Año 6, número 2509
Jueves 29, enero del año 2009
A pesar de que las crueles evidencias indicaban que no estábamos frente a gente sensata, los barones del dinero oficial, Guillermo Ortiz y Agustín Carstens, ¡por fin! reconocieron que México ya está en recesión.
Tuvieron que decirlo desde varias partes del mundo y desde varios foros internacionales, para que don Felipe, su Secretario de Hacienda y el Gobernador del Banco de México, aceptaran lo que ya todos sabíamos.
“Y todavía no empieza” fueron varias veces los titulares en este espacio que advertían que lo que económicamente estaba sucediendo, ya desde hace varios meses, por no decir que desde hace año y medio, dijimos que todo iba a terminar en catástrofe.
Y no se exagera, así vamos a terminar; en catástrofe. Seguramente para resurgir de nueva cuenta; como ha sucedido mil dolorosas veces, sin que podamos aprender la lección de vivir de otra manera.
¿Pero cómo?, es la pregunta obligada; solo que es difícil saberlo. Deben de haber miles de formas de vivir diferentes. Mas lo que sí se puede asegurar, es que la manera como estamos viviendo no es la adecuada. Si lo fuera, los resultados, es decir, el presente, sería de otra manera.
La fuerte contracción que han resentido los negocios de las exportaciones, por no comentar la caída en las remesas de nuestros migrantes, que ha sido altamente significativa.
La ausencia de turismo, pues no llegan a nuestro México otros paseantes que no sean de Alto Riesgo y busquen emociones fuertes, ha dado el indicador de alarma en la economía nacional (alarma que ya esperábamos muchos mexicanos).
Razón por la cual es in entendible que nuestros funcionarios no se dieran cuenta del tsunami económico que hoy ya todos comentan alarmados. Por lo que de nueva cuenta volvemos a repetir: ¡Y apenas empieza!
Usted, amable lector, ya pensó qué es lo que va a hacer; porque si estamos esperanzados a que nuestros gobernantes nos saquen del atolladero, es mejor que de una buena vez nos desilusionemos; porque si ellos no pueden hacer nada por sí mismos, menos vana poder hacer algo por nosotros.
Al parecer ya llegamos a los tiempos de ¡Sálvese quien pueda!
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