Por: Gabriel Páez
El sistema televisivo ha sido el laboratorio maléfico de las oligarquías mundiales, transformando a la conocida pantalla chica en un monstruo poderoso, invasor de la familia y de las psiquis de las personas. Sin duda, la televisión ha logrado fortalecer el sistema de dominación mundial, y a su vez el fenómeno de la globalización, creando estereotipos en los seres humanos y estandarizando el gusto y comportamiento de la sociedad mundial (cultura de masas). El nuevo miembro de la familia, nos dice: cómo debemos comportarnos, cómo debemos vestir, qué debemos escuchar y qué tenemos que consumir, cumpliendo una función de vitrina comercial, que sólo al encenderlo tendrás una gran referencia de la “diversidad” de productos comerciales.
Este invento maravilloso del siglo XX además de ser un destacado promotor comercial, ha logrado, tanto deteriorar las relaciones familiares como garantizar el control de nuestras conductas. Tal es el caso, de niños, niñas y jóvenes que crecen y han crecido bajo la tutela de la televisión, siendo severamente afectados, debido a que en numerosos casos el televisor ha suplantado el rol de la niñera y en otros hasta el rol de la madre y el padre, logrando ser la nueva escuela que se fundamenta bajo los principios capitalistas del consumismo, del individualismo, del egoísmo, del racismo, de la codicia, la ficción, el machismo, el sexismo y la superioridad; ejemplo de ello tenemos la conocida serie animada de Superman, la cual transmite la superioridad del hombre blanco, la historia ficticia de una persona súper poderosa que viene de otro planeta a salvarnos para llenar al mundo de felicidad; o la serie animada de Rico Mc Pato, donde prevalece la avaricia por el dinero, la codicia, el egoísmo de un pato que solo piensa en sí mismo, en su fortuna y en la acumulación de riquezas.
Sin embargo, este sistema telehipnotizante no sólo es un modelo alienante para niños, niñas y jóvenes, sino también para adultos y ancianos. Ninguno escapa de esta realidad, ya que todos urgimos por tener a ese intruso en la familia, a ese nuevo huésped con gran ojo de cristal, que para muchos ha resultado ser tan inofensivo y de gran atracción. La televisión y todo el medio que la compone no es más que un sistema hegemónico mundial, un imperio mediático que nos vigila, que nos vende un modelo de vida que atenta contra la idiosincrasia e identidad de los pueblos, es la droga que nos controla, que nos hace dependientes, que nos envicia la mente y nos genera severas consecuencias negativas en nuestro comportamiento. De igual forma, es el encargado de manipular la historia de los pueblos y de quebrantar la creación artística de los seres humanos, limitándonos al consumo inconsciente, que no es más que consumismo, y a la reproducción continua de antivalores que son depositados en nuestras mentes, como si fuera la papelera de reciclaje de un computador.
No cabe ninguna duda, que el capitalismo mantiene una guerra alienante a través de su gran industria cultural, lo que muchos han llegado a denominar como: guerra de cuarta generación, guerra mediática ó guerra silenciosa, en lo personal discrepo de llamarla silenciosa, ya que bastante ruido ha generado en nuestros subconscientes, perturbando nuestra tranquilidad y golpeando fuerte a la memoria, con sus engaños, manipulaciones, amarillismo mediático y persuasiones.
Es importante que todo este panorama nos lleve a la reflexión y organización, no podemos permitir que la televisión y los medios masivos de difusión sigan controlando nuestras mentes. Por ello, es determinante seguir haciendo lo imposible para hacer posible alternativas que logren golpear muy fuerte estas estructuras enemigas de los pueblos. En el caso de Venezuela, se ha sembrado una esperanza para contrarrestar el avance de la manipulación mediática, con la creación del sistema de medios de comunicación alternativa y comunitaria, donde el pueblo ha asumido una labor intachable en el rescate del periodismo, y además, en la innovación de un verdadero modelo comunicacional. Sin embargo, no han faltado los descalificativos del sector clasista de la población venezolana que se aferra más al tradicionalismo exclusivo y excluyente. No obstante, es indudable la gran lección que el pueblo venezolano está propinando a aquellos que dejaron guindada la ética profesional junto con la toga y el birrete, y a los que nunca creyeron que este pueblo “marginal”, como muchos suelen llamar, se armaría de agallas y de conocimientos para desafiar a un sistema tan poderoso y malévolo como el de la televisión.
¡¡¡Es necesario seguir construyendo la comunicación alternativa, popular y revolucionaria. CARAJO!!!
gaprevol@hotmail.com
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