Ricardo Andrade Jardí
La catástrofe automovilística es ya imparable en el corazón del imperio, aunque mucho habría que analizar sobre esa catástrofe, que tal vez sea un reajuste cultural involuntario, que en lo inmediato dejará sin empleo a miles de trabajadores (uno de los costos de la mentira financiera) y sin macro-ganancias, a unos cuantos, pocos, pero que posiblemente beneficiará con el tiempo el medio ambiente y la salud de miles de personas. ¿Mejorará, si aún hay tiempo, la calidad de vida de las futuras generaciones? Nadie puede saberlo con certeza.
¿Se trata de un nuevo paradigma que cambiará la vida, en Occidente, como la conocemos hasta hoy? Muchos serán los intentos por salvar al capitalismo con más capitalismo.
Salvar al criminal sistema aunque sea necesario socializar algunos de los procesos que hasta hace algunos meses el salvajismo capitalista sometía a la lógica del “libre mercado”, al soplo de la rapiña y al “antiproteccionismo”.
Y, mientras al Norte, muy al Norte del continente la realidad concreta sigue revelando los insostenibles alcances de la mentira financiera global, en este Norte, que es también el Sur, el catarrito financiero de la usurpación, anuncia signos alarmantes de pulmonía económica y la influenza se convierte en una conveniente alerta epidemiológica, al tiempo que Fecal presenta una iniciativa de ley con la que se pretende, como en toda dictadura, y ante la incapacidad y la ilegitimidad, legalizar la represión.
Lo urgente no deja tiempo para lo importante y a río revuelto... los senadores (incluidos los del PRD) aprueban las modificaciones a la ley general de turismo y “legalizan” la rapiña empresarial sobre el patrimonio nacional, zonas arqueológicas, espacios públicos, antropológicos e históricos, quedan a merced de la explotación del mercado “para aprovechamiento de la actividad privada”.
Vientos de influenza empresarial, parecen ser los síntomas de la usurpación fecalista, alerta epidemiológica que nace en la IMPUNIDAD corrupta del sistema que desde hace tiempo intenta legalizar la ilegalidad.
Y más grave aún es la enfermedad educativa que deja de enseñar filosofía muy probablemente porque las huestes de Elba Esther Gordillo, capacitadas para enseñar las artes de la corrupción y el fraude, son incapaces de entender lo más mínimo elemental de la filosofía occidental. Imposible enseñar lo que se es incapaz de aprender.
Bananera república, en la que nos hemos convertido, llegaremos al punto donde será igual de difícil encontrar comida “nutritiva” en las “cooperativas escolares”, que libros de Platón en las bibliotecas públicas... Pero no perdamos la esperanza, la clandestinidad de los libros generará el gusto por ellos y pese a los esfuerzos del PRIAN y “la maestra”, más pronto que tarde la capacidad crítica surgirá en las calles y los barrios, en los centros de trabajo y en las mesas familiares, pues el hambre de conocimiento es igual de fuerte que el hambre de comida, y, en la conjunción de ambas, como en los callejones sin salida, normalmente nacen las revoluciones, lo que tampoco son ya capaces de entender los impulsores del sistema.
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