Año 7, número 2479
Martes 30, diciembre del año 2008
El problema entre palestinos e israelitas es tan viejo, que habría que acudir a la Historia para poder ubicarnos en su verdadero y real contexto.
Pero podríamos igualmente, buscando una respuesta, adaptarlo al presente y deducir si dentro de miles de años (si es que la humanidad sobrevive a su propia estulticia) los iraquíes, invadidos y masacrados brutalmente por la ambición yanqui del consumismo a ultranza, van a poder convivir en paz con los norteamericanos.
Y la respuesta es obviamente que ¡no! Que difícilmente podrá haber paz en Irak mientras su territorio siga dominado por los invasores y a los nativos de esas tierras los traten como esclavos.
Cabiendo comentar que no es nada más el petróleo de Medio Oriente lo que les interesa a los voraces capitales que dominan la parte del Planeta donde vivimos; pues lo que en el fondo tienen la mira puesta, aparte de la reconstrucción, la que viene después de la destrucción (todo un negociazo) es la venta de todo tipo de productos de consumo.
Como lo son las medicinas occidentales (que deja utilidades de fábula; ahora hasta utilizan el Viagra para sobornar) por no citar los refrescos, los alimentos chatarra y las “modas”, tanto en el vestir como en todo lo que usan las mujeres en su arreglo personal.
El potencial de compra, con la riqueza que hay por aquellos lugares, es lo que ha despertado la codicia de quienes hacen todo desechable y se empeñan en venderlo.
Y por supuesto, lo que primordialmente quieren, es el control de las drogas de todo tipo. Razón por la cual tomaron la estafeta de la guerra contra Vietnam; que llevándola más que perdida, no querían retirarse para seguir introduciendo heroína a los EEUU en aviones de su Fuerza Aérea.
Y por la misma razón, el control de la heroína, es que invadieron Afganistán (donde acaban de enviar 30 mil soldados más para ver si pueden hacer retroceder a los talibanes, que han ya recuperado las tres cuartas partes de su territorio y trae a la OTAN a mal traer).
El problema lo tiene ahora México, que habiendo aceptado un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU; hoy se encuentra entre dos “fuegos”, ante la posición norteamericana que justifica los ataques israelitas en la Franja de Gaza; y la de la propia Organización de las Naciones Unidas, que no está de acuerdo y pide que se termine con la matanza, sobre todo de civiles.
Porque la reacción que hasta ahora ha expresado la Secretaría de Relaciones Exteriores del Gobierno de Calderón, no solo no dice nada, sino que puede comprometer a nuestra Nación.
Que en caso de pronunciarse abiertamente en contra, como lo hizo en la invasión a Irak, puede sufrir represalias económicas, como las que sufrimos al habernos negado enviar tropas cuando eramos gobernados por el Loco.
Para no variar, el señor Calderón no debió de haber pensado bien en las consecuencias que habría al aceptar una responsabilidad como lo es el tener un asiento en el Consejo de Seguridad.
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