Luis Javier Garrido
A un año del fraude electoral del 2 de julio de 2006, el gobierno de facto de Felipe Calderón Hinojosa ha ido de fracaso en fracaso, y a pesar de haber tomado, como se esperaba, drásticas medidas antipopulares que le han concitado un importante repudio social, no ha logrado alcanzar un respaldo real más que de los grupos minoritarios que colaboraron al fraude para seguir haciendo prevalecer sus privilegios.
1. El siglo XXI se ha iniciado en México con un fracaso histórico del Partido Acción Nacional en el gobierno, y luego de la desastrosa administración de Vicente Fox Quesada y de su secuela aun todavía más deplorable, la de Felipe Calderón, se ha confirmado lo que ya se sabía: que el panismo carece de un proyecto nacional y que sus gobiernos a nivel local o nacional no pasan de ser más que remedos y secuela de los peores gobiernos de la experiencia priísta, los de la tecnocracia que se apoderó del aparato estatal de México en 1982.
2. Las dos administraciones panistas que sucedieron a los 72 años de gobiernos del partido de Estado evidenciaron muy rápidamente su ineptitud para actuar en función de los intereses nacionales, que subordinaron mucho más que en el pasado a los intereses de las trasnacionales y de unos cuantos grupos de traficantes de influencias -aquellos que financiaron y organizaron el fraude de 2006-, y en consecuencia no sólo han actuado en contra de los intereses populares, sino que también lo están haciendo en contra de la propia libre empresa a la que pretendían iban a favorecer y que ahora el gobierno espurio de Calderón está también aniquilando.
3. El mayor fracaso del PAN y de Calderón no está nada más en el desastroso manejo de la economía y en su subordinación a los reclamos de Washington para controlar estratégicamente el país y adueñarse del petróleo y los recursos no renovables, sino en el ámbito de la política, pues el futuro del gobierno ilegítimo de Calderón está en manos de los priístas que colaboraron al fraude, lo mismo de Salinas que de Elba Esther con sus secuaces, y pasa por el mantenimiento de las estructuras antidemocráticas del pasado: los fraudes electorales, el corporativismo y el control totalitario de la televisión.
4. El PAN que empezó a llegar al poder a nivel local y nacional tras los acuerdos de 1988 de Salinas de Gortari con su dirigencia encabezada por Luis H. Alvarez y sus dos ayudantes de entonces, Carlos Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos -quienes concertaron las primeras concertacesiones-, conservó el programa reaccionario del partido creado en 1939 por Manuel Gómez Morín, pero poco guardó ya de sus postulados éticos y político-democráticos, de manera que el actual PAN de Calderón no es más que una organización ultraderechista al servicio de los peores intereses nacionales y trasnacionales.
5. El patrimonialismo de los panistas o su sometimiento a los intereses del exterior no distan mucho del que los priístas mostraron en sus peores momentos, y lo más significativo es que en el PAN actual no hay un debate de ideas. Los partidarios de Calderón y los de Fox y Espino son muy parecidos: los yunquistas están en ambos bandos y no tienen diferencias de fondo, pues se trata de una disputa del poder por el poder.
6. Los panistas que ocupan desde 2000 los principales cargos de la administración, surgidos de cuadros del empresariado, de las organizaciones clericales y del yunquismo, no tienen ética alguna ni más vocación por el poder que en función de enriquecerse y, en el mejor de los casos, de hacer valer las exigencias de la extrema derecha. Al carecer de principios y moverse por el afán de hacer negocios, su preocupación central es apoderarse cada vez más del poder político e ir excluyendo gradualmente del mismo no sólo a los sospechosos de tener compromisos sociales o ideas "de izquierda", sino también a sus aliados priístas, conforme a los planes diseñados por los "transitólogos" estadunidenses que los asesoran junto con los enviados del PP de Aznar.
7. Los panistas de Calderón han mantenido y profundizado las estructuras y las prácticas de abuso del poder de sus maestros, los priístas, y a nadie ha sorprendido, a pesar de la retórica sobre la austeridad, que el general Guillermo Galván (titular de la Sedena) gastase casi un millón de pesos por un viaje "oficial" de unos días a Brasil (La Jornada, 11/6/07) o que Beatriz Zavala (titular de la Sedeso), encargada supuestamente de "combatir la pobreza", haya estrenado un suntuoso vehículo para millonarios, utilice cinco autos para su equipo personal de seguridad y pague semanalmente millonarias cuentas en restaurantes de lujo (El Centro, 28/6/07).
8. La reconversión panista del régimen pasa necesariamente por la consolidación de una elite corrupta impune y por lo mismo la tarea que cumple Calderón con mayor atingencia, a través de Eduardo Medina (titular de la PGR) y de Germán Martínez (Secretario de la Contraloría), es encubrir los múltiples actos de corrupción no sólo de la mafia de Salinas, señalada por su vinculación al narcopoder, sino de la familia de Vicente Fox. Nada están haciendo para investigar, no se diga la utilización de los excedentes petroleros para beneficio del grupo foxista y de grupos privados, sino el escandaloso enriquecimiento de la familia de Fox, que le está permitiendo erigir un centro de actividades en su rancho.
9. El Congreso de la Unión y la SCJN han callado lo que es de extrema gravedad ante la noticia que se hizo saber de que Fox, por encima del marco constitucional, desvió millonarios fondos públicos para financiar la guerra estadunidense en Irak.
10. La disputa que se está dando por la nación un año después del fraude es, por lo mismo, muy clara y en este escenario no se puede olvidar que no sólo están en riesgo los recursos estratégicos de México, sino que en las cárceles hay presos políticos de la APPO, de Atenco y del zapatismo, y que ésa es una afrenta para todos los mexicanos.
viernes, junio 29, 2007
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