Mario M. Delgado Carrillo*
Hace seis años, las imprudencias y errores en el arranque del primer gobierno panista eran toleradas, con la esperanza de que se estaba en una etapa nueva y de aprendizaje. Al segundo año tal esperanza se diluyó, y unos más tarde que otros nos dimos cuenta que tendríamos un gobierno errático e improvisado durante seis años.
Los signos prevalecientes hasta ahora en el gobierno calderonista preocupan porque nos podrían estar mostrando nuevamente las características de lo que tendremos hasta 2012: la supeditación de las acciones de gobierno a la propaganda oficial y la obsesionante idea de socavar al Gobierno de la ciudad.
Así quedó demostrado en el penoso capítulo vivido a principios de esta semana con respecto a la deuda de la capital. El respetado trabajo institucional del área que tiene la delicada responsabilidad de mantener la estabilidad económica de todos los mexicanos y de las finanzas nacionales, se vio bloqueado por la decisión de Los Pinos de obtener provecho político de una decisión de naturaleza cien por ciento técnica y hasta rutinaria de administración de pasivos.
El comunicado publicado el lunes pasado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), no tiene precedente alguno. Si Fox utilizó a la PGR para perseguir políticamente a Andrés Manuel López Obrador, sin importar que con ello destrozara la credibilidad de la institución responsable de velar por la justicia de los mexicanos, ahora Calderón eligió a la SHCP para tratar de deslegitimar el exitoso proceso de refinanciamiento logrado por el Gobierno del DF en los mercados internacionales de capitales, recuperando el lenguaje y estilo de la guerra sucia utilizada en la pasada campaña electoral. Pero no es lo mismo destruir la confianza de una institución con un histórico déficit de credibilidad ante la sociedad , que la irresponsabilidad de minar la credibilidad de la SHCP y sus posibles impactos nacionales e internacionales a costa de una victoria pírrica.
¿Qué hubiera pasado si los analistas financieros de Nueva York, Madrid, París o Berlín -cuyos principales bancos están interesados en la ciudad de México- atienden el comunicado de crisis de la SHCP y deciden retirar sus ofertas de inversión en la deuda pública del DF?... No sabemos si calcularon ese escenario, pero sería bueno que alguien avisara en el gobierno federal sobre las consecuencias que puede tener enviar señales equívocas a los mercados. Si a la ciudad le va mal, le va mal al país entero, porque aquí se genera 23 por ciento de PIB; se concentra 60 por ciento de la inversión extranjera directa, 53 por ciento de la recaudación federal, y 75 por ciento del sistema financiero. Si la ciudad necesitara un rescate de su deuda, como lo planteó la SHCP, ello implicaría que las finanzas nacionales necesitarían un rescate, dado que la deuda del DF posee el aval de la Federación.
Afortunadamente nuestra ciudad está posicionándose en el mapa de la nueva economía global, y justo el mismo día que la SHCP emitía su declaratoria de rescate, la calificadora internacional FitchRatings ratificaba el AAA; es decir, la máxima calificación posible, soportada por la sólida estructura de ingresos propios, los programas de austeridad y disciplina presupuestaria, la recuperación sobresaliente de ahorro interno y el acceso a servicios básicos por encima del promedio nacional. Bajo la óptica del mundo financiero, esta calificación acabó de evidenciar la utilización de Hacienda como el nuevo instrumento de propaganda política contra la ciudad.
El refinanciamiento que finalmente se autorizó -tres horas antes de que se venciera el plazo para concretarlo con los bancos- es una operación que permitirá que los pasivos de la ciudad mejoren su perfil, dada la coyuntura internacional de gran liquidez que deriva en tasas de interés históricamente bajas, así como la profundidad que ha alcanzado el sistema financiero mexicano, donde los plazos de financiamiento ahora son posibles pensarlos a 10, 20 y 30 años. Al adecuar nuestra deuda a menores tasas se podrán ahorrar mil 500 millones de pesos en valor presente neto en toda la operación, y se podrán reducir y administrar mejor las amortizaciones de capital en un calendario de 30 años, con lo cual se podrán liberar y reorientar recursos destinados al pago de intereses a inversión en infraestructura. Dicha reorganización de amortizaciones evitará que el GDF requiera acceder al mercado financiero de manera importante durante los próximos años, lo que disminuye el riesgo de efectos macroeconómicos adversos que pudieran restringir eventualmente el acceso al crédito. Las condiciones que puede alcanzar la ciudad, gracias a este exitoso y oportuno proceso de refinanciamiento, podría llegar a niveles históricos en cuanto a plazos y terminar con un perfil igual o mejor que instituciones como CFE o Pemex.
Esta acción contribuirá en definitiva a terminar de golpe con cualquier otro intento de poner en duda la capacidad fiscal de la ciudad, y enterrar el mito de la deuda-crisis-rescate que se utilizó en la campaña y, lamentablemente, en estos días por el gobierno. Contaminar la conducción de las finanzas nacionales con la propaganda política puede ser, sin duda, un peligro para México.
*Secretario de Finanzas del GDF
domingo, agosto 05, 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario