Hoy, en el auto, escuché el discurso que pronunció ayer Alejandro Martí frente a las autoridades en Palacio Nacional. Si bien tengo que decir que lamento el asesinato de su hijo, no lo hago menos que con las demás victímas de este sistema criminal depredador llamado México Capitalista.
Totalmente de acuerdo con él.
Me sumo a su llamado. Que renuncien todos, que se vayan todos como clamó el pueblo en Argentina. Y que tambien renuncien los empresarios que como el Sr. Alejandro Martí perdonan la impunidad arriba y explotan vilmente a nuestro pueblo.
Es una pena que no pueda ver el empresario de lo deportivo, que la injusta distribución de la riqueza que el mismo auspicia es la causante de que su hijo no se encuentre entre los vivos. Lo siento por él y su familia.
Los discursos en Palacio y las marchas con veladoras no pueden hacer nada por la seguridad. Ni siquiera sirven como protesta cuando las mismas autoridades con cinismo las promueven en el absurdo del absurdo. Es la protesta ridícula de los que pretenden que nada cambie, de los que construyen los Clubes y las zonas residenciales exclusivas.
Ni Alejandro Martí ni nadie de los de ayer presentes tiene idea de cómo resolver "la crisis de seguridad", mucho menos la iniciativa de realizar los cambios en nuestra economía política para evitar que unos pocos lo tengan todo y los muchos nada. Esa es la razón ontológica de la inseguridad que padecemos.
Tras los acuerdos, pésames, y promesas abundantes se esconden la complicidad del negocio de no pagar impuestos y la imposición de un sistema.
Los Ciros de la radio y de la tele vitorean al empresario desde sus sillas pajareras. Exigen orden y civilidad, y llaman desmedidamente valiente al empresario que sigue dando la oportunidad de la corrupción a los que provocaron el asesinato de su hijo. Nada ha cambiado y los Ciros aprovechan su discurso, para de paso, vender nuestro petróleo y criticar a AMLO.
Estoy seguro que los empresarios no están dispuestos a cambiar ni un centavo de sus millones por la vida de Fernando, ese que ahora todos sabemos como se llamaba los que no leemos ni Quién, Gente o las revistas que exhiben el desastre humano, pues eso lo han demostrado de sobra desde la elección presidencial.
¿Dónde estaba el de los esportcitis cuando la policía violaba impunemente mujeres en Atenco?: Mirando la tele, aplaudiendo a Fox.
¿Dónde estaba el de los balones cuando impunemente se desarrollaba el fraude electoral? Mirando la tele, aplaudiendo a Calderón.
¿Dónde estaba el de los trajes de baño y los esnorquels cuando Gobernadores conforman redes de pederastia?: Estaba ahí dando su discurso en Palacio Nacional frente a ellos.
Habrá más Fernandos, eso es lo que el gran ejemplo del poderoso promueve con la impunidad.
Ahí seguirán en su silla Calderón y Mouriño secuestrando el futuro de los mexicanos.
Hasta que el pueblo quiera.
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