jueves, julio 10, 2008

De la lucha contra la privatización de Pemex al combate anticapitalista

Contribución de la Liga de Unidad Socialista (LUS) en el Foro de "Los socialistas ante la privatización de PEMEX"

Club de Periodistas, 28 de junio de 2008

Una situación nacional crítica

En México vivimos momentos difíciles. Una crisis política y social que se profundiza y que aceleradamente esta convergiendo con una situación económica de consecuencias gravísimas para nuestro pueblo: más de la mitad de los trabajadores trabajan en la economía informal sin prestaciones ni garantías de ninguna especie, casi la mitad de la población sobrevive con menos de 25 pesos diarios, la sangría de fuerza de trabajo es abundante e imparable (del 2000 a la fecha han emigrado a Estados Unidos cerca de cuatro millones de conciudadanos) y las perspectivas de la evolución económica apuntan hacia tiempos sombríos de mayor carestía y estancamiento.

Ante esta situación, la postura adoptada por los grupos gobernantes del PAN y el PRI, fieles exponentes de los intereses de los grandes capitalistas nacionales y cada vez más ante todo extranjeros, es de una soberbia y un autoritarismo descomunales. Prosiguen en su curso de explotación despiadada de los trabajadores a través de salarios de hambre y recortes continuos de conquistas laborales (v. gr. las nuevas leyes del IMSS y del ISSSTE), de desempleo abierto y encubierto masivos crecientes, de devastación irresponsable de los recursos naturales, de represión policíaca y militar en una campaña "contra el crimen" que difícilmente esconde sus verdaderos objetivos de represión de la disidencia social y a la oposición política, de arrogancia y exhibicionismo descarados e insultantes de sus riquezas y de desprecio sin cortapisas a los sentimientos, la inteligencia e ideales más profundos del pueblo.

La contrarreforma de Calderón

Llegado a Los Pinos vía el fraude electoral organizado por el gobierno de Fox con la complicidad de los poderes financiero, industrial y mediático, Felipe Calderón, el segundo presidente del derechista PAN, se dispone a culminar la contrarreforma energética que el gran capital petrolero transnacional exige cada vez con más fuerza y que de hecho los anteriores gobiernos neoliberales han venido realizando de modo furtivo y anticonstitucional desde hace más de veinte años tanto en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como en Petróleos Mexicanos (Pemex).

La iniciativa de contrarreformas de Pemex enviada por Calderón al Congreso es la culminación de esa trayectoria de privatización que ha venido erosionando a esta compañía, colocándola en una situación de bancarrota al endeudarla con contratos leoninos, someterla a los dictados de las agencias financieras imperialistas y al absorber Hacienda prácticamente la totalidad de sus ingresos a través de los impuestos colosales con los que se sufraga más de 40 por ciento del presupuesto federal. El gobierno de Calderón propone con sus proyectos de ley que la explotación, la extracción y la refinación del crudo, así como el transporte y el almacenamiento del petróleo y la petroquímica no sean ya campos de inversión y explotación exclusivos de Pemex, sino que entren a ellos también los capitales privados, en especial de las poderosas y rapaces compañías imperialistas: Exxon, Texaco, Repsol, Shell, etc.

La enorme renta petrolera mexicana pasaría a formar parte de las superganancias de las transnacionales imperialistas, quienes dejarían a la compañía estatal convertida en un cúmulo de fierros viejos. En momentos en que el petróleo se ha convertido en la mercancía clave de la economía mundial, en el oro moderno, en que un barril de petróleo ha llegado a la increíble cifra de 140 dólares y que el maya mexicano ha superado con creces la barrera de los 100 dólares, los panistas y priístas vendepatrias se disponen ofrecerle esta riqueza nacional a los imperialistas.

La peligrosa situación a la que conduce esta postura es que con ella se atraviesa el último tramo que faltaba para la subordinación completa de la política del gobierno mexicano a los intereses de los belicosos monopolios petroleros que tanto poder tienen sobre el gobierno de Estados Unidos, tal y como atestigua la brutal intervención estadounidense militar actual en Irak. No es posible llamarse a engaño: Calderón y su gobierno pretenden realizar la vuelta total de la tuerca devolviendo a las transnacionales el petróleo que el gobierno de Cárdenas, impulsado y apoyado por los trabajadores petroleros y por todo el pueblo de México, les arrebató a los bandidos imperialistas ingleses y estadounidenses hace setenta años.

La resistencia popular

Pero así como los grupos dominantes tienen una vocación antinacional, depredadora y opresora, las masas populares y trabajadoras comienzan a aquilatar cada vez más la urgencia de la situación y se experimenta en su seno un creciente malestar. Amplios sectores expresan en movilizaciones la creciente resistencia al curso de los gobernantes y rotunda y firmemente se oponen a la venta del petróleo a las transnacionales petroleras. El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo encabezado por López Obrador y miles de activistas, en especial mujeres, constituye hoy el destacamento popular que se ha erigido como un bastión de este combate fundamental por el que atraviesa y se decidirá hoy la lucha de clases en el país. Pero para vencer se necesita que todas las organizaciones populares, sindicales, estudiantiles, campesinas, magisteriales nos movilicemos, entendiendo que sólo la acción organizada y consciente de nuestro pueblo será capaz de impedir que se efectúe el crimen contra la soberanía y la independencia nacionales que constituye la contrarreforma de Pemex que propone Calderón y sus seguidores.

