principios de la revolución burguesa cuyos contenidos dependen siempre de quién los interpreta en función de sus propios intereses.
Por supuesto que resulta reconfortante asumirlos como valores universales y atemporales, como nortes o imperativos independientes de toda realidad empírica o histórica. También lo es sostener que, si bien aún no se cumplen plenamente, verán algún día su realización para bien de la humanidad. Un buen deseo éste, que sólo mentes malignas no suscribirían.
El asunto viene a colación con motivo de la no renovación de la licencia a una cadena de televisión venezolana –Radio Caracas Televisión (RCTV)– y los mares de tinta derramados, no menos que por la indignación despertada en los despachos de los grandes medios de comunicación del mundo y hasta en los parlamentos de Estados Unidos y Europa.
Evitando caer en reiteraciones innecesarias, sí parece conveniente llamar la atención, al menos, sobre cuatro aspectos de interés.
El primero se refiere a la razón jurídica, es decir al sustento legal de la medida.
No se trata de una incautación o expropiación, porque la empresa afectada no es dueña del espacio que usa. Tampoco se trata de un cierre: tan sólo no se concede una prórroga a la licencia de funcionamiento, alegando motivos considerados en la legislación del país. Hay que recodar que RCTV ya había sido sancionada y cerrada en cuatro ocasiones, y no precisamente por el gobierno de Chávez. En todos los casos, los motivos eran similares a los que ahora alegan las autoridades: falta de profesionalidad, violación de la ética periodística, sensacionalismo, baja calidad. Inclusive, fue acusada de promoción abierta de la pornografía. Esta empresa no se distingue, entonces, ni por su calidad ni por su vocación de servicio público. El escándalo, la incitación irresponsable y la promoción de la llamada televisión basura han sido siempre su bandera. Los reiterados insultos al jefe del Estado, por su origen étnico, constituyen en muchos países civilizados una incitación al racismo y están considerados en el código penal como delitos.
Por supuesto, RCTV no es la única que se distingue por tales 'virtudes'. Hay miles de estaciones de TV en el mundo que hacen lo mismo. Alegar la libertad de expresión para cobijar la promoción de la vulgaridad, del 'amarillismo' y del mal gusto –cuando no del insulto y de la calumnia– constituye una excusa inaceptable y sería de agradecer que otros gobiernos procedieran como lo hace Caracas con RCTV.
Chávez tuvo motivos suficientes para cerrarla cuando esta emisora apoyó abiertamente el golpe militar y las guarimbas –desórdenes públicos– que se saldaron con casi 20 muertes y el derrocamiento de un gobierno legal y legítimo, una intentona condenada universalmente –menos por Bush y Aznar– que, por fortuna, fracasó a los dos días.
Presentar a RCTV como una víctima del supuesto autoritarismo del presidente Chávez no se sostiene. Su decisión se apoya en una ley de 1987, tiene el respaldo de los jueces y tan sólo adquiere dimensiones de escándalo porque le sirve a una oposición irresponsable, débil y financiada desde el exterior.
En segundo lugar, es pertinente recordar que más del 80% de los medios de comunicación masiva están en manos de la oposición y, en muchos aspectos, hacen el papel de agentes activos de la política ante el evidente agotamiento los partidos tradicionales de la derecha. No hay censura en Venezuela, no hay un solo periodista preso o asesinado. Además RCTV continúa emitiendo por cable y por satélite. Sólo ha perdido un espacio que ahora se concede a otro canal de vocación educativa y popular.
En tercer lugar, vale la pena preguntarse si en realidad existe la libertad de prensa, en qué medida y dónde. Se trata de constatar cómo funciona la información y qué naturaleza le otorga el conjunto de circunstancias concretas en que opera. No es un secreto para nadie que existe un vínculo muy estrecho entre medios de información y grandes empresas. En las condiciones actuales, sin un capital enorme y, sobre todo, sin el respaldo de grandes grupos de intereses no parece realista emprender una aventura periodística que esté en condiciones reales de ejercer la mentada libertad de prensa, es decir, deberse tan sólo a la verdad, la objetividad y la ponderación y colocarse, entonces, lejos de la información tendenciosa, el mensaje interesado o la simple y burda manipulación. ¿Existe en el planeta un medio de comunicación privado que no pertenezca a un grupo muy poderoso de capitalistas? ¿Puede en consecuencia, informar de manera que afecte a esos intereses? Estados Unidos, supuesto paraíso de la libertad de prensa, acaba de darnos una gran lección al respecto: mientras todo el mundo sabía que Washington estaba mintiendo sobre los motivos de la guerra de Irak, los grandes medios manipulaban a la opinión pública para obtener aquel enorme apoyo popular al presidente Bush. A tales niveles llegó la manipulación grosera que, hasta hace poco, un porcentaje preocupante de la ciudadanía estadounidense seguía creyendo que Sadam Hussein era el culpable del ataque del 11 de septiembre. Hasta el New York Times, refugio supuesto de la conciencia liberal de ese país, hizo el juego y justificó la agresión –naturalmente, por 'motivos patrióticos'–. Sólo la dura realidad de la derrota bélica rompió el hechizo.
La prensa no comprometida con grupos de intereses empresariales, es decir, los medios que 'se deben al público en general' se pueden contar con los dedos de la mano y sobran varios, suficientes para contar las publicaciones de izquierda que existen en algunos países y que apenas llegan a pequeños círculos. Siempre se puede acudir a las entidades gubernamentales, supuestamente neutrales. Pero una entidad como la BBC, que en principio podría ser el mejor ejemplo de lo que debe ser un medio independiente y al servicio de la ciudadanía, ya mostró sus enormes limitaciones, precisamente, con relación a la participación británica en la agresión a Irak. Las manipulaciones de Blair, denunciadas por ese medio, costaron el misterioso y oportuno suicidio de quien filtró la información y la destitución de los directivos de la cadena. ¡Todo un ejemplo de buen hacer y de respeto a la libertad de prensa!
Internet aún funciona como un espacio abierto para ejercer la libertad de expresión. Pero ya se escuchan voces que sugieren los 'enormes peligros' que eso supone y claman por establecer controles adicionales al espionaje descarado que hacen los gobiernos. El sistema Echelon, de Estados Unidos, no es el único.
Finalmente, y en cuarto lugar, a Chávez le queda el reto de construir en el espacio que deja RCTV un ente serio, ameno y respetuoso del derecho ciudadano a la información. Seguramente, no podrá funcionar en concordancia plena con el ideal liberal clásico que aspira a una información no partidista y supuestamente ajena a intereses particulares, pero sí otra en beneficio de las amplias mayorías de la población, las mismas que en nueve ocasiones seguidas han dado en las urnas un amplio respaldo a la Revolución Bolivariana, las mismas que han llenado las calles apoyando la medida del gobierno, sencillamente porque sienten que el nuevo canal de TV es suyo y no de las minorías de siempre."
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