Año 7, número 2448
Viernes 28, noviembre del año 2008
Si bien es cierto que la Ley del Talión que se aplica principalmente en los países musulmanes, escandaliza a la mayoría de los jurisconsultos que alegan que semejantes medidas no han disminuido la delincuencia.
Además de que de aplicarse, sobre todo en un medio tan corrupto como lo es el que vivimos en nuestro México, se prestaría para llevar a cabo venganzas políticas o personales y morirían muchos inocentes.
Siendo pertinente acotar, que los inocentes ya están muriendo. Y un terrible ejemplo lo tenemos con el joven Fernando Martí.
Y sin que haga falta agregar más comentarios sobre el doloroso caso, es pertinente señalar, que lo cierto es que en naciones como China sí que les ha funcionado bien el poner castigos ejemplares y ha disminuido considerablemente la delincuencia.
Pues sin más miramientos, en plaza pública, le pegan un tiro en la nuca a los que son encontrados culpables de delitos como el peculado.
Por poner solo un ejemplo que sin duda podría hacer pensar a muchos políticos mexicanos lo que les sucedería si aquí también se aprobara semejante Ley.
Pero también en nuestro México hemos tenido ejemplos de la efectividad de semejantes medidas (solo hay que abrevar en la Historia). Pues aunque no se llevaban a cabo juicios previos que condenaran a los delincuentes, la “Ley Fuga” sí que terminó con la inseguridad en las calles.
Y aunque evidentemente los tiempos no son los mismos, la gente que vivió esa época (y ahí están los historiadores) puede dar testimonio de que hasta los delitos comunes, que por supuesto no sería castigados de tan radical forma, disminuyeron.
Lo malo del caso es que ante las recientes declaraciones del señor Calderón, en el sentido de que el 50 % de los policías (200 mil, más o menos) no son “recomendables”, el asunto podría ser calificado de genocidio.
Tomando en consideración, que si no se puede confiar en ellos, habría que sustituirlos; toda vez que ante el sobre cupo carcelario que existe en nuestro México no se les podría detener.
Se puede llegar a la conclusión en que a pesar de ser cierta la declaración de don Felipe (y lo mismo y se quedó corto) poco es lo que se podrá hacer para mejorar las actuales condiciones.
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