19 noviembre 2009
Y nos la hicieron. Coludidos el PAN y el PRI ante la azorada mirada del PRD echaron al país para atrás, sin decoro alguno. Hace poco más de una década la sociedad mexicana aprendió a cabildear, a participar en las decisiones del Congreso; antes eran unos cuantos los que tenían acceso pero a partir del 2000 —cuando comenzó lo que llamaron la “fiesta de la democracia”— organizaciones civiles de todo tipo establecieron diálogos eficientes. En gran medida gracias a ello el Congreso entendió que los recursos para los gobernadores debían llevar etiquetas, es decir, estar marcados para que durante la rendición de cuentas, por ejemplo, no hubiera forma de que el dinero destinado a mejorar la vida de personas discapacitadas terminara en campañas de alcaldes o en el bolsillo del gobernador en turno. En caso de que ciertos recursos no fueran aplicados en los estados, debían devolverlos a la Federación. Tal fue el caso de la Secretaría de Salud en 2009. Varios estados registraron un importante subejercicio en el tema de violencia contra las mujeres y tuvieron de devolver el dinero.
A decir verdad íbamos bien, avanzamos en los controles y poco a poco entre etiquetas y candados se abatía de manera confiable una fuente de corrupción. Bueno, pues esta Legislatura abofeteó al país de la forma más burda y evidente. PAN y PRI se coludieron y en lo oscurito rasuraron el presupuesto de sus mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y obligatoriedad. En pocas palabras, los gobernadores se servirán con la cuchara grande sin que se pueda aplicarles la ley. Durante la discusión se filtró una plática entre Josefina Vázquez Mota y diputadas del PRD que le reclamaron en corto la ausencia de etiquetación. La respuesta de la notable panista fue: “No se preocupen, la semana entrante nosotros lo arreglamos con Carstens”. Más allá de lo que signifique solicitar a Carstens algún tipo de recurso de control, a manera de “favorcito”, el problema es que el Congreso traicionó al país al erradicar los indicadores de resultados, las evaluaciones de desempeño y la rendición de cuentas de recursos del Ramo 33, que históricamente había sido caja chica de los gobiernos locales.
Sería ingenuo ignorar que 2010 es el año para reunir fondos para las elecciones del 2012. Lo imperdonable es que el PAN le siga tendiendo la camita al PRI para retomar el país y para ello nos regrese a la opacidad presupuestal.
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