José Agustín Ortiz Pinchetti
Dicen que dijo el fundador del PAN Manuel Gómez Morín: "La mentira envenena la vida de México". Tenía razón. ¿Qué pensaría del gobierno de Calderón? Hoy el pueblo tiene hambre y sed de justicia, pero también de verdad.
La mentira es la política de comunicación del gobierno panista. Revisen ustedes las noticias del día y compruébenlo: el gobierno ignora el problema de Oaxaca, dice la secretaria de Amnistía Internacional (disimulo). Las declaraciones contradictorias sobre la muerte de dos agentes de la AFI involucrados en el fideicomiso del chinogate (trapacería). Informaciones inconexas y mentirosas sobre las irregularidades de distintas dependencias que le permitieron al empresario Zhenli Ye Gon construir su red (patraña). Explicación sobre pagos irregulares de Pemex hechos por Muñoz Leos (disfraz). Informaciones adulteradas sobre adeudos de Pemex, CFE, índices de pobreza, remesas de inmigrantes mexicanos (falsedades). Entorpecimiento de la comisión que investiga el caso ISOSA-Bribiesca (encubrimiento). Bloqueo de información a las giras de AMLO. Más de 650 mítines. Afiliación de cientos de miles de personas (disimulo, negación y represión pasiva).
Los mexicanos estamos acostumbrados a las mentiras. No sólo en la vida pública, sino en nuestra existencia privada y cotidiana. Somos sospechosistas y no creemos al gobierno, pero sus mentiras no irritan a una parte importante de la población, otra está empezando a exigir claridad, exactitud, certeza en la información y en el lenguaje de los políticos. Tenía razón Lincoln, "no se puede engañar a todos todo el tiempo". Una de las características de la decadencia de la clase política es la creencia de que pueden engañar a sus colegas y al pueblo sin consecuencias. Sin embargo, la mentira enloquece progresivamente a los individuos y enferma a las sociedades.
Un ejemplo: la matanza del 2 de octubre de 1968 nunca se esclareció. Los hechos se ocultaron 30 años. Nunca se castigó a los culpables. Creyeron en el poder del olvido inducido. Pero la mala conciencia penetró a fondo. El régimen perdió su legitimidad y su decadencia parece estar fuertemente vinculada a la noche de Tlatelolco.
Jorge Chavat dice que gran parte de la población (más de 65%) cree en las declaraciones de Zhenli Ye Gon porque se vinculan con el fraude electoral de 2006. Cualquier versión que apoye tal interpretación es bienvenida. Si no se esclarece a fondo lo que sucedió, el nudo acumulado, las falsedades, disimulos y simulaciones del gobierno entramparán las relaciones entre los partidos.
Por ello es atendible la iniciativa de Carlos Navarro (PRD Sonora) para crear una comisión de la verdad integrada por personalidades independientes y confiables, y la de Julio Scherer Ibarra, que exige preservar las boletas electorales como documentos fuente de la elección. Se trata de investigar y revelar lo que sucedió durante el proceso electoral y en la jornada del 2 de julio. Algunos diputados del PRI y las bancadas completas de los partidos del FAP están dispuestos a apoyar estas iniciativas.
No soy optimista: Calderón no tiene visión de Estado. No puede ni quiere afrontar la realidad. Preferirá garantizar su propia impunidad y apoyarse en embustes. El PAN se negará y el apoyo oficial del PRI dependerá de las ventajas que pudiera sacar. La verdad no llegará y la vida pública de México continuará envenenándose.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario