domingo, agosto 12, 2007

La otra guerra secreta


¿Quién decidía lo que se decía durante los sexenios del PRI? ¿Qué hicieron los dueños de los medios cuando el gobierno silenciaba a los opositores? ¿Dónde estuvieron los líderes de opinión, los columnistas, los reporteros? ¿Quién protestó? ¿Desde qué dependencia se callaba a los periodistas? ¿Los callaron a todos o hubo quienes prefirieron callar por voluntad propia?

Ciudad de México.- La otra guerra secreta, una de tantas o pocas, también tiene su historia coloreada de azares. Un libro que promete desnudar los rincones de los medios de comunicación de aquella época. Que pretende hablar, con nombres, de la verdad sobre la convivencia de los grandes medios de comunicación y el gobierno.

Jacinto Rodríguez Munguía, periodista einvestigador, persigue pequeñas historias disueltas en cajas de cartón del Archivo General de la Nación (AGN), para crear una sola. Donde los nombres aparecen con cargos y las firmas con rostros.

El libro plantea una hipótesis dura, tajante, sin vuelta atrás, que promete comprobar: Los medios jugaban elpapel de subsistema del poder. Al menos así permanecieron durante dos décadas, periodo que se evidencia en este texto,

Muchos documentos que aparecen en este texto removerán las dudas y la incredulidad. Demasiado expuestos a la desconfianza, los expedientes se respaldan en códigos y sellos del AGN que reflejan su autenticidad.

Tan sólo la labor de búsqueda, en sí la investigación, se llevó tres años. Uno de los primeros documentos que provoca esta historia fue un escrito largo, con varias tipografías, hecho como en partes, que hablaba de política, su título: Columna Granero Político.


Lo trascendente del hallazgo fue una carta de Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación en aquello tiempos, dirigida el presidente Luis Echeverría, donde se declaraba que la columna antes citada se había diseñado para los fines de esta dependencia.


- ¿Antes que callar…?, se le pregunta al periodista

“Antes que callar: gritar. Antes que el silencio el grito, no importa si de pronto es muy estridente. El silencio no sólo enmudece a los medios, enmudece al mundo, ¿de qué sirven si callan?”.

El investigador no duda en que las condiciones y el contexto actual favorecen su labor periodística. “No quiero pensar en que no seamos capaces de rebasar la actitud que se asumió durante muchas décadas en México, y en otros países”. El silencio de aquella época, asegura, hoy no tiene pretextos.

“Hay muchos ejemplos de gente que está haciendo periodismo, que sabe que lo puede contar y que lo está contando, y que le están complicando la vida”.

El origen de esta investigación, hay que decirlo, no fue planeado, fue una casualidad que pidió ser publicada. Nació de un problema casi de la vida cotidiana en México: el desempleo.

El periodista buscaba en elArchivo General de la Nación la oportunidad para sobrevivir y generarse un ingreso económico. A finales delaño 2000, al escritor le interesaba la publicación inmediata y no la investigación a largo plazo, le preocupaba ganarse la vida.

Con el tiempo, el tema se fue sacudiendo el polvo. Fue una acumulación casi involuntaria de documentos que hablaban sobre la prensa mexicana de aquellos años.

Se trata de un relato que promete develar cómo los medios de comunicación se servían de los poderes y, a la vez, se subordinaban. Cómo la prensa jugaba el papel del subsistema del poder, eran casi una secretaría de Estado dedicada a redactar textos, proyectar imágenes y transmitir discursos al aire sobre un México de fantasía.

Su autor: Jacinto el periodista, el perseguidor como el saxofonista de Julio Cortázar, el que no encuentra su final. Es una especie de antítesis de las buenas costumbres que en su casa se respetan. No es el hijo de luchadores de izquierda, pero su esencia lo ubica en los grupos contradictorios a la lógica de las mayorías.

Un personaje hasta contradictorio en sí, que va en contrasentido de las reglas, pero que encuentra un aroma romántico en las cosas que idealiza.

Y sueña dentro de un mundo paralelo a lo que todos llaman realidad. Y sueña mientras vive, porque si no lo hace se muere. Y transita entre utopías que él mismo reconstruye cuando se rompen.

“No le encuentro sentido ala vida si no hay una parte de utopía, no me gustan las cosas materiales, no siento nada por poseer cosas físicas y sí por imaginar, por creer en cosas. Imaginar, creer que pueden ser las cosas de otro modo es para mí fundamental. Que sabes que no pueden ser. Que por eso mismo es una tarea tan inmensamente ingrata y sin embargo te metes a intentar a hacerla”,

-¿Qué le pasa a Jacinto si deja de soñar?

