Ricardo Andrade Jardí
Y finalmente, como todos lo suponíamos, el “catarrito” diagnosticado por el usurpador secretario de Hacienda, pasó a ser una “influencia puerca”, que, tan sólo en los últimos meses, ha dejado sin empleo a un millón de trabajadores y menos mal que el usurpador sería “el presidente del empleo”, que si no...
Al tiempo que el poder adquisitivo no alcanza ya para comprar ni papas, que de semana a semana incrementan su costo, cientos de miles sobreviven c on menos de dos dólares al día, mientras en plena crisis los funcionarios usurpadores reciben sueldos muy por encima de la capacidad laboral y peor aún de la intelectual, como si lo que se recompensara, en el neoliberalismo, fuera sólo la estupidez y la mediocridad, en lugar del conocimiento y la eficacia... ¡Y así es!
Y esto es apenas el inicio. Sólo los criminales pueden seguir afirmando que el rumbo económico es el correcto. Pero la intención es salvar al salvaje capitalismo de la crisis financiera global. Y para eso requiere con urgencia una distribución de capitales. ¿Y cómo distribuir capitales sin afectar a los grandes acumuladores de esos capitales?
“La respuesta está en el viento”: exterminando al mayor numero posible de pobres. Así la miseria de unos se distribuye entre la pobreza de los otros. Suena duro. Pero la realidad concreta habla por sí sola. Y los datos son cada día más reveladores de esa realidad. Alrededor de un millón de nuevos desempleados se suman a los viejos desempleados. Alrededor de —con cifras conservadoras— treinta y cinco mil personas mueren al año de enfermedades respiratorias curables en casi cualquier lugar del mundo. La desnutrición infantil hace ya estragos en el desarrollo físico y mental de las futuras generaciones y esa misma desnutrición mata a cientos de miles de niños y jóvenes, sumado a los problemas ambientales generados por la limitada visión de “competitividad y progreso” y que son resultado de la protección criminal que autoridades locales y federales otorgan a los devastadores capitalistas que contaminan ecosistemas, modifican alimentos y sobreexplotan ganados, con la mayor de las IMPUNIDADES posibles. Se trata de un plan bien estructurado. Los mexicanos de a pie somos tratados como sujetos de segunda y empresarios nacionales y trasnacionales hacen de nosotros y nuestro medio ambiente lo que las normas ambientales les prohíben es otros países, donde tienen la fortuna los ciudadanos de ser y saberse hombres y mujeres dignos. Por lo que ni el capitalismo salvaje puede imponer así nomás su voluntad...
Tantas telenovelas parece que han atrofiado el cerebro de políticos y empresarios, incapaces de comprender que el exterminio de pobres no salvará de la crisis al sistema decadente... El derrumbe capitalista se anuncia duro. Pero más duro será si no damos el cambio de timón ahora y empezamos a navegar nuevos mares, lejos, muy lejos del salvaje y enfermo neoliberalismo.
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