jueves, mayo 21, 2009

Creativas muestras de humor negro

Elevar impuestos no soluciona el problema de finanzas públicas

Carlos Fernández-Vega

En la danza de las frases célebres pronunciadas a lo largo de tres tristes décadas, México ha deambulado del no nos volverán a saquear y el no permitiré que el país se nos deshaga entre las manos de José López Portillo y Miguel de la Madrid, respectivamente, al nunca más otra crisis de Felipe Calderón, sin olvidar los apotegmas de los demás. Pero de los dichos de ocasión a los hechos concretos, el saqueo ha sido permanente, deshicieron al país y esta heroica nación vive no sólo otra crisis, sino, tal vez, la más profunda y dramática de todas.

Entre la más reciente tanda de chistes crueles pasaron del jactancioso catarrito al desplome económico y la cancelación de más de 600 mil empleos formales en sólo medio año; de la envidiable cuan fatua solidez del navío de gran calado, al ya estamos en recesión, y de allí al se nos cayó la recaudación, con el consecuente hoyo de 300 mil millones de pesos en las finanzas públicas. ¿Qué otras creativas muestras de humor negro repartirán entre los mexicanos mientras se agudiza el deterioro?

Habrá que ver, pero en vía de mientras el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus estado de México, nos obsequia el siguiente paseo por las finanzas públicas, por medio de sus Perspectivas económicas 2009: un país en recesión, que entre otros puntos destaca lo siguiente: “la necesidad de una reforma fiscal es un hecho insoslayable (pero) el gobierno debe primero hacer su tarea de forma interna antes de reclamar un sacrificio social mayor… En el fondo, los problemas que se enfrentan tienen una larga historia, ya que si bien es cierto que la actual crisis económica se originó en el extranjero, también lo es el que se reproduce en un sistema económico poco productivo y con un pobre desempeño social”.

La dependencia que las finanzas públicas tienen respecto a los ingresos petroleros las deja expuestas a la volatilidad, sobre la cual no se tiene ninguna influencia. Si bien es cierto que el gobierno tiene una creciente necesidad por recursos de la sociedad, también lo es que sus requerimientos tienen origen en la adopción de medidas económicas que durante las últimas décadas han mermado sus ingresos tributarios. En primer lugar se encuentra la falta de crecimiento económico, el hecho de que la economía únicamente haya crecido un promedio de 2.6 por ciento durante los últimos 28 años, sin duda implica una menor recaudación fiscal por aspectos como el consumo y el impuesto sobre la renta.

Por si fuera poco, resalta un segundo aspecto, relacionado con el hecho de que el empleo formal se ha visto afectado por las crisis económicas que han azotado a México desde 1982. Cuando la gente trabaja en la economía informal deja de pagar impuestos, lo cual merma la recaudación por este concepto. Las autoridades fiscales no han logrado que todo ese universo laboral tribute, fundamentalmente porque se han enfocado a los contribuyentes cautivos. Otro problema es el crecimiento de un outsourcing, que además de disminuir las prestaciones laborales de las personas en muchas ocasiones no genera pago de impuestos y ante lo cual tampoco existen acciones encaminadas a regularizar dicha situación. Un cuarto aspecto es la falta de un marco legal que impida que grandes empresas terminen pagando menores impuestos que las pequeñas y medianas.

Por el lado de las erogaciones, el gobierno tiene una enorme responsabilidad en los desajustes, pues la mayor parte de su gasto corresponde al denominado como corriente y aún dentro del mismo a la parte clasificada como de otros, es decir aquel que no tiene relación con los salarios o la operación de las dependencias oficiales. El análisis del presupuesto permite afirmar que su ejercicio es ineficiente. Como consecuencia de lo anterior es prioritario que se genere una cultura de evaluación del impacto que tiene cada peso que el gobierno gasta, a fin de esclarecer cuál es el beneficio social o el crecimiento económico alcanzado. Mientras ello no ocurra, el aumentar la recaudación fiscal no necesariamente solucionará el problema de finanzas públicas, y la razón es muy sencilla: en los últimos años se recaudaron ingresos superiores a los presupuestados sin el mayor impacto económico o social. De hecho, en el primer trimestre de 2009 el gasto corriente gubernamental reportó un explosivo crecimiento de 18.7 por ciento.

Menciona también los errores de pronóstico presentados en la elaboración de presupuesto para el presente año. En este sentido, el diagnóstico del marco macroeconómico modificado para 2009 y del plan contra la crisis tanto en su parte de infraestructura como en la de protección a la economía familiar generan fuertes dudas. De hecho, advierte, “la disminución del PIB presentada por la Secretaría de Hacienda en su corrección de los Criterios de Política Económica ocurriría aún en ausencia de la crisis financiera observada. Simplemente, la estimación oficial minimizó los problemas económicos.

¿Cuáles son las consecuencias económicas de los errores en las prospectivas económicas y la jactancia de catarritos y gripas? Simple: el gobierno calderonista estimó ingresos correspondientes a un desempeño económico que no se está cumpliendo.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría y la historia: “en 1884, hace 125 años, se escribió en una revista sobre la realidad estatal: ‘jamás se había visto semejante situación, grandes, medianas y pequeñas se aterrorizan, los primeros prevén su próxima ruina, los segundos la miseria y los terceros el hambre; ni el comerciante, ni el agricultor, ni el artesano pueden hacer ya frente a sus compromisos; los habitantes emigran poco a poco, huyendo de la miseria’. Así empezaba la emigración a Estados Unidos. En ese año, las clases productoras estaban agobiadas como nunca por los impuestos excesivos. El ministro Peña (Porfirio Díaz 1876-1910, el tira no honrado) aplicó su plan: ‘incrementar gravámenes, pero el efecto boomerang fue contraproducente, el comercio languidece, los nuevos impuestos no habían resuelto el problema’. Se escribía: ‘la crisis no se ha resuelto, por el contrario se agrava’. Parece que no aprendemos de la historia, ¿verdad?: 125 años tirados al caño, para beneficio de una muy, muy pequeña minoría. Después vino lo ya conocido en 1910” (Gerardo Lorenzo, gerardo.lrnz@gmail.com).

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