viernes, junio 19, 2009

Vitral. La impotencia

Por Javier Solórzano







19 junio 2009

Así me lo contaron. Por obvias razones no le decimos quién fue, pero el autor del Vitral da cuenta de ello. “Hemos ahorrado y comprado una buena flota de camiones de carga. Es un negocio familiar. Hace como un año unos tipos nos ‘visitaron’ y nos ‘pidieron’ una ‘cuota’ para que no nos pase nada. Por más que nos hemos negado no quedó de otra que darles una lana. Querían medio millón al mes, pero después de varios días de ‘negociar’ quedamos en 50 mil. Le dije a los policías de la zona. ‘No podemos hacer nada’, me respondieron.

“Cuando los camiones van al DF nunca se sabe si van a llegar. Cada viaje puede salir como en 60 mil pesos entre el diesel, casetas y contenedores. Siempre es bueno llevar el guardadito porque por cada poblado que pasas te sacan una lana de ‘recuperación’. Las ‘cuotas’ van de 300 a mil pesos. Una multa, para que te des una idea, alcanza hasta 6 mil pesos.

“Hace poco nos robaron un camión. El chofer nos habló desesperado y golpeado a media noche. Teníamos cómo rastrearlos. Después de tres horas de carretera lo encontramos. Estaba en una ranchería. Iba solo y sin acercarme alcancé a ver unas 10 camionetas de donde salieron un chingo de tipos. Estaban vaciando los contenedores. No supe qué hacer; me regresé al pueblo más cercano y le dije a un federal. ‘No sabe en la que se mete, mejor déjelos y diga que le fue bien’, me dijo. ‘¿O sea que me vino bien que me robaran el camión?’, le dije. Con una sonrisa como para golpearlo me contestó: ‘Pus sí’. Un año después recuperamos el camión como a unos 400 km de donde lo habían vaciado totalmente desvalijado.

“Decidimos cambiarnos de ciudad y nos fuimos al golfo. No teníamos ni 10 días cuando de nuevo se nos pararon en la puerta para pedirnos ‘cuota de protección’. Hace poco se nos metieron por la bodega y le dijeron al velador: ‘Ahí le dejamos esto. Ni lo vea ni lo toque y más les vale que no le cuenten a nadie’. No quiero ni ver los paquetes. Le conté a un amigo y me dijo: ‘No vayas a cometer la pendejada de ir con el Ministerio Público, todos son lo mismo. Van de la manita’. Por más que le hago no me acostumbro, a veces mejor me río con mi mujer que ya hasta aprendió a manejar los camiones. Ya es ‘normal’ que te asalten, te siembren droga, y luego te metan a la cárcel para que justifiquen sus ‘pendejadas’. A todos los transportistas nos pasa lo mismo en el país. Entre los costos, el diesel, la inseguridad y los federales acaba uno hasta la madre. Antes me daba miedo, ahora me da coraje. Es la selva sin ley. Por mí cambiaba mañana mismo de negocio pero la verdad no sé hacer otra cosa”.

¡OUUUUCH! Lleva cinco años en la frontera sur. Un empujón de un asaltante en el tren provocó que perdiera sus piernas. Se las cortó el vagón. Ha logrado darle sentido a su vida ayudando a otros. Es un caso de miles.

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