Barómetro Internacional
Desde Colombia
Por Amylkar D. Acosta M
“El mercado sube o baja, dependiendo de las impredecibles e incuantificables emociones humanas… En el corto plazo las emociones de los inversionistas oscilarán siempre entre la ansiedad y la confianza, con viajes esporádicos hasta los extremos del miedo o de la euforia”
Merril Lynch
La globalización de la crisis
El Presidente Bush hacía alarde en el sentido que terminada la guerra fría, la misma que ahora empieza a calentarse de nuevo, “los EEUU son el único modelo superviviente del progreso humano"; pero, de repente resulta que su “imbatible” modelo empieza a crujir bajo sus pies. En medio de la “euforia irracional” que despertó dicho modelo en los febriles años 90, se llegó a pensar que una de las teorías más importantes de la economía, que tiene que ver con los ciclos económicos de Hansen, era ya obsoleta, cosa del pasado. Sin embargo, los hechos son tozudos, hoy como ayer los períodos de auge y prosperidad económica van seguidos de la caída inexorable de la actividad económica, la cual puede derivar en una recesión, que es la amenaza que se cierne ya no sólo sobre la economía norteamericana sino sobre la economía global , exacerbada esta vez por la falta de regulación. Para el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, “estamos frente a una crisis financiera nunca vista” y lo peor es que en concepto del Nóbel de Economía Joseph Stiglitz “se extenderá por lo menos hasta principios de 2010” y no como piensa el Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, que “va a comenzar a superarse” .
Después de año y medio de desaceleración de la economía estadounidense, sobreviene la gran crisis del sector financiero aupada por el estallido de la burbuja especulativa del mercado “subprime” de las hipotecas basura , que vino a complicar las cosas al servir de catalizador de la crisis. Las hipotecas de alto riesgo y la deuda contraída por los consumidores son una amenaza mayor que el terrorismo para la economía de los Estados Unidos, señaló una Encuesta de la Asociación Nacional de Economía Empresarial, conocida como Nabe por sus siglas en inglés. “La amenaza combinada de esos dos factores ha suplantado al terrorismo y a Oriente Medio como el mayor peligro a corto plazo para la economía de Estados Unidos” , concluyó la misma y no estaba exagerando. La que ha llevado la peor parte en esta crisis ha sido su mayor responsable, la banca de inversión, que fue literalmente borrada del mapa; las cinco mayores, Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales, se convirtieron en el principio del fin de ella. Y detrás de la quiebra de prestigiosas entidades financieras ha venido quedando una estela de decenas de miles de personas sin trabajo y millones de accionistas que ha perdido los ahorros de toda una vida.
Cunde la crisis de confianza
La crisis se originó en los Estados Unidos, pero el efecto contagio hizo que se extendiera a todo el orbe y las grandes transmisoras de la misma fueron las bolsas, empezando por la de Nueva York. Cada día que pasa la crisis financiera de los Estados Unidos se profundiza aún más, de poco o nada han servido los esfuerzos del gobierno por contenerla; la estrepitosa caída de la bolsa de Wall Street encendió todas las alarmas y detrás de ella vino la caída de las bolsas de la UE, del Asia, de Latinoamérica, presas del pánico y la incertidumbre, como si fuera un juego de dominó. La persistencia de esta crisis ya ha afectado gravemente la confianza de los consumidores norteamericanos y por ende la demanda, el crecimiento y el empleo. De hecho la economía estadounidense ya venía de capa caída, con amagos de recesión y el desplome bursátil puede precipitar la tan temida recesión, pues es imposible que el sector real de la economía no se vea arrastrado por la turbulencia del sector financiero, sumido como lo está en una crisis sistémica . De hecho la producción industrial de EEUU ha caído de manera sostenida en los últimos tres trimestres y los analistas pronostican que dicha tendencia se prolongará por lo menos hasta el primer trimestre del año entrante. El consumo se ha resentido, experimentó una baja en el tercer trimestre y se augura otro tanto para el último trimestre de este año, circunstancia esta que no se daba desde la recesión de 1990 – 1991. La intervención de las entidades en quiebra, lejos de recobrar la confianza, ha contribuido a profundizar la crisis y cada vez se reduce más el margen de maniobra de las autoridades económicas.
