Tibet: 50 años de soledad
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México, D.F., 31 de marzo (apro).- El pasado 10 de marzo se conmemoró el aniversario 49 del levantamiento de la población tibetana contra la invasión del ejército de China, cuando miles de monjes y civiles fueron brutalmente asesinados. La violencia comprometió seriamente la seguridad del Dalai Lama, quien finalmente se exilió en la ciudad de Dharamsala, en la India, lugar al que fue seguido por más de 100 mil tibetanos. Esto ocurrió en 1959, aunque la ocupación militar china dio inicio paulatinamente y de forma casi desapercibida desde 1949.Desde entonces, cada 10 de marzo se realizan manifestaciones pacíficas para conmemorar la antigua exigencia de libertad, pero las de 2008 fueron diferentes; quizá la proximidad de los Juegos Olímpicos o tal vez la cercanía del cincuentenario de su lucha influyeron el ánimo del pueblo tibetano, que salió a las calles en forma más notoria que en años anteriores. Tristemente para la vida de muchos de ellos, también se incrementó la fuerza con la que fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad chinas. Sin embargo la violencia provocó que para, el 14 de marzo, la mayoría de las calles del territorio autónomo tibetano fueran ocupadas por monjes y ciudadanos que desafiaron las prohibiciones. En respuesta, el gobierno chino empleó al ejército y a la policía para disolver a sangre y fuego las caravanas de civiles desarmados. El saldo, hasta la mañana del miércoles pasado, era de más 150 muertos y un número indeterminado de detenidos.Por su parte, el gobierno chino aseguró que las bajas ascienden a 20, y minimizó la situación mientras destina amplios recursos a distraer la mirada global hacia la pantomima de convivencia, paz y valores que ha montado en Pekín.La grave situación del pueblo tibetano y, en general, los abusos sistemáticos a los derechos humanos por parte del gobierno chino, están en la mira internacional. A principios de marzo, la cantante islandesa Björk gritó "¡Tibet! ¡Tibet!", al finalizar su canción Declare independence durante un concierto en Shanghai. Además --con la cautela propia de su investidura- el Papa Benedicto XVI rompió el silencio, y el 19 de marzo hizo un llamado al fin de la violencia en Tíbet.En un tono distinto, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, dijo que la represión en Tíbet “no es soportable”. Del mismo modo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, sorprendió con un mensaje a su homólogo chino, Hu Jintao, en el que llamó a “la moderación y al fin de la violencia mediante el diálogo en Tíbet”. Más fuertes fueron las expresiones del primer ministro británico Gordon Brown, quien dijo estar dispuesto a recibir al Dalai Lama o, incluso, la decisión alemana de congelar sus actuales conversaciones con China referentes al desarrollo económico.Por su parte, el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, señaló: “Lo que se pelea allá es por preservar la autonomía del Tíbet. Nadie está pidiendo independencia; nunca lo ha pedido el Dalai Lama. Eso sí, el Tíbet tiene una población milenaria con una cultura que tenemos que preservar, pero tibetanos y chinos tienen que aprender a convivir”. Finalmente la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, urgió a China a dialogar para desarrollar una “política más sostenible”, y dijo que el Dalai Lama era una “autoridad moral” para muchas personas en el mundo.
Citius altius fortius
El conflicto en Tíbet irrumpió en la ceremonia de encendido de la llama olímpica en la ciudad griega de Olimpia. Tres miembros de la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) perturbaron el discurso del responsable chino del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos, Liu Qi. Uno de ellos desplegó una banderola con la frase: “Boicot al país que pisotea los derechos humanos”, mientras otro gritaba: “libertad, libertad”. El presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, lamentó lo ocurrido. Pero la RSF replicó: “Si el fuego olímpico es sagrado, los derechos humanos lo son aún más”.Al mismo tiempo, la presidenta de Green World Foundation, Narisa Chakrabongse, rechazó su designación para llevar el fuego olímpico en solidaridad con Tíbet. La antorcha deberá pasar en junio próximo por la capital tibetana, en un momento muy complicado. Sin embargo, Jiang Xiaoyu, vicepresidente del Comité Olímpico Chino anunció que el problema es un asunto regional que no tiene cabida en los juegos. Sin embargo, atletas que participarán en ese certamen se han pronunciado sobre el tema. Es el caso de los franceses Yohann Diniz y Romain Mesnil. Diniz afirmó: “No pienso que debamos iniciar un boicot a los juegos. Quedarse en casa sería un gran error. Hay que llevar a cabo acciones ahí”. Por su parte, Mesnil llamó a los deportistas a impulsar iniciativas de derechos humanos durante los juegos.
Tour de force
A lo largo del conflicto tibetano, uno de los problemas principales ha sido la restricción casi total al trabajo informativo. Desde hace años China no permite periodistas extranjeros en Lhasa, y para mantener controlados los reportes sobre la zona, ha establecido dos viajes al año para reporteros preseleccionados. Sin embargo, éstos no tienen libertad de tránsito y están obligados a cumplir visitas programadas por el gobierno comunista en una especie de tour que muestra burdos ejemplos del progreso y felicidad de la población tibetana. De hecho, al inicio de los disturbios de marzo, los pocos periodistas extranjeros que estaban en la zona fueron expulsados. Qin Gang, el portavoz del Ministerio chino de Asuntos Exteriores, dijo que fue “para salvaguardar su seguridad”. Ante las quejas de los medios de comunicación, aseguró que nuevamente sólo un reducido grupo de periodistas extranjeros sería autorizado.La importancia estratégica del Tíbet --que comparte fronteras con India, Nepal, Bután y Myanmar-- hace que su control sea prioritario para China desde diversas perspectivas, sobre todo la de seguridad nacional. Sin embargo, también hay un fuerte interés económico por la riqueza natural de la región que es evidente en la denominación que China le otorga: Tibet en mandarín es Xizang, que significa “mina occidental”. Y el agua es la razón número uno de este nombre, seguidas por el mayor depósito de cobre de la región, junto con otros de hierro, plomo, zinc, y cadmio, e importantes reservas de petróleo y gas natural.Uno de los mayores daños que China ha infligido al Tibet no es acallar su voz mediante la violencia, sino suplantarla por medio de su poderío económico en todos los medios tibetanos e, incluso, en medios globales.El Dalai Lama es el objetivo natural de los ataques mediáticos. Desde el inicio de los conflictos de marzo, el primer ministro chino Wen Jiabao lo ha acusado de conspirar para boicotear las olimpiadas. Al respecto, el ministro francés Kouchner contradijo las acusaciones chinas. Dijo que “nadie, empezando por el Dalai Lama, pide el boicot a los Juegos Olímpicos”.Para poner fin a la violencia, el Dalai Lama ha propuesto dimitir. Así, la política brutal de China eliminaría a un legítimo interlocutor de la causa tibetana. Y eso llevará al Tíbet a sufrir muchos años de soledad.
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