México vive los peores de una racha de muchos años malos. Durante los últimos cinco sexenios el promedio de crecimiento económico apenas rebasa el 2 % (considerando el crecimiento poblacional el crecimiento resultante es cero, en números, ahora sí, muy redondos). Esos son los años, casi treinta, en los que se ha aplicado el actual modelo económico.
Mientras duró el gobierno de Fox, México le disputó a Haití el último lugar de crecimiento económico en Latinoamérica. Con Calderón hemos dado un salto, pues hoy disputamos con Singapur el último lugar mundial. ¿Cuántos años más, de fracaso continuado, necesita nuestra elite gobernante para aprender que sus fórmulas económicas son erradas?
A usted, señor diputado (electo), le tocará aprobar los presupuestos de ingresos y egresos de la federación. En el presupuesto de ingresos se aprobarán los impuestos que el próximo año habrán de cobrarse. Algunos voceros, oficiales y oficiosos, del gobierno federal han anunciado un nuevo intento por cobrar IVA a alimentos y medicinas. Otros más nos avisan que la Secretaría de Hacienda estudia la aplicación de nuevos impuestos. Es decir, se estudian los mecanismos para aumentar la carga tributaria. Todo esto mientras otros países, con mucho mejores resultados, han escogido el camino exactamente contrario: reducir impuestos hasta en tanto se supere la crisis (“que vino de fuera”).
México mantiene a la que tal vez sea la clase política más cara del mundo. Cada uno de los quinientos diputados federales gana más que el presidente de Francia, y cada uno de los ministros de la Corte (suprema?) gana el doble de lo que gana Barack Obama. Pero los resultados de la ineptitud gubernamental se reflejan, cada día, en el plato de millones y millones de mexicanos pobres. Nuestros políticos cobran como ligamayoristas y juegan, si acaso, como llaneros (de los malos).
Cinco mil millones de pesos del presupuesto federal se destinan a cubrir los seguros de gastos médicos de la alta burocracia. También cinco mil millones de pesos es el recorte que se acaba de efectuar al presupuesto de la Secretaría de Salud federal. La coincidencia de las cifras es sólo resultado de una triste paradoja: mientras la clase política mexicana tiene garantizada la atención médica más cara del mundo, nuestros hospitales públicos carecen ya de lo indispensable; o se privatizarán, como el Hospital General del Estado de Sonora, donde cobran hasta el aire, no siempre acondicionado, que ahí se respira.
Para Usted, señor diputado, así como para los demás miembros de la clase política, lo peor de la crisis ya pasó. Desgraciadamente no es así para el resto de los mexicanos comunes. Ya se aplican recortes en el presupuesto de la educación, ya se anuncian aun más recortes en el gasto educativo del año próximo. Mientras otros países abandonan el subdesarrollo apoyados en una intensa inversión educativa, los diputados mexicanos, ustedes, anuncian menor gasto educativo. Y no solo eso, mantienen un monstruo corrupto, el sindicato de maestros, reinado por Elba Esther, que vuelve estéril la escasa inversión en educación básica.
Por todo lo anterior, Sr. Diputado, le solicito que en los presupuestos de ingresos y egresos aplicables en 2010 se observen las siguientes medidas:
- Reducción a la mitad de todos los ingresos de la alta burocracia, de los tres poderes, así como la cancelación de privilegios insultantes, como el seguro de gastos médicos, que bien pueden pagar de su bolsillo. (ganando la mitad, todavía nos salen debiendo).
- Cancelación de todos los puestos de alta burocracia (subsecretarios, directores generales, etc.) que se han aprobado en los últimos nueve años; los que han incrementado sustancialmente el gasto corriente gubernamental, sin producir beneficios en la sociedad.
- Preservar, y aun incrementar, la inversión pública en educación, salud e infraestructura.
- No aprobación de nuevos impuestos. No aplicación de IVA a alimentos y medicinas.
- Eliminación del régimen de privilegio fiscal para las grandes empresas (en 2006 las cincuenta más grandes empresas que operan en México pagaron en promedio $ 74.00 pesos).
- Cancelación de los incrementos en las tarifas de energía eléctrica; así como a los precios de gasolina, diesel y gas.
De Usted depende Sr. Diputado (electo) que, aplicando medidas como las que aquí se le solicitan, los ciudadanos recobremos la confianza en las instituciones. De otra manera correrá usted la suerte de la gran mayoría de los actuales diputados salientes: después de cobrar su última quincena ser vertidos, irremediablemente, en la bacinica de la historia.
Martín Vélez
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