La recesión es inminente
En un intento por evitar que la crisis se les salga de las manos, el Presidente George Walker Bush y el Congreso, incluidos los dos candidatos presidenciales, Mac Cain y Obama, concertaron un plan de salvataje multimillonario, que viene a sumarse a los más de US $1.8 billones ya desembolsados anteriormente (superior al PIB de Canadá como de España el año pasado), para tratar de esta manera de evitar el desplome de la economía, pero que ya a estas alturas luce además de tardío insuficiente. No ha faltado quien califique esta operación como pañitos de agua tibia, que a lo sumo llevará alivió al alicaído sector financiero. La inyección a la economía de US $700.000 millones, más de 4 veces el PIB de Colombia (¡!), podrá llevarle tranquilidad a los agentes del mercado, de por sí estresado, pero difícilmente evitará la depresión que ya es inminente. Como dice Douglas Elmendorf, un investigador de Brookings Institution, “lo que le importa a la gente es cuánto durará y cuán profunda será la desaceleración económica”. Este monto del rescate es superior al déficit fiscal de los dos períodos de mandato de Bush y eleva a US $1billón el del último, con lo cual se deterioran aún más las perspectivas a largo plazo de la divisa estadounidense. El déficit fiscal de los EEUU este año, entonces, será de un alarmante 6% (¡!) del PIB y su nivel de deuda como proporción del PIB se disparó hasta límites insospechados frisando el 100% (¡!) del PIB. Tales recursos saldrán de las escarcelas de los contribuyentes, en un promedio de US $2.300 cada uno; irónicamente muchos de los cuales perdieron sus ahorros y sus inversiones en la bolsa. Con él se pretende revitalizar los mercados de crédito y reactivar los préstamos interbancarios que están virtualmente congelados, mientras el sector financiero sigue en ascuas por cuenta del desastre provocado por las llamadas peyorativamente hipotecas “tóxicas”, consideradas de muy alto riesgo.
La responsabilidad compartida
Es entendible que la búsqueda de una salida a esta encrucijada sea un asunto que concierne a ambos partidos históricos, tanto el demócrata como el Republicano y sus respectivos candidatos a ocupar el Salón Oval de la Casa blanca, no sólo por los riesgos de una crisis sistémica, sino además por lo que a ellos les atañe dados sus estrechos vínculos con Wall Street. Ambas campañas, así la de Barack Obama como la de John MacCain, han recibido generosos aportes de las empresas que se están quebrando y qué no decir de los parlamentarios que ahora pugnan por volver al Congreso en las elecciones del 4 de noviembre. Como si lo anterior fuera poco, resulta que al ex presidente Clinton, aliado de Obama, así como a su Secretario del Tesoro y ahora asesor en temas económicos de la campaña de este, Robert Rubin, les cabe parte de la responsabilidad de esta debacle, porque fueron ellos los artífices del desmonte en 1999 de la Ley Glass-Steagall, la cual había sido aprobada a raíz de la Gran depresión de 1929 justamente para meter en cintura a los especuladores. Por su parte, el ex senador republicano y actualmente uno de los principales integrantes del sanedrín de MacCain, Phil Gramm, fue el mayor impulsor de esta medida en el Congreso. Así que ni al uno qué darle ni al otro qué pedirle, todos a una como en Fuenteovejuna sembraron los vientos de la actual tempestad.
Y lo que se temía ocurrió; la crisis financiera de los Estados Unidos se propagó y sus efectos están golpeando rudamente a la economía global, empezando por la Unión Europea en donde el descalabro es mayor, porque allí la recesión de la economía ya se precipitó después de malograr la del gran imperio del Norte. El Reino Unido, Francia e Irlanda ya están técnicamente en recesión, pues, tal como se la define su actividad económica ha caído durante los últimos dos trimestres ; entre tanto, España, Alemania y toda la zona euro junto con Japón y, desde luego, los EEUU están en la antesala de ella. Así lo anuncia el FMI en su último informe semestral sobre Perspectivas Económicas Mundiales , advirtiendo, como lo hace el segundo a bordo del FMI, John Lipsky, que existe un “riesgo real” de que EEUU caiga también en recesión en los próximos trimestres, ello no tiene escapatoria. A pesar de las especulaciones, en el sentido que las economias emergentes se podrían desacoplar de la economía estadounidense, ello no sólo no se dio sino que han visto decaer su crecimiento, con lo cual se agrava aún más la crisis, considerada la peor desde la Gran depresión de 1929. Manes de la globalización, la cual trae aparejada la sincronización de las economías de tal suerte que ninguna de ellas se puede sustraer a los avatares de la economía global. Por ello, no deja de ser un despropósito el señalamiento del Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, en el sentido que “el país está blindado contra la crisis económica externa” . Tanto más habida cuenta que economías mucho más sólidas y robustas como la de España o China no han podido impedir que las repercusiones de la crisis global estropee sus metas de crecimiento. En todos lares se están revisando a la baja la meta de crecimiento y se están tomando medidas de contingencia para ver de mitigar los efectos de la crisis.
