Ricardo Andrade Jardi
La hipocresía de la afro-americana Casa Blanca intenta desvirtuar la realidad de los hechos. Es para todo el mundo sabido, menos para Obama, que si Estados Unidos abandonara, como debería hacer, la base militar que mantiene en Honduras, un minuto después de que el último soldado gringo dejara el suelo hondureño, la dictadura militar, del civil goriletti, sería un mal recuerdo.
La “insistencia” del continente, con relación a su tibieza, se debe, entre otras cosas, al hecho, probado, de que, lo que él declara, no es lo mismo que opina, actuando, la ex esposa de Bill Clinton.
Pero, además, la intervención gringa es un hecho. Un hecho inapelable desde el momento en que ellos, los gringos, mantienen enclaves militares en el continente. Bases militares con las que someten, la soberanía de los países, a la voluntad de los intereses imperialistas, negando la posibilidad de independencia real. Que con excepción de Cuba ningún otro país tiene. Bases militares, en los países donde se encuentran estos prepotentes y criminales enclaves, que para el continente latinoamericano no significan más que humillación, tortura, abuso, intervención y muerte.
Desde esas bases, se han sostenido las agresiones más terribles contra cientos de miles de personas. Desde esas bases se han brindado apoyos militares a las más atroces dictaduras y la presencia de esas bases, junto a las embajadas gringas, han servido para aplastar criminalmente la voluntad popular de casi todos los países del continente.
Eso es lo que olvida el actual presidente de los Estados Unidos. Olvida que el Ejército que hoy sostiene el golpe militar de Honduras es una milicia entrenada en la “Escuela de las Américas”, donde se les adiestró para aplastar la disidencia social en América Latina; donde se les “entrenó” para secuestrar niños y reclutarlos por el Ejército para luego exterminar a sus familias. Se preparó y armó a los kaibiles, que hoy se alquilan al narcotráfico para cortar cabezas.
Y sobre todo se le olvida, a Obama, que basta una llamada de la Casa Blanca, así de simple y de complejo, para que el Ejército hondureño cese su apoyo a la dictadura de Micheletti y el orden constitucional sin condiciones regrese a Honduras.
Aunque, efectivamente, si la afro americana Casa Blanca no quiere seguir interviniendo en la vida social, económica y política del continente, “como lo expresa el hipócrita mandatario gringo, el primer paso que está obligada a dar es el del retiro inmediato de sus asesinas tropas de cualquier rincón del continente. Seguido del cierre inmediato de sus bases militares. Y en ese instante, la realidad para el continente será otra y las imposiciones oligarcas serán sólo un mal recuerdo de las aberraciones que el imperio yanqui ha propiciado en la agredida América Latina...
La única hipocresía, en todo esto, es la de una Casa Blanca “inoperante”, que, muy probablemente, está detrás del golpe militar, como siempre ha estado en todas las agresiones contra la voluntad de los pueblos de América.
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