Julio Pimentel Ramírez
Una vez más se muestra al desnudo la inmovilidad, incapacidad e insensibilidad social del presidente ilegítimo y su gabinete económico, propia de su formación tecnócrata y convicciones neoliberales, quienes ante la protesta y demanda de pescadores, transportistas y campesinos de que se disminuyera o al menos se “congelara” el precio del diesel, optaron por disminuir el ritmo semanal de crecimiento del precio de este importante combustible, lo que en los hechos constituye una burla para los sectores productivos del país.
En medio de un auténtico chubasco de pésimas noticias sobre el futuro inmediato del país, antes de partir a Suiza al Foro Económico de Davos en el que seguramente Felipe Calderón destilará su “sabiduría” neoliberal y dará consejos sobre cómo enfrentar esta crisis mundial capitalista, el inquilino de Los Pinos y los doctores en economía que atienden la salud de la nación nos recetaron otra “aspirinita”, medicamento que en esta ocasión los mexicanos no están dispuestos simplemente a tragárselo sin chistar.
Ya en plena recesión, el Banco de México acepta que este 2009 la economía nacional presentará una caída de 1.8 por ciento, lo que significará que se perderían hasta 340 mil empleos (aunque estas cifras se acercan más a la realidad, cabría temer que la debacle sea más severa), los argumentos gubernamentales para justificar este “ajuste” al incremento semanal al precio del diesel son inconsistentes y representan una verdadera burla a las demandas de los diversos sectores productivos afectados y a la sociedad en su conjunto.
A pesar del “ajuste”, al final del año dicho combustible incrementará su precio arriba de la inflación esperada, lo que significa que esto afectará tanto a la cadena productiva (pescadores, industriales, campesinos, transportistas) como a los consumidores que verán que la escalada de precios de los productos y servicios afectará seriamente su poder de compra, más allá de los índices oficiales que suelen ser engañosos.
Según el discurso oficial, a pesar de esta medida en México el precio del diesel se encuentra por arriba del precio internacional del combustible el cual no existe. Hay, cierto, precios de referencia internacional para el petróleo, pero los de los combustibles varían de país en país –pueden ser 50 por ciento mayores que los que rigen en México, o bien 90 por ciento más baratos– y, en el caso de nuestro país, ni siquiera están sujetos a las cotizaciones internacionales del crudo, sino que son controlados por el gobierno federal a instancias de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
En todo caso, ya que el gobierno espurio subraya este aspecto, es decir que el precio nacional del diesel está por debajo de la cotización del mercado internacional, porqué no sigue esa línea argumental y actúa en consecuencia en cuanto al precio de las gasolinas que en México son más caras que en otros países que sí los han ajustado ante la drástica caída en la cotización de los hidrocarburos.
El titular de Hacienda destaca que el costo de esta medida calderonista es de alrededor de 10 mil millones de pesos que, dice, saldrán de ahorros en el gasto corriente y en algunas asesorías de la administración federal. Cantidad que para nosotros, simples mortales, suena inalcanzable pero que es irrisoria si la comparamos con lo recursos que podrían obtenerse de aplicar un auténtico plan de austeridad y disminución de salarios y prestaciones de la alta burocracia, observación extensiva a diputados, senadores y magistrados.
Andrés Manuel López Obrador ha subrayado en diversas ocasiones que con la reducción de los privilegios de la alta burocracia (incluidos los magistrados del Tribunal Superior de Justicia -la ironía está en el nombre-, quienes perciben 600 mil pesos mensuales) se lograría un ahorro de 200 mil millones de pesos para destinarlos a impulsar el desarrollo del país y garantizar el bienestar social de la gente.
En el foro para abordar la crisis económica, convocado y organizado por el Senado y que se lleva a cabo en el alcázar del Castillo de Chapultepec, sitio que simboliza el amor a la Patria, traicionada por cierto por más de uno de los asistentes, un grupo de ex presidentes de otros países invitados como ponentes, enviaron un mensaje con dedicatoria oculta: ante la intensidad y profundidad de la recesión hay que actuar “fast track”, es decir rápida y oportunamente.
La inmovilidad e incapacidad de Felipe Calderón ante la avasalladora crisis económica, que afecta a una nación ya de por sí sumida en la inequidad e injusticia, preocupa ya no solamente a sus críticos y adversarios políticos sino también a sectores empresariales que en su momento festejaron su imposición en la presidencia de la República.
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