El coletazo de la crísis
Mientras tanto aquí en Colombia, como lo dijo María Mercedes Cuellar, Presidenta de Asobancaria, “En Colombia no ha habido mucha conciencia del problema de afuera y eso es muy desafortunado. Aquí se está hablando de cualquier otra cosa. Parece que viviéramos en la luna, porque lo que está pasando en el mundo es muy grave…La crisis financiera puede arrastrar muy duro las economías, se seca el crédito, la gente se queda sin empleo y puede perder sus ahorros” . El país está más atenido a las obviedades espetadas por Juanes, personaje central del conversatorio realizado por el principal diario económico del País, Portafolio, con motivo de sus quince años de circulación. El Presidente de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), Juan Pablo Córdoba, da un parte de tranquilidad, pues, según él “la tormenta nos coge relativamente bien parados” , porque “el país viene de una dinámica de crecimiento, tiene buen nivel de reservas internacionales (US $24 mil millones), las exportaciones están creciendo y los niveles de inversión son altos” . Todo esto es cierto, pero es que para pronosticar el curso de los acontecimientos hacia el futuro lo que hay que consultar es la tendencia de las variables que tocan con los fundamentales de la economía. El Ministro de Hacienda coincide con él y considera que “la economía colombiana presenta actualmente menores vulnerabilidades y está mejor preparada para los choques externos” .
¿Qué tan preparado estamos?
Pero, cabe preguntarse en realidad qué tan bien parados nos coge esta crisis, qué tan preparada está la economía colombiana para resistir los embates de esta crisis que se abate sobre ella. Para responder esta pregunta tenemos que remitirnos a los más recientes reportes del DANE, que no son para nada alentadores. Según estos, el acumulado semestral del crecimiento del PIB se situó en el 4.1%, lo cual denota una desaceleración bárbara de un 50% con respecto al año inmediatamente anterior, el Índice de Producción Industrial cayó en un 8.5% en el primer semestre de este año. Y, como si esto fuera poco, el Índice de Confianza Industrial de Fedesarrollo reportó una fuerte caída al pasar de un nivel máximo alcanzado de 20.03 unidades en agosto del 2006 a 9 en julio de 2008. Entre tanto, el consumo de los hogares, que representa nada menos que el 62% del PIB, se vino a pique bajando en un 3.1% en el primer semestre de este año, lo cual contrasta con el incremento del 6% en igual período del año anterior. El crecimiento del consumo de los hogares en el segundo trimestre fue el más bajo en 5 años; entre abril y junio los hogares gastaron $45.2 billones, 3.1% más que en el segundo trimestre del año anterior; pero, para aquel entonces el consumo creció al 6.2%. Y de contera en el último año se perdieron según el DANE 149 mil empleos, al crecer la tasa de desempleo en medio punto con relación a agosto del año pasado alcanzando el 11.2%. La situación se va a tornar mucho más dramática para millares de hogares colombianos que reciben remesas desde el exterior, que superaron los ingresos por ventas externas de café (US $1.062 MM) y los de ferroníquel (US $532 MM) en el primer semestre de este año que llegaron a los US $2.330 MM, para un incremento del 19.6% respecto al primer semestre del año anterior, pues estas ya empiezan a mostrar su caída a consecuencia del desempleo y la caída en el ingreso que cunde en los países en donde las mismas se originan. Los más recientes registros del Banco de España dan cuenta que las remesas que los inmigrantes envían desde el país ibérico cayeron un 7.3% en el primer semestre de este año y Colombia es el primer destino de las mismas con un 17.6%; recordemos que el 28% de las remesas que reciben los colombianos proviene de allá. El más claro indicador de la creciente ralentización del crecimiento esperado del PIB es el comportamiento de la inversión, que toca con la Formación Bruta de Capital, que lo venía jalonando con tasas de crecimiento del orden del 23.3% anual entre 2003 – 2007 y que para el primer semestre de este año apenas sí registró el 10.3% anual, porque de ella depende.
