Editorial. De la ingratitud y las mentiras.

Año 8, número 3067

Viernes 08, mayo del año 2009

Hasta el cansancio se ha dicho que a los ingratos ni Dios los quiere. Y viene a colación porque ahora que se ha descubierto que la tal Influenza Porcina, de cuyos letales efectos la humanidad fue salvada por Felipe Calderón, fue toda una farsa que se les salió de control (de ahí que resultase en extremo costosa).

El omnipotente michoacano que aún no deroga el Estado de Excepción que instauró durante la “pandemia”, convirtiéndose de ese modo en un dictador (de bolsillo, pero dictador)

Arremetió de nueva cuenta contra China (que fue la primera Nación que envió ayuda hasta en efectivo, de ahí la ingratitud) de quien dijo había ocultado el número de víctimas a causa de la gripe aviar que padecieron.

Y contra Argentina, a la que acremente censuró el haber ocultado, según él y sin mostrar pruebas, como si su palabra fuera suficiente, un brote de Dengue que según el mandatario mexicano, ocasionó ¡miles de muertos!

Y hasta contra Haití, por no haber aceptado la ayuda que le fue enviada y que regresó con el parte de “gracias”, pero no.

Cuando finalmente lo único que hicieron esas Naciones fue el haberle creído sus mentiras.

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