Es muy amplio el abanico de fuerzas que se han movilizado para defender el petróleo como riqueza nacional inalienable. Miles, millones de mexicanos y mexicanas hemos participado y seguimos participando en las movilizaciones, mítines, debates, foros y todo tipo de acciones que se dan en todo el país levantando un poderoso movimiento que dice NO a Calderón y al PRIAN y rechaza la privatización que preparan. Es de destacarse la acción que diputados y senadores opositores realizaron para impedir la maniobra de los legisladores del PRIAN de votar en el Congreso sin discusión la propuesta de Calderón. Hemos visto en cambio que en el foro que se le obligó abrir a la dirección del Senado sobre la cuestión, los voceros panistas y favorables a Calderón han sido aplastados con sus argumentos por una serie de intervenciones que han mostrado la total debilidad técnica, administrativa y ante todo política de las posiciones privatizadoras. Pero es evidente que no bastará esta paliza polémica que se han llevado los neoliberales en el foro del Senado para detener la decisión del de Calderón.

La lucha por preservar a Pemex como una compañía nacionalizada, como la empresa exclusiva para la explotación del petróleo y sus principales derivados no significa que aprobemos la forma en que los gobiernos priístas y hoy panistas la han manejado. La dilapidación de sus recursos, la profunda corrupción que erosiona sus acervos y la complicidad sin escrúpulos de la capa de dirigentes burocráticos del STPRM, los nefastos charros, son realidades que ha impuesto la administración estatal burguesa de la empresa. La lucha por impedir la privatización de Pemex lleva directamente a cuestionar las formas, los usos y los objetivos de su administración y de los criterios espurios con los que dispone de sus recursos multimillonarios.

Una lucha más allá del mercado

Las privatizaciones y la integración a la globalización dominada por las compañías imperialistas es el resultado natural de la lógica del mercado, que tan insistente y ensordecedoramente ensalza la propaganda neoliberal. La lucha por preserva a Pemex como una compañía nacionalizada implica la necesidad de concebir formas económicas que vayan más allá del mercado, más allá del capital para que los cuantiosos recursos petroleros no sean el origen de nuevos multimillonarios de las listas de Forbes. La meta de nuestra lucha debe ser que esos recursos sirvan para la satisfacción de las necesidades sociales más apremiantes del pueblo mexicano en materia de salud, educación, vivienda, etc.

Los capitalistas mexicanos, como los imperialistas, no persiguen más que las ganancias. El petróleo para ellos es, ante todo, "el gran negocio". El resultado de esta política lo estamos padeciendo: el alza desmesurada de los precios de la gasolina, la dilapidación de recursos no renovables con las consecuencias terribles que ello implica para las masas populares. El encarecimiento de los alimentos básicos es otra consecuencia inevitable de esta forma capitalista de concebir el uso de la energía. México no debe malgastar su riqueza petrolera agotándola en la exportación desenfrenada. Esta lucha contra la privatización de Pemex se dirige, por tanto, a cuestionar la economía capitalista que se ha demostrado y se muestra por completo incapacitada para promover el avance y el bienestar de nuestro pueblo.

Los problemas que padecemos son los mismos que afectan a los pueblos hermanos de América Latina y de todo el mundo. Para defendernos debemos unirnos con ellos. Venezuela, Ecuador en América Latina y otros países en los demás continentes están defendiéndose igual que nosotros de las embestidas de los monopolios imperialistas. La batalla por el petróleo en México es parte de una lucha mundial que no podemos restringir a las fronteras nacionales. En este aspecto, muy importante es que México sea parte de la OPEP, a la que los gobernantes priísta y panistas se han negado a ingresar por su servilismo con Washington. Los intereses energéticos nacionales se identifican con los continentales, con una política que impida el saqueo de nuestros recursos a favor de las transnacionales y se vincule con los planes y proyectos que favorezcan la integración solidaria y democrática con los países latinoamericanos.

Los trabajadores en la primera línea

Es por este combate crucial por el cual atraviesa actualmente la lucha de clases en México. Los trabajadores son hoy quienes están destinados a llevar esta lucha popular al triunfo, sin su participación no hay victoria posible. El desprecio clasista de los panistas, priístas y demás tecnócratas a su servicio de la inteligencia y capacidad populares ha sido notorio. Creen que el pueblo "no sabe, ni comprende las complejidades de la cuestión petrolera". Pero son ellos quienes carecen de perspectiva histórica. ¿Acaso no los imperialistas estadounidenses e ingleses apostaban a que la industria petrolera se vendría a pique después de la nacionalización de 1938 debido a la "ignorancia técnica" de los mexicanos? ¿Quiénes sino los trabajadores y técnicos mexicanos sacaron adelante y convirtieron a Pemex en una de las más poderosas compañías petroleras a nivel mundial?

En este inicio del siglo XXI de nuevo los trabajadores y técnicos petroleros mexicanos, apoyados por todo el pueblo, estarán a la altura del nuevo desafío que debe impedir que vuelvan los antiguos amos imperialistas a adueñarse del petróleo mexicano. La lucha por recuperar el STPRM para la base trabajadora es fundamental para el éxito. El charrismo es el cómplice fundamental tanto de priístas como panistas para lograr sus objetivos. No lo permitamos y solidaricémonos y apoyemos a las corrientes democráticas del STPRM que luchan por deshacerse de la capa corrupta y represiva de los dirigentes charros, imponiendo en las filas de los trabajadores la democracia e independencia sindicales.

Las tareas

Los meses, las semanas, los días que vienen serán decisivos. Todos debemos participar y hacer triunfar el NO contra el proyecto de Calderón en la CONSULTA NACIONAL DEL PRÓXIMO 27 DE JULIO.

Los comités de barrio, de sindicato, de escuela, de ejido en defensa del petróleo deben extenderse y movilizarse por toda la República en preparación del GRAN PARO NACIONAL que detendrá los designios de Calderón y el PRIAN.

¡LA PRIVATIZACIÓN DE PEMEX NO PASARÁ!

¡TODOS A PREPARAR EL GRAN PARO NACIONAL!

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