No obstante, se dice que las exportaciones sacarán la cara por la economía, dado su dinamismo a pesar de la revaluación del peso. En efecto, en estos primeros siete meses del año las exportaciones colombianas crecieron 42.7% en comparación con las realizadas en igual período en 2007. Pero, no perdamos de vista que el factor determinante de dicho crecimiento ha sido el ritmo de crecimiento de las exportaciones de productos tradicionales y sus precios, especialmente de petróleo, carbón y níquel, los cuales ya se empezaron a ver afectados por la desaceleración de la economía global y la crisis financiera. Un ejemplo patético es el de China, que no importará gasolina en octubre por segundo mes consecutivo. Además, como “gran parte de la demanda ha sido especulación y ahora esa demanda está cayendo por el temor que invade al mercado” , esta presión sobre los precios de los mismos también ha cedido. El tercer trimestre de este año fue el peor para los commodities desde 1970 cuando se introdujo el Índice de materias primas GSCI de Standard & Poor´s. Incluso, después del leve repunte de septiembre, dicho Índice cerró el trimestre con una caída de 28.6% con respecto al mes de junio. Podemos citar como ejemplo lo que ha pasado con el petróleo, que ha perdido el 40% de su precio desde el 11 de julio que se cotizó a US $ 147.50 el barril a los US $87.8 que se cotizó el 6 de octubre; en el caso del carbón, su precio se desplomó desde los US $143.25 que marcó el 1º de julio hasta los US 4109.83 para la misma fecha; entre tanto el níquel ha sufrido un bajonazo impresionante desde los US $23.67 la libra en mayo de 2007 a US $9.14 en julio de este año. Y estos son los tres principales renglones exportadores del país y todo indica que esta tendencia va a perdurar a consecuencia del freno del crecimiento de la economía global, lo cual afecta de soslayo la inversión en la mineria que representa más de 50% de la IED que ha venido llegando al país. Ello nos indica que la balanza comercial, hasta ahora superavitaria, se va a ver afectada severamente. Aunque el Ministro de Hacienda reconoce que Colombia es el único país de la región que viene arrastrando un déficit en cuenta corriente, lo cual lo hace mucho más vulnerable a la crisis, pretende consolar al país diciendo que si bien es cierto que está en 2.3% dicho déficit “se viene cerrando…y se estima que no superará el 3% del PIB” y remata con esta perla: “No hay nada inherentemente ´malo´en un déficit de cuenta corriente, tampoco nada intrínsecamente ´bueno´ en un superávit” .
¿Blindados o vulnerables?
Afirma el Ministro de Hacienda que la principal preocupación con respecto a dicho déficit estriba en su tamaño y la naturaleza de las fuentes de financiación. A este propósito se pavonea el señor Ministro ufanándose de que “en materia de fuentes de financiación del sector privado, el actual déficit en cuenta corriente está más que cubierto con IED, una fuente de recursos más estable” . Y, para fundamentar su aserto indica que “en el segundo período (2004 – 2007) la relación de IED a cuenta corriente ha sido en promedio 234%, cuando en el primero (1994 – 1997) sólo alcanzaba 48%” . Así las cosas, según el Ministro, no hay de qué preocuparse, pues la economía puede seguir muy oronda cabalgando sobre la socorrida confianza inversionista ignorando cuanto acontece a su alrededor. Es una verdad de Perogrullo lo que dice el Presidente Uribe, en el sentido que “es mucho mejor o menos difícil sortear estas dificultades de la economía con inversión que sin inversión” ; pero, no es del todo cierto que la confianza inversionista “es lo que nos va a sacar adelante en este momento de dificultades de la economía” . Esta es una condición necesaria, pero no suficiente para enfrentar con éxito la actual coyuntura. Es cierto que, como lo afirma él la tasa de inversión ha evolucionado favorablemente al pasar de 12% al 27.5%; pero ese dato ya es histórico y corresponde a la tendencia que se dio en todos los países latinoamericanos en el último lustro.
