miércoles, septiembre 02, 2009

Mentiras para vivir mejor

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes…

La vieja premisa en la que basaba su labor el influyente ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, de que la repetición de una mentira llega a convertirse en una verdad, es seguida al pie de la letra por los asesores de Felipe Calderón. Con la mayor desfachatez miente al hablar de sus “logros” en el tercer año de gobierno, mediante una campaña de medios electrónicos sin precedente, lo que ya es mucho decir pues en el sexenio pasado se había impuesto un récord a este respecto. Ahora se llegó al extremo de hacer uso de un “call center” para estar molestando a la ciudadanía con mensajes telefónicos alusivos al tercer informe de gobierno. ¿De qué se trata con este alud propagandístico que cae en lo absurdo?
La respuesta es simple: meterle a la gente no pensante la idea de que Calderón está cumpliendo sus promesas de campaña y que está haciendo bien las cosas. En otro contexto social tal estrategia hubiera funcionado, como así sucedió en la administración de la “pareja presidencial”, cuando la economía no presentaba las abolladuras de ahora y la inseguridad pública no tenía aún los niveles de la actualidad. Hoy, seguramente tiene resultados contraproducentes, pues el enojo de la ciudadanía, ante una realidad muy adversa para la inmensa mayoría, es muy claro.
Las estratagemas de la oligarquía para hacer que la gente se olvide de sus problemas no han dado los resultados esperados. Ni siquiera han funcionado para ese propósito las provocaciones aparatosas y sangrientas, como la ocurrida hace un año en Morelia, cuando la ceremonia del Grito de Independencia fue afectada por varios estallidos de granadas en la plaza principal. El gobierno calderonista se metió en un berenjenal con tanto desacierto, muy superior en número a las acciones encaminadas a mediatizar a la sociedad, con el fin de que le reste importancia a los grandes problemas nacionales.
La verdad es que éstos salen a flote, cuantas veces se intenta hundirlos en un mar de propaganda mediática. La gente, por muy falta de raciocinio que sea, sabe cuál es la realidad porque la está viviendo con todo su brutal dramatismo. Hoy una de cada tres familias sobrevive en el subempleo o en el desempleo más lacerante, fenómeno sin parangón en otras etapas de la historia del México contemporáneo. Lo mismo sucede con respecto al poder adquisitivo del salario, cuando alguien tiene la suerte de contar con éste: se ha perdido el poder de compra en más del 70 por ciento en los últimos diez años. Lo que antes del año 2000 se compraba con cuarenta pesos hoy es imposible adquirirlo.
En cambio, tenemos un deshonroso primer lugar mundial en lo que se refiere a muertes violentas, lo que demuestra el contundente fracaso de la política de Calderón de combatir (es un decir) el crimen organizado con las Fuerzas Armadas. Las cifras de muertos han estado aumentando año con año, y la inseguridad pública ha tomado características de estallidos sociales, tal como se prevé que ocurrirá como consecuencia de las terribles condiciones de pobreza y marginación que se observan en el país.
Por eso es contraproducente la aparatosa campaña propagandística sobre los “logros” del gobierno de Calderón en su tercer año: no hay una mínima correspondencia con la realidad. El disgusto de la población será mayor, con toda certeza, si una vez pasada la euforia conmemorativa, comienzan a verse las verdaderas intenciones de la administración calderonista, que no son otras que aprovechar hasta donde se pueda la oportunidad de servir lealmente a la oligarquía que llevó al poder a Calderón, y desde luego cobrar por el servicio cuotas exorbitantes, a tal grado que al finalizar el sexenio, en el momento que ello ocurra, surgirá una nueva hornada de multimillonarios hechos a la sombra del poder. “¿Por qué mis antecesores sí pudieron hacerlo y yo no?”, debe decir Calderón a sus allegados.
De ahí que en vez de obrar racionalmente para cubrir el hoyo financiero dado a conocer en días pasados por el secretario de Hacienda, de más de 300 mil millones de pesos, seguramente se irá por el camino fácil de perjudicar a las clases mayoritarias, a los causantes cautivos, y no a los grandes empresarios ni mucho menos a los banqueros, que siguen lucrando gracias al Fobaproa, inventado por Ernesto Zedillo para favorecerlos durante varias décadas, aun cuando esos banqueros sean en su gran mayoría extranjeros. A éstos no se les toca ni con el pétalo de una rosa. El maridaje, antes oculto, entre la oligarquía y los sucesivos gobiernos federales, ahora ha quedado plenamente descubierto, razón de sobra para que se afirme lo difícil que es, en estos momentos, creerle a Calderón. Sus ridículos espots son tiempo y dinero perdidos.

gmofavela@hotmail.com

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