viernes, febrero 12, 2010

Columna Asimetrías. El Ejército, ¿Qué Vendrá?






12 febrero 2010

“La cohesión de la sociedad es factor insutituible para concretar el proyecto de país”.

Guillermo Galván Galván, secretario de despacho de la Defensa Nacional.

I

El señor general Galván es, desde luego, un hombre inteligente y versado en los intríngulis de la vida castrense mexicana --asaz antidemocrática, por cierto, y además clasista-- y, supondríase, avisado del origen vero (no el demagógico) de su Arma.

Y su Arma es, como bien sábese, la del Ejército, aunque por deformación éste ha hecho de otra Arma, la aérea, un adlatere sumiso e incluso coadyuvante segundón, si no es que de palo y aquiescente, en el diseño y aplicación de las políticas militares.

La tercera Arma, la Marina –o Armada--, parece haberse desasido de la influencia digamos cultural del Ejército Mexicano, el cual percíbese rebasado en protagonismo mediático por los marinos también en guerra versus los cárteles del narcotráfico.

Pese a sus virtudes y dotes personales y profesionales, don Guillermo no se ha distinguido por su acumen en materia de política entendida ésta bajo la definición de acciones de Estado y de Gobierno. Su genio en la política castrense supónesele cierto.

Pero no es, pues, don Guillermo un hombre de Estado en la cabalidad política propia de la definición, dado que su vocación y, redundante es, su formación personal y profesional, privilegian el autoritarismo y otras prácticas antidemocráticas y vejatorias.

II

Y la más notoria de esas prácticas es la que deviene en violaciones masivas de los derechos humanos de individuos de la población civil, a quienes los hombres y mujeres de uniforme –que incluiría a los de las tres Armas-- consideran, de facto, contrarios.

Es decir, consideran a los civiles –en la jerga castrense, a los civiles se les identifica con vocablos despectivos— como enemigos de alguna laya o, en el mejor de los casos, un “estorbo” en la ejecución de sus tareas. Hablamos de la mística castrense.

Como institución pública –diríase que ente coactivo/coercitivo del poder político del Estado--, el Ejército y por inferencia la Fuerza Aérea y la Marina, las actuaciones de sus personeros de mayor jerarquía son susceptibles de escrutinio periodístico.

Ese escrutinio es, pues, societal, de modo que aludir al Ejército con sentido crítico-analítico en función de sus actuaciones y las conductas públicas de sus personeros de jerarquía alta, no es, ni por asomo, denigrante. Los jefes militares son figuras públicas.

Y como insoslayable y, por ello, indubitale figura pública, el señor Galván se nos muestra como alguien menos indicado para hablar de política precisamente porque sus puntos de vista carecen de autoridad moral dada la actuación de las fuerzas a su mando.

III

Esa actuación, ya se dijo, agravia a la población civil. Las violaciones a los derechos humanos de los mexicanos parecen sistémicas y, más que idiosincrásicas, exhíbense deliberadas, como secuela de una política inicua diseñada para disuadir y aterrorizar.

Dados esos componentes del contexto nacional, regístranse ominosas las palabras del señor Galván dichas el martes pasado, apoyando la propuesta de reforma política de su comandante supremo, Felipe Calderón, cuyo atuendo presidencial sospéchase espurio.

Además de la ominosidad que registramos como disuasiva de que un jefe militar en activo intervenga en política civil, el discurso de don Guillermo ese “Día de la Lealtad” revela que el proyecto de país de la institución armada es el mismo que el de don Felipe.

Y por si no lo sabe el señor Galván, ese proyecto que ya abrazó y defiende y poromueve públicamente es, por sus monstruosas y, ergo, terribles secuerlas, francamente antipueblo, antisocial, antiMéxico.

En 27 años de neoliberalismo antidemocrático (recuérdese que fue implantado mediante fiat conspiratorio del poder político delamadridista/salinista) el Estado ha tenido actuaciones francamente criminógenas; es decir, de génesis criminal..

Nomás eso faltaba. A la sociopatía del poder político panista, priísta, perredista, etc., adhiérese el aval del señor Galván, general que ya tomó partido (y no por el del pueblo, precisamente). ¿Qué vendría después? ¿Un golpe militar, don Guillermo?

ffponte@gmail.com

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