Lo importante es saber lo que se nos viene ahora pierna arriba y cómo sortearlo; para ello no basta con pedir que “el objetivo del país sea mantener la tasa de inversión en niveles superiores al 25%” . Esta no pasa de ser una declaración de buena voluntad. El hecho es que las consecuencias de la crisis apenas se empiezan a sentir y lo peor está por venir, pues sus devastadores efectos tardan en llegar pero llegarán ineluctablemente y será entonces cuando sabremos qué tan preparado estaba el país para soportarlas. Como lo pronostica Germán Umaña, director del CID de la Universidad Nacional, “con una recesión estadounidense podría subirse a 5% o 6% para julio de este año (el déficit de cuenta corriente de la B de P), un nivel preocupante si se tiene en cuenta que lo normal de una economía es que el déficit de cuenta corriente esté alrededor el 3%” , habida cuenta de la importancia de este mercado para las exportaciones colombianas.
Ya se sintieron los primeros estragos: según el Superintendente financiero, Cesar Prado, los fondos de pensiones del país perdieron cerca de $55.000 millones que había colocado en el Lehman Brothers, uno de los bancos de inversión arrasados por la crisis; aunque son “sólo el 0.1% de los recursos de los fondos” que ascienden a los $57 billones, pero son $55.000 millones que pierden sus afiliados. También el Banco de la República tenía allí depositados algo así como $7.000 millones de sus reservas, que son de todos los colombianos, que también se perdieron en los primeros escarceos de la crisis. Por fuerza de las circunstancias, le toco al Ministro de Hacienda echar para atrás y reconocer que la crisis también es con Colombia y, muy a su pesar, le tocó revisar a la baja la meta de crecimiento para este año, del 5% inicial a la horquilla de 3.8% - 4.2%, pero insiste en la meta del 5% para 2009, hecho este que no se daba hace 10 años. Además, se niega a modificar el monto del presupuesto para ese mismo año, pese a que ya se sabe que el menor crecimiento del PIB en 2008 le cuesta al fisco más de $600.000 millones, lo cual significa que, al margen de lo que pueda llegar a ocurrir en 2009, se partirá de una base menor de la prevista al momento de establecerse por parte del Congreso a solicitud del gobierno. Resulta inverosímil que, en estas circunstancias, el gobierno persista en el trámite de un presupuesto inflado, desfinanciado, como lo certificó la Contraloría General de la República, con un incremento nada menos que del 14% con respecto al de 2008. El gobierno ha hecho caso omiso de las recomendaciones de la Comisión Independiente del Gasto Público, que le vendrían muy bien en este momento. Cabe preguntarse: si el gobierno central no quiso o no fue capaz de equilibrar sus finanzas en plena bonanza, qué va a pasar ahora cuando el país empieza a sentir los rigores de la época de las vacas flacas. Hasta Chávez, después de gastar a manos llenas durante diez años, ha empezado a hablar de ahorro y austeridad en el gasto, porque es consciente de la gravedad de la coyuntura, pues, como lo afirma Asdrubal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, “el gobierno sabe que el año entrante será complicado con un mundo que pudiera entrar en recesión debido a la difícil situación de Estados Unidos, lo cual podría afectar los precios del petróleo” y resulta que este representa el 95% de los ingresos por concepto de exportaciones y el 50% de los ingresos del fisco.
El repentismo presidencial
Ante la crítica de diferentes analistas independientes a la pasividad del gobierno y a su inmovilidad frente al agravamiento de la crisis, amén de la autocomplacencia del Ministro de Hacienda , fue el propio Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez, quien de buenas a primeras y al mejor estilo repentista que caracteriza a su gobierno pergeñó improvisadamente lo que él llamó un “Plan de contingencia para enfrentar la crisis financiera internacional” . En efecto, en el curso de la instalación en Bucaramanga de la Asamblea anual de Confecámaras, le anunció al país un paquete de cinco medidas, a saber: “primero, unos créditos de emergencia con los bancos multilaterales; segundo, estar buscando por todo el mercado la financiación que corresponde a fuentes distintas de los bancos multilaterales, para los años 2009, 2010 y 2011, anticipar esa financiación; tercero, buscar mercados diferentes para nuestros recursos financieros, volver a los mercados asiáticos, al mercado japonés; cuarto, para que no se vaya a afectar el ritmo de Inversión Extranjera Directa (IED) en Colombia, buscar también otras fuentes de inversión, como la fuente del lejano oriente, de los países árabes; quinto, mantener todo el buen cuidado para que no se deteriore el mercado nacional” . El gobierno nacional tiene que salir próximamente a prestar US $2.400 millones para financiar el presupuesto del año entrante y “anticipar esa financiación” para los años 2010 y 2011, en momentos en que el crédito se restringe y se hará más costoso.
El Presidente Uribe plantea como una de las salidas “unos créditos de emergencia con los bancos multilaterales”, como si estos no estuvieran también afectados por la crisis; al fin y al cabo los accionistas de esos bancos son los mismos países que están en líos y, además, los bancos son bancos. En cuanto a los créditos con la banca comercial, es un hecho que la tasa de interés de la deuda colombiana, medida con el Índice Embi , se han duplicado desde junio, al pasar desde niveles de 150 a más de 425 puntos. Y ello ocurre, porque a Colombia se le percibe cada vez con un mayor nivel de riesgo – país, a pesar de la cantinela del gobierno con la manida confianza inversionista. “El caso es que si Colombia pretendiera salir por estos días a los mercados globales a vender títulos de deuda externa, tendría que pagar el doble de intereses que si las operaciones las hubiera hecho hace tres meses. Igual sucede con empresas privadas, a las que el crédito se les ha encarecido de manera sustancial en el transcurso de este año” . Nos parece una ocurrencia salir ahora en volandas a “buscar mercados diferentes” a los EEUU, como son “los mercados asiáticos, al mercado japonés”, cuando ellos están también precaviéndose de los estragos de la crisis financiera que también los tocó y de contera la diplomacia colombiana se ha circunscrito casi que exclusivamente a la relación bilateral con los EEUU. No resulta fácil cambiar de pareja en la mitad del baile; acudir ahora al lejano oriente o a Asia no ofrece muchas posibilidades a corto plazo de establecer una sólida relación que permita acceder a sus también comprometidas fuentes de financiamiento. Como parte de la receta se plantea explorar “otras fuentes de inversión” distintas a las tradicionales “para que no se vaya a afectar el ritmo de inversión extranjera directa” y se menciona al lejano oriente, como si ello fuera así de fácil. Se da por descontado que unos de los efectos de la crisis será la reducción del flujo de capitales por la estrechez de liquidez sobreviniente, especialmente hacia los países emergentes incluido Colombia. No nos podemos hacer ilusiones de que el país va a salir indemne de este descalabro, sobre todo cuando el origen de la IED en Colombia ha sido fundamentalmente EEUU y España, con el 20% y el 16.5% respectivamente, dos de los países con mayores complicaciones. Vemos muy remota la posibilidad que el país pueda alcanzar la meta de los US $11.000 millones de IED este año y ni pensarlo para el año entrante y este es otro factor que conspira contra las posibilidades de sostener el ritmo de crecimiento que traía la economía colombiana. El país tiene que prepararse para una baja sensible de la afluencia de IED.
Finalmente, el gobierno dice que va a “mantener todo el buen cuidado para que no se deteriore el mercado nacional”, pero no dice cómo lo va a hacer. Además, como ya lo vimos, el mercado doméstico se viene deteriorando desde mediados del año pasado, cuando aún no se había desatado la crisis, la cual viene ahora a complicar su manejo. El Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, acaba de pronosticar que el crecimiento económico de Latinoamérica va a ser mediocre, duda que llegue al 4.5% para este año y hay quienes proyectan un 3.3% para 2009 y lógicamente ello va afectar también el desempeño de la economía colombiana. Como lo afirma Rodrigo Valdés, economista Jefe para Latinoamérica en Barclays Capital en Nueva York, “los últimos cuatro a cinco años fueron muy buenos para Latinoamérica, pero el ciclo está llegando a su fin…Esperamos una desaceleración en prácticamente todas las economías” y la de Colombia no será la excepción. De modo, pues, que hay que apretarse el cinturón y consensuar un paquete de medidas de emergencia que consulten la cruel realidad que se avizora, a riesgo de sucumbir en medio del torbellino de la crisis en la que la economía colombiana termine como corcho en remolino.
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