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Marcela Gomez Zalce
Los hombres son sabios, mi estimado, en proporción no a su experiencia sino a su capacidad para la experiencia. Cierra la semanita con el vertiginoso caudal de descomposición en las crisis en materia de seguridad y económica, que alientan los anunciados misiles del gobierno de Estados Unidos, que no tarda en darle un zape marca ACME a Felipe & his dumb squad gracias a la sugestiva incontinencia verbal desatada en estos últimos días a raíz de la incontrolable escalada en la violencia… que hace ya los principales reportajes de las cadenas norteamericanas y desencadena reacciones en el Capitolio y Washington.
Reacciones, my friend, que comienzan a delinear el ánimo y el tinte en la relación bilateral en momentos donde la seguridad nacional de nuestros vecinos está siendo vulnerada por la bola de traviesos organizados que, según un divertido documento de análisis integral de inteligencia, comenzaron ya a hacer de las suyas en ciudades como Phoenix, Dallas y Austin, entre otras entidades. El volátil asunto es no sólo que ya está la exportación de the mexican TM de la industria del secuestro contra la población de inmigrantes y sus familias, sino que los brazos armados de la organizada delincuencia mexicana ya se aventaron el tiro de portar uniformes de policías locales (sounds familiar?), y con el clásico estilo desparpajado ajustar cuentas con una banda, en este caso de Jamaica, que se atrevió a traicionar a un cártel nacional.
Los peligrosos hechos han dejado de ser incidentes aislados y se agravan las alertas cuando la frontera con México está atiborrada de focos rojos y el (des)gobierno de Felipe está más concentrado en pendejadas de anuncios de sacar a los criminales de Ciudad Juárez —sin decir, of course, ni la estrategia ni el método—, en la distintiva pirotecnia del despliegue militar en distintas ciudades, donde ya parecen policías de crucero, en advertir sobre el punto final, en la constante recriminación de quién es el culpable del reverendo desmadre sin detenerse a reflexionar que este escenario estaba pronosticado desde las temerarias extradiciones de los capos de la droga, sin tener las radiografías completas del Plan B y sus secuelas, entre un sinfín de errores más.
Hoy Calderón sigue con su tonito de envalentonado sácalepunta me vale madre, sin darse cuenta que la percepción del Estado fallido es… un hecho.
Y la reciente cadena de afirmaciones del departamento de Estado y del Pentágono sobre la pérdida de control de una parte del territorio nacional, del fuego cruzado donde la población civil queda indefensa y en constante riesgo, aunado al tema, que no tarda en estallar en la puerta verde olivo referente al papel del Ejército en el rubro de los derechos humanos, mi estimado, son avisos de que hay un fracaso estrepitoso en las formas y el fondo de la mal llamada guerra contra el narcotráfico.
Que hay una confusión política y jurídica sumada a una incapacidad para diseñar y proyectar con claridad una política pública en seguridad pública, que ha degenerado en una total anarquía en cuanto al deber jurídico del Estado. ¿Dónde está el diagnóstico para enfrentar el peligroso flagelo…?
¿Dónde están las soluciones de cómo (no de si se puede) ganar esta guerra…? ¡¿Dónde está la agenda pública de resultados en esta incontrolable espiral que ya suma más de 9000 muertos…?!
Los únicos que dimensionan la magnitud del problema son nuestras fuerzas armadas, quienes en medio de acciones legalmente dudosas —colocándolas en inminente riesgo—están dando la batalla, y no debe perderse de vista que nuestro Ejército representa el último escalón del orden social, sobre todo cuando su incursión ha sido por la ineficacia de la autoridad civil… cuyos titulares en medio de la otra guerra, la de las estupideces verbales, son los mismos rotados entre Fox y Calderón.
Una vez más este asunto requiere de seriedad y no de la pasividad, terquedad, intolerancia e irritabilidad que, en medio del caos, descoordinación y disfuncionalidad de un gabinete que debe recomponerse (o sea, adiós a los inservibles cuates), abona a la gestación de un coctelito C-4 social con ingredientes como carestía, desempleo, devaluación e inflación...
Y ahí es donde la organizada delincuencia, que enfrenta a un desorganizado (des)gobierno, ya constató que tiene brazos para movilizaciones..
Y el hilo se rompe por lo más delgado. Y el cúmulo de avisos ha sobrado. Porque cuando entremos a la catastrófica debacle, no habrá otra imperiosa acción de emergencia que la de (congelar a todos en Los Pinos) un gabinete de crisis y un pacto nacional para levantar el tiradero…
Todavía, my friend, hay tiempo, tic-tac..tic-tac…
¡Adiós!
gomezalce@aol.com
viernes, febrero 27, 2009
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