Gustavo Leal F.*
Con la estampa huecamente celebratoria que rodea sus continuistas acciones de “gobierno”, en ceremonia solemne Calderón signó indebidamente –el 14 de julio– un esquema de jubilaciones y pensiones para los trabajadores de nuevo ingreso que, como con la “reforma” del ISSSTE, les hunde su futuro pensionario.
Ese día también creyó ver “revertida la tendencia histórica a anteponer siempre el conflicto y el empeoramiento de las cosas y la inviabilidad financiera que comprometía a la institución misma”.
Pero, ¿quién diagnosticó esa inviabilidad? El panista Fox y el tecnócrata Levy frente a una dilatada cúpula sindical incapaz de derrumbarlo; “diágnóstico” del cual se sirvieron cómodamente los panistas Calderón-Molinar y la tecnocracia hacendaria de Carstens.
Sentado a su izquierda –después de Carstens–, acompañaba a Calderón el doctor Valdemar Gutiérrez Fragoso, secretario general del SNTSS, quien después de “autofacultarse” en el dantesco congreso sindical realizado en Mérida (octubre de 2007) todavía se atrevió a comunicar que “hemos optado por cerrar el paso a la vía legislativa, que lo único que provoca es el debilitamiento de nuestra fuente de trabajo”, aunque ahora busque afanosamente –como Elba Esther Gordillo– curules “para” los trabajadores de la seguridad social. “No entiendo cómo un sindicato tan poderoso como el SNTSS no esté representado en la Cámara de Diputados”, comunicó enfáticamente en abril.
Inquieto los observaba el histriónico Juan Molinar Horcasitas, quien, sin oportunidad de hacerse notar, apenas alcanzó a balbucear que “su logro más importante ha sido reconstruir la relación entre la dirección y el sindicato”. Para ser preciso –cosa que no es su fuerte– debió haber dicho: con la cúpula sindical y a costa del futuro pensionario de los trabajadores que “representa”.
Lamentablemente para los afanes meramente discursivos de “competitividad” que obsesionan a Calderón, y como antes ya aconteciera con el “gerencialismo” abstracto de Fox, los servicios médicos institucionales –columna vertebral de su misión– van a peor, con o sin nuevos esquemas pensionarios.
Con la misma política económica, una recaudación poco alentadora e incapaz de crecer, generar empleo y elevar la protección social, el PAN de Calderón no puede diseñar una política social moderna vinculada a los sectores de punta y avanzados de la economía global.
El deliberadamente equívoco “diagnóstico” foxista que tan cómodamente compró Calderón no da más de sí: se le vino encima y lo acosa. Tres años después del primer ajuste al régimen pensionario de los trabajadores del IMSS, los servicios cumplen la ruta de un deterioro profundo. Pero Calderón ya agotó sus pretextos: ¿a quién culpará ahora de la situación institucional? No tiene más que fabricar otros. ¿Cuáles? Vía Molinar, Calderón ya anticipó tres nuevos pretextos que abdican abiertamente de la misión institucional.
Primero. “El pasivo contingente que representa la atención médica constituye la principal amenaza para la viabilidad de instituto”, sostiene Molinar Horcasitas en su último informe. ¿El panismo de Calderón ya no les va a cumplir a los asegurados y les impondrá el fraudulento Seguro Popular?
Segundo. “Los gastos médicos de pensionados generan un pasivo contingente para el instituto en la medida que representan posibles obligaciones con los derechohabientes”, agregó Molinar. ¿Pero qué, acaso la tercera edad no ha cotizado ya por esos servicios? ¿El panismo de Calderón también pretende retirárselos para remitirlos al insignificante y opaco Fondo de Gastos Catastróficos del Seguro Popular?
Tercero. “Las proyecciones” del servicio de guarderías, advirtió Molinar Horcasitas, “indican que representará para el instituto una presión financiera”. ¿El panismo de Calderón tampoco les va a cumplir a las madres trabajadoras ofreciéndoles, a cambio, las electoreras “estancias” changarrizadas que opera Lía Limón desde la Sedeso?
Tres pretextos que, al decir de Molinar, pintan un panorama institucional “complicado” y frente al cual –sostiene– “queda abierto el camino para buscar nuevos rubros donde se puedan obtener ahorros adicionales, como sería el caso de la subrogación de servicios”.
Hay que agregar la “convergencia de los sistemas de servicios de salud a través de la compra y venta de los mismos” –invocada desde el IMSS, siguiendo al Banco Mundial, por el director de Prestaciones Médicas, Santiago Echeverría Zuno–, buscando con ello conformar un “sistema de salud universal” Ssa-IMSS-ISSSTE.
Desplegados los nuevos pretextos de Molinar, Calderón puede entonces seguir negándole recursos al IMSS, para inyectarlos a su proyecto electorero estrella: el Seguro Popular y su modalidad cambray (el sólo para los recién nacidos).
Mientras el subsecretario de Hacienda Dionosio Pérez-Jácome anuncia que –durante el año electoral 2009– ese fantástico seguro recibirá 49 mil millones de pesos, el politólogo Molinar Horcasitas reconoce –con voz casi inaudible– que el programa de inversión 2007-2010 de la principal institución sanitaria nacional a su “cargo” presupuestó recursos para inversión física por ¡5 mil 562 millones de pesos! Mientras el IMSS cancela el seguro de salud para la familia, el Seguro Popular paga salarios escandalosos a los funcionarios que encabeza el íntimo de Calderón Daniel Karam (casi 190 mil pesos mensuales).
Así que, con el panismo de Calderón, los servicios del IMSS seguirán empeorando, mientras el electorero Seguro Popular y su modalidad cambray dilapidan inmisericordemente los recursos públicos. Y es que ese panismo de Calderón aspira a usar las cuantiosas bolsas públicas de Ssa, IMSS e ISSSTE, pero no a mejorar los servicios.
Afortunadamente, el debate sobre el destino de la salud y la seguridad social de los mexicanos está más que en marcha.
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario