lunes, febrero 11, 2008

El superpoderoso Gymboree

El superpoderoso Gymboree

Por Marcela Gómez Zalce

gomezalce@aol.com

• Azcárraga, Hernández y... Slim
• La onda expansiva de 2006

El acreedor, mi estimado, tiene mejor memoria que el deudor. El simpático fantasma del polémico proceso electoral de 2006, continúa sus agradables rondines dentro del ambiente político nacional. La reciente elección ¿ilegal? de los consejeros del ife —quienes ya tienen que informar la divertida autoría intelectual de la guerra sucia en aquellos 280 mil spots huerfanitos—, antecedida por la cínica violación a la Constitución por la pandilla legislativa que juró respetarla y hacerla respetar, volvió a mostrar la herida abierta que sigue sangrando en la conciencia colectiva de una gran mayoría de mexicanos, mientras la sombra de la ilegitimidad, con todo y la millonaria pirotecnia mediática, sigue siendo fiel compañera del inquilino de Los Pinos.

Sus delicados efectos, my friend, no sólo se perciben por la insistencia en colocar los puntos sobre las íes en las reformas mencionadas en los discursos de Andrés Manuel López Obrador, que sigue imponiendo la agenda nacional, sino en la curiosita campaña desencadenada desde el achispado inner circle presidencial contra el tabasqueño y su amplio movimiento que, para estar medio muerto, acabado, terminado, desgastado, liquidado y borrado del mapa, continúa en el top five de las preocupaciones (y ocupaciones) por parte de the usual suspects tricolores y de los voceros oficiosos de Calderón y su superpoderoso... Gymboree.

Pero la peligrosa onda expansiva de la molestia por el muy controvertido resultado de 0.54 por ciento en el proceso de elección presidencial de 2006, amable lector, no está únicamente encapsulada en el círculo de los espléndidos renegados, sino que también, sus efectos, tocan, no, no, derriban las puertas de la cúpula empresarial que recientemente ha sido bastante clara en el envío de severos tubazos y zapes contra Felipe... a quien semanas después del debatido fallo del tepjf (con minúsculas) se le estropeó la memoria y en una entretenida cena con selectos personajes empresariales, les advirtió que su triunfo no se lo debía a nadie.

Han transcurrido los meses y Calderón no sólo está atrapado en el volátil callejón de las promesas incumplidas, sino que su gobierno se encuentra en medio de un complejo capítulo en la serie the big boys are fighting y que promete ser un hit de esta temporada.

El pasado viernes, en un espléndido foro, dos de los principales empresarios y socios, Roberto Hernández y Emilio Azcárraga detonaron un misil cuyas esquirlas no tardan en disparar daños colaterales. Emilio afirmó que presidentes y políticos han robado mucho dinero, y Roberto que México vive una mediocridad gubernamental. Todas las señales girando alrededor del célebre juego de Los Pinos del Tío Lolo en su combate a los monopolios.

Aunque para este par el incómodo, digamos, muy incómodo monopolio es... Carlos Slim. Sobre todo en estas ya muy obvias hostilidades que ha provocado la ocurrente tenebra llamada triple play: voz, datos y video. Y como Slim tiene la friolera de más de veinte millones de usuarios en Telcel integrados con chistosos gadgets y toys, el tema del triple play lo colocaría... de inmediato, como la cabeza de la tercera cadena de televisión. Do I have your attention now...?

Y como la administración de Felipe no da tintes de poner orden en el magnífico desorden jurídico, que abarca desde títulos de concesión hasta detalles donde el diablo baila impunemente, esta banda de hojaldras lanzó, formalmente, su grito de guerra. Y tienen capítulos de ese little black book electoral que lo entronizó a cambio de cuotas, favores, negocios... whatever.

Y como el botín no alcanzó, mi estimado, hay motín.

Y qué motín. Porque mientras Calderón fanfarronea extasiado en micrófonos, las alarmas de su barco de gran calado avisan del peligro inminente.

Demasiados frentes abiertos.

Aunque no importa si tiene a su chico superp... como secretario de Gobernación apareciendo, frívolo como es, en portadas de revistas retratando a la perfección el perfil del Gymboree de cuates en este gobierno de improvisados, reventados e inservibles disfuncionales.

No importa la ausencia de oficio político —que incluye la discreción— para ser árbitro en distintas arenas, si se tiene la fotogenia y el look de la gente nice. La envidia del trivial jet set mexicano que se caricaturiza sin ayuda de nadie.

El explosivo reportaje atiborrado de jiribillas, my friend, debería ser leído como un especial foco rojo para el superpoderoso... Gymboree.

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