martes, octubre 20, 2009

Columna Asimetrías. Las Disyuntivas





20 octubre 2009

“Los mexicanos vivimos oprimidos porque (así) lo hemos permitido por las razones que hayan sido o sean. Esas razones aun persisten”.
Rebeca Ávila.

I

La cara leyente Ávila –cuyo sentir se consigna en el epígrafe-- alude a la “extinción” de Luz y Fuerza del Centro y la cancelación secuencial del contrato colectivo del trabajo del Sindicato Mexicano de Electrcisitas con esa empresa.

La primera de esas acciones, como sabríase fedatariamente, deviene de una decisión de cuestionable –por dudosa— constitucionalidad del Presidente de Facto de México Felipe Calderón. Es probable que extinguir LyFC haya sido premeditamente ilegal .

Ese atributo –premeditación-- desvanece cualesquier atenuantes a favor del perpetrador confeso, el propio señor Calderón, y sus cómplices intelectuales y materiales, y acentúa las agravantes de su presunta responsabilidad.

La premeditación es un componente importante, pues le haría difícil, valorativamente, a cualquier tribunal judicial o político –éste, el Poder Legislativo-- considerar una posible improcedencia.

A ello aunaríase el costo político real, el cual bien podría ser altísimo e incluso impagable, aunque ésta última consecuencia –tasación muy elevada— sería dable sólo si la protesta gremial y el apoyo solidario social se tradujeren en actos revolucionarios.

La segunda de las acciones del señor Calderón –romper el contrato colectivo de trabajo— deja sin empleo a unas 60 mil personas, iniciando de esa guisa, la destrucción del SME y al sindicalismo independiente en México, opuesto al “charrismo”.

El saldo económico, político y social de ambas acciones ha sido, predeciblemente, dramático, si no es que espectacular, pero sobre todo representa una nueva fase de conflictos históricos entre opresores y oprimidos; aquellos, los menos; éstos, los más.

Pero más allá de la identificación filosófica general de los sucedidos aquí referidos, lo que emerge en el contexto histórico concreto de México es la persistencia de la opresión de un mexicano por otro mediante porfías de violencia aparentemente legal.

II

Los hechos descritos han sido dramáticos y espectaculares no sólo por su naturaleza y desarrollo, sino principalmente por sus móviles y consecuencias que los definen en lo filosófico e identifican ideológica y políticamente ante la historia.

Desde éstas yácatas, esos hechos son discernidos y comprendidos como ocurrentes en un contexto de las confrontaciones históricas que, sin ser simplistas y sí muy complejas, confirman la tesis historicista de que la guerra de independencia no ha cesado aun.

Y no solamente no ha cesado –es decir, prosigue--, sino que ha adquirido otra cualidad, la de la intensificación de dicha guerra, aunque trasladada a estadios distintos a los de 1810 y, antes, los del arribo mismo del conquistador español.

Los pueblos –naciones con lenguas y otras identidades propias— que ocupaban lo que es hoy México fueron conquistados por el hispano no sólo por la superioridad tecnológica, traducida en armamento más efectivo, sino por complicidades.

Cierto. El español contó con la propia cosmovisión de los pueblos o naciones originarias desde el Anáhuac hacia Centro y Sudamérica (había contacto comercial con los incas, en el actual Perú) y la complicidad de afanes geopolíticos de grupos locales.

Es verismo documentado que grupos de tlaxcaltecas y otros (en Veracruz incluso) no sólo apoyaron en lo logístico la empresa de Hernán Cortés, sino también engrosando las filas de combatientes de éste. Irónicamente, una vez utilizados se les esclavizó.

Mas en ese entonces, la noción de lo mexicano o de México como la que persiste hoy (aunque vulnerada por la aculturación estadunidense usada como medio de control social por la oligarquía local) no existía. Lo mexica –o meshica— tenía confines.

Así, de 1519 a 1827 –cuando intentos de reconquista militar española fueron rechazados-- y, luego, hasta 1910 y, ahora, 2009, según se esculpía la noción de México y lo mexicano con raigones del mestizaje, volvió la vieja dicotomía.

Y esa dicotomía –opresores-oprimidos--, si bien tenía antecedentes prehispánicos, se agudizó durante los siglos novohispanos y, con dramatismo aun mayor, caracterizó a los siglos XIX y XX y subsiste hoy, en el XXI, aumentando al máximo. Insoslayable.

En ese decurso, los opresores –aztecas primero, luego españoles, más tarde y, desde 1910 hasta hoy mexicanos-- siempre han sido los menos, pero sus motivos los mismos: ambición de poder bajo cualesquier atuendos y los usufructos de su ejercicio.

III

Alúdese en éste texto al poder real, el económico, el del dinero o capital –fuere cual fuere éste, si tangible o intangible, material o inferido--, el cual subordina al poder político del Estado, formal o
fáctico, al empeño de velar armas por sus intereses.

Es decir, velar armas –literalmente— por sus intereses a como diere lugar y fuere menester. De hecho así lo ha hecho siempre el poder real, que tiene contratado para ello a los personeros panistas y priístas y hasta perredistas del poder político del Estado.

Visto al través de éstos prismas –que son los del materialismo dialéctico y el materialismo histórico--, el señor Calderón es sólo un vulgar sicario de vocación criminógena del poder real, local y/o trasnacional. Don Felipe es sólo un secuaz matón.

Para eso lo hicieron Presidente de Facto: coordinar una murga –mesnada-- de esbirros (el enteco de ideas Lozano y los grasientos apoltronados Gómez Mont y Carstens— para consolidar el statu quo que haga más lucrativo e impune el saqueo.

Ello no debe distraer a oprimidos de lo que es deontológicamente imperativo hacer para desasirnos de la garra opresora del poder real y su caterva calderónica. Protestar ante el empleado Calderón, sí, pero organizándonos para cesar a sus patrones.

¿Y cómo quitarlos de en medio? El señor Calderón, si bien tiene ambiciones propias, sólo cumple órdenes, de modo que hacerlo renunciar no resolvería nada pues goza amén del apoyo de sus cómplices, los personeros priístas del poder político del Estado.

¿Cómo? Huelga general de todo (pago de impuestos, por servicios públicos, por bienes de consumo, etc.) y una propuesta precisa, constituyente ciudadana, de un nuevo Estado y una forma de organización económica y política sociativa y planificada.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Carstens Carstens, Agustín: secretario del despacho de Hacienda y Crédito Público del titular del Poder Ejecutivo.
“Charrismo” sindical: alianza entre los líderes sindicales y el aparato gubernamental y patronal. Surgido en México en 1948 es un vocablo para designar la corrupción y el corporativismo sindical en el Partido Revolucionario Institucional y el poder político del Estado
mexicano surgido de éste. También es sinònimo de corrupción y traición a los intereses de los trabajadores.
Gómez Mont, Fernando: secretario del despacho de Gobernación del titular del Poder Ejecutivo federal.
Lozano, Javier: secretario del despacho de Trabajo y previsión Social del titular del Poder Ejecutivo federal.
Sociativa: relativo a la sociedad, a lo social. Plural.
Yácatas: escalones de una pirámide prehispánica.
Lecturas recomendadas:

Las trasnacionales y los trabajadores, de Angelina Gutiérrez Arriola. Nuestro Tiempo.
Los Pochtecas: el comercio en América Latina desde los aztecas hasta la Independencia, de Julio Pomar Jiménez. Edamex.
La política, de Nicolás Tenzer. Presses Universitaires de
France/Publicaciones Cruz, S. A.

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