“No. Me muero! No, ya noestaría, no, no, no sé. No me imagino, es que ha sido siempre. Desde pequeño me gustaban los cuentos. A mí me marcaron para toda la vida las crónicas, las historias, las leyendas de mis abuelos. Eso es soñar, es estar como en un mundo paralelo, como condición para poder estar en este mundo”.

- ¿Estás avanzado en tus sueños con la publicación de tu libro?

- “En estos días he sentido como que se cierra un círculo personal, como una etapa, parte de un círculo en forma de pensamiento, en forma de creencias, en lo que imagino, en lo que quisiera de este país, en lo que quisiera ver distinto”.

- ¿Entonces ves la vida en círculos?

“No. La veo como un espiral. Muy dialéctico el asunto, pero no son círculos. Creo que hay momentos cuando se tienen que ir cerrando algunos, pero al instante que cierras se abren otros. En tu idea de los sueños y de la utopía tienes que ir echando hacia delante. Es muy fuerte la realidad, muy pesada como para sostenerla con cosas inmediatas”.

“Yo no sé cómo le hace la gente para no soñar cosas, yo no podría vivir sin ideales. Los ídolos, los dioses, se te caen a cada rato. Me parece que el ser es de una complejidad y creo que no hemos hecho lo suficiente para entender eso”.

- ¿Si la vida es así de compleja, qué es la sencillez para Jacinto?

- “La sencillez es caminar, tomarme un café, fumarme un cigarro, salir bajo la lluvia, me encanta el frío. No tener nada qué hacer más que caminar, ir al cine, salir, andar, mirar por la ventana, sonreír, llorar cuando quiera llorar”.

La otra guerra secreta, la de las alianzas en los tiempos de las guerrillas clandestinas que se apagaban con el silencio de los medios. Donde la información se omitía, se ocultaban los gritos de protesta y se escribía sobre un país inexistente.

Fueron años impecables, sordos y mudos, pero las pruebas quedaron marcadas con firmas en papel. Personajes conocidos, que aún deambulan en la vida nacional con disfraces de inocencia, saldrán a relucir, advierte el texto de casi 500 páginas que tardó año y medio en redactarse.

- ¿Si escribes sobre la secreta, cuál es la otra guerra?

- “La otra guerra es la de una comunicación con grupos sociales olvidados, invisibles para los medios. No sólo los que son desaparecidos por el poder o por gobiernos locales. No sólo por eso, sino por los que no existen. Gran parte de la sociedad no existe para los medios, y en la medida que no existen estamos eliminándolos”.

- ¿Cuál es la guerrade Jacinto?

“Una pequeña batalla que me gustaría llevar al límite, reconocernos en el otro. Reconocer al otro, darle su dimensión, darle su voz, porque al mismo tiempo que lo reconocemos nos estamos reconociendo a nosotros mismos”.

“Parte de lo que podrían ser esas pequeñas batallas es llegar a sentirme tranquilo, poder mirar a cualquier ciudadano, y que ellos también me puedan mirar. Nos podamos mirar de frente y saber que lo que estamos haciendo”.

¿Hay optimismo en las generaciones que vienen?

“¡Sí! Si no, no haces esto, si no, no sueñas. Tengo ganas de pensar que se puede. Los procesos humanos, van delante de los medios de comunicación y se cobran. Yo sí veo generaciones de periodistas buenísimos, profesionales con una gran responsabilidad”.

Jacinto el que parece obsesivo cuando guarda una extraña atracción por los archivos viejos que esconden verdades, el que se pasó tres años en el Archivo General de la Nación , tiene frente así mismo su obra concluida y no la percibe. Se le escapa de lo concreto y la asume en sus fantasías.

“Todavía me despierto en las madrugadas: Me está costando trabajo saber que está, lo estoy disfrutando mucho, pero estoy entre el éxtasis y la zozobra. Eso me ocurrió cuando nació mi primer hijo”

Éstas son las pequeñas batallas que Jacinto, construye, destruye y vuelve a soñar. Porque, “Si yo pudiera construir mi sueño, lo haría con lo necesario, lo mínimo para vivir. Con tener mi tiempo, con poder decidir mis horarios, poder hablar cuando quiera hablar, callar cuando quiera callar, no sentir que tengo que hacer cosas por obligación. No sentir que le debo algo a nadie, que estoy enpaz, mi tiempo, mi espacio, eso es para mí la sencillez”.

*Jacinto Rodríguez Murguía.

Es periodista e investigador. Ha colaborado con diversos medios impresos de circulación nacional, entre los que cabe destacar: Milenio Semanal, Proceso, Reforma, El Universal, La revista y Emeequis. Durante mucho tiempo ha investigado los archivos del Archivo General de la Nación y los expedientes de la policía secreta. En 2005 publicó Lasnóminas secretas de Gobernación.

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