Antonio Gershenson
A raíz de una explosión, que se considera relacionada con el mal estado de la red eléctrica en Barcelona, la ciudad se quedó sin energía eléctrica durante tres días, incluyendo, claro, la luz. Las empresas privadas responsables pusieron en marcha plantas de emergencia, consiguieron las que pudieron incluso las del ejército español, y anunciaron la solución del problema. Pero estas plantas no resultan suficientes, por lo que se considera "débil" el suministro eléctrico.
Hubo numerosas quejas en el sentido de que las empresas, a pesar de sus enormes ganancias, no habían invertido lo suficiente para mantener en buen estado la red eléctrica. Siendo la ganancia el móvil de estas empresas, no ponen en primer plano la calidad del servicio, sobre todo porque se trata de un monopolio.
No es el primer caso. Las distribuidoras de gas natural y otros monopolios regionales en México cobran caro y dan un servicio muy deficiente, incluso hemos tenido explosiones en años anteriores.
En otros casos, el mito del mercado eléctrico encubre la falta de planeación de largo plazo. En California eso llevó a una escasez y carestía prolongadas de electricidad, y esto a su vez llevó a regresar a una industria controlada. El gran apagón que hubo desde Ohio hasta Nueva York fue una nueva lección. En la mayoría de los estados del país vecino que tenían "desregulada" la industria eléctrica, ésta se ha vuelto a regular.
En México, por un lado, tenemos monopolios en escala nacional o regional, como el caso ya mencionado. Pero en la generación de electricidad, un número creciente de plantas privadas genera energía y la vende a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para su distribución y comercialización. La CFE absorbe todos los riesgos: si aumentan las tasas de interés, o si suben los precios del gas natural, para citar dos ejemplos, eso se refleja en una fórmula y la CFE les paga más a los particulares. De modo que los propietarios de las plantas no tienen riesgos... pero se habla de "capital de riesgo" para premiar esa inversión.
De modo que si suben los precios de los combustibles, esto se refleja en las tarifas que representan la mayor parte del consumo de electricidad del país. Miles de empresas han quebrado en años recientes por el encarecimiento del gas o de la electricidad, para que una cuantas empresas eléctricas tengan aseguradas sus utilidades.
La tecnocracia derechista se llena la boca con palabras como "competitividad", queriendo justificar sus agresiones contra sectores populares. ¿Cuál competitividad van a tener empresas que deben pagar carísima la energía que usan en la producción? Es necesario que, con ese dineral, en vez de que se lo quede Hacienda, la CFE vuelva a invertir, aproveche nuestros recursos renovables sin afectar a la población y genere electricidad más económica cuyo precio no dependa tanto de fluctuaciones internacionales de los precios de petróleo y gas natural.
La eficiencia del sistema eléctrico también requiere de una buena red de transmisión y distribución, no sólo para que la energía llegue regularmente a los centros de consumo. Por ejemplo, no hay una línea que una al norte de Baja California y un tramo fronterizo de Sonora con el que colinda, por un lado, y por el otro, a la red que alimenta al centro y sur de la propia Sonora. En Mexicali está la mayor planta geotérmica del país, que genera electricidad de manera casi continua, pero la demanda de esa ciudad y las conectadas con ella no tiene nada de constante: en tiempo de calor, el uso del aire acondicionado aumenta mucho el consumo eléctrico. De modo que esa energía sobra en invierno y falta en tiempo de calor, que puede llegar a 50 grados. Con la línea de transmisión mencionada, en invierno la energía excedente se podría usar para llenar las presas de Sonora por bombeo. Y esa energía acumulada en las presas, puede servir para generar electricidad y enviarla de regreso a Mexicali en tiempo de calor.
El costo de una línea como la mencionada es muy inferior al de una planta nueva. Esto es sólo un ejemplo de cómo se puede racionalizar el sistema eléctrico y bajar sus costos y, por tanto, las tarifas. En cambio, los discursos privatizadores no van a resolver la situación, Barcelona es el ejemplo más